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Ex jugadores y socios sueñan con devolver el club Libertad Colón al barrio

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Nicolás Scaron y Rafael Perdomo son dos de los doce que componen la comisión.
Club Atletico Libertad Colon, Montevideo ND 20220617, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

HISTORIAS

El temporal de 2005 dejó al club de Pueblo Ferrocarril en ruinas. Exjugadores y socios conformaron una comisión con miras a recuperarlo para que lo disfruten los niños y las niñas del barrio.

Rafael Perdomo (41) no olvidará jamás esa primera vez en el Libertad Colón, allá por 1994. Un amigo lo citó en la esquina de Daniel Zorrilla y Vicuña para jugar un partido de basquetbol, y al entrar al gimnasio se percató de que no había aros, pero sí arcos de fútbol de salón. La imagen lo descolocó. Esos adolescentes jugaban a embocar la pelota entre el travesaño y la varilla que sostenía la red y problema resuelto: practicaban el deporte que querían. Quizás fue ese folklore o el ingenio de esos gurises lo que enamoró a Rafael de este club del barrio Pueblo Ferrocarril, que se federó en basquetbol en 1991, después de 40 años sin que un cuadro montevideano lo hiciera; que subió a tercera porque desapareció la cuarta división y no por mérito deportivo; que no tuvo cancha propia por años y sus jugadores practicaban en una iglesia de mormones. Fue el lugar donde la escuela pública del barrio encontró una infraestructura acorde para que los niños hicieran gimnasia, la sede de la murga Hasta el hueso y el estudio de las radios comunitarias El Quijote FM y Corsaria FM.

Tuvo su época dorada con cientos de niños y jóvenes practicando baby fútbol, basquetbol, volley y patín en los 90. Pero el recordado temporal del 23 de agosto de 2005 fue la debacle para el Libertad Colón: la pared se vino abajo, se voló la mitad del techo, y sin estar federados en basquetbol fue imposible sostener semejante estructura social y deportiva.

La historia del club es la historia del barrio y de un montón de personas cuya niñez y adolescencia fue mucho más feliz gracias al Libertad Colón. En estos años hubo un par de intentos fallidos por revivirlo, pero la pandemia potenció la nostalgia y un grupo de 12 exjugadores y socios apostó a devolver a Pueblo Ferrocarril lo que era suyo. Se formó una comisión que sueña con volver a llenar el gimnasio de niñosy regalar a las nuevas generaciones un sentimiento de pertenencia tan grande que sobreviva décadas.

“Hay una especie de melancolía barrial de saber que el gigante está ahí, dormido pero vivo, y que todos lo queremos ver volver. Que vuelva a funcionar se transformó en un sueño”, asegura Rafael Perdomo a Revista Domingo.

Cronología

La historia oficial dice que el Libertad Colón nació el 22 de junio de 1932, pero los dirigentes fueron más atrás en las actas y descubrieron que su origen se remonta a 1916, tal como dice su camiseta. Lo fundaron obreros oriundos de la ciudad de Libertad, que colocaban vigas en el ferrocarril de Colón, y de ahí su nombre. Se forjó como un cuadro de fútbol armado por criollos para competir contra los gringos. No tenían sede y los echaron del predio que usaban como cancha para plantar zapallos, según cuenta Nicolás Scarón (47), exjugador de Libertad Colón y conocedor de la historia.

En 1958 se obtuvo la personería jurídica y, un año más tarde, los hermanos Edison y Eusebio Barceló compraron el terreno de Zorrilla y Vicuña. En una época donde no existíanmunicipios ni centros comunales, el club asumió un rol clave. La directiva presidida por Sebastián Sosa consiguió varios beneficios para el barrio en la década de 1950: “Se logró que la línea 147, que terminaba en Peñarol, llegara hasta Pueblo Ferrocarril, se puso alambrado público y se hicieron gestiones por el saneamiento”, enumera Nicolás.

Marcelo Passadore (52) fue el alma máter para que el equipo se federara. Él era socio vitalicio del Olimpia, pero tenía muchos amigos que no podían pagar la cuota de ese club y quería jugar al basquetbol con ellos. Alguien le dio la idea de ir al Libertad Colón y la primera charla con la directiva, en 1990, fue un fracaso: ‘Este es un club de fútbol’, le dijeron (aunque el último partido lo habían jugado 20 años atrás). Marcelo no se rindió. Al año siguiente volvió a insistir, convenció a los veteranos y tras varias gestiones en la Federación Uruguaya de Basquetbol (FUBB), logró afilar al club.

A pulmón

Los niños y madres de la escuela pública pintaron el mural que revivió la fachada del club. Foto: F.Flores
Los niños y madres de la escuela pública pintaron el mural que revivió la fachada del club. Foto: Francisco Flores.

Los primeros años jugaron siempre de visitante porque no tenían cancha. El piso de bitumen llegó gracias a un convenio con la Intendencia de Montevideo: Marcelo fue 100 veces a la comuna para lograrlo (literal). Y otras 50 veces al Ministerio de Transporte y Obras Públicas para conseguir otro convenio que en 1997 permitió hacer la tribuna y los vestuarios. “Los logros en el Libertad Colón fueron un premio a la perseverancia”, apunta quien ejerció la presidencia del club desde 1993 a 2003.

Así pasó a ser el único equipo de cuarta división con gimnasio cerrado. Tuvo su momento de apogeo con más de 500 socios, y con los niños de la escuela N°331 (de la mañana) y N°127 (de la tarde) haciendo deporte y gimnasia allí.

El temporal del 2005 fue el principio del fin: “Hubo un intento de reconstrucción en 2012, se hizo la pared, se emparchó el techo y volvió la escuela, pero un viento enorme en 2015 volvió a volar todo”, relata Nicolás. El club nunca quedó 100% abandonado porque siguió funcionando la radio comunitaria Corsaria FM y eso evitó, según Nicolás, que se convirtiera en una iglesia pentecostal.

Amor profundo

La escuela pública del barrio volvió a hacer gimnasia al Libertad Colón y pudo hacer su fiesta de fin de año en el club.
La escuela pública del barrio volvió a hacer gimnasia al Libertad Colón y pudo hacer su fiesta de fin de año en el club. Foto: Francisco Flores.

Esta comisión creada en plena pandemia con el impulso de dar al barrio lo que el Libertad Colón les regaló a ellos en su niñez trabaja sin cesar con metas claras. La primera fue consolidar un colectivo que funcionara de forma horizontal y democrática. El siguiente paso fue generar credibilidad en los vecinos con obras concretas que permitieron que la escuela pública volviera a usar el edificio para hacer gimnasia y para celebrar la fiesta de fin de año. Se emparchó el techo, se pasó una hidrolavadora en toda la tribuna para quitar el musgo, se pintaron los fierros, se hizo un baño nuevo y Daniel Suárez, un vecino de la cuadra, donó los materiales para hacer otro baño.

Se revocó el muro de la fachada y los artistas plásticos Guillermo Ifrán y Daniel Bentancur trabajaron a dúo para diseñar un mural que reúne el espíritu del club: la radio, la escuela, el candombe y el basquetbol. Niños y madres de la escuela se encargaron de pintarlo y de dar inicio a esta “lavada la cara” al club, según Rafael.

Hoy la comisión trabaja con una escribana para regularizar la personería jurídica y actuar conforme marcan los estatutos para poder acceder préstamos y convenios que posibiliten el desarrollo de grandes obras, como el piso y el cerramiento. El 29 habrá elecciones con lista única: se postula el colectivo que trabaja por el club desde hace un año y medio.

Se organizaron chorizadas, festivales, ventas de rifas y de pizza a domicilio para recaudar fondos, pero tener autoridades legales será clave para conseguir ayuda del Estado e ingresar alPresupuesto Participativo. Son conscientes de que el piso nuevo habilitará múltiples actividades que a la postre permitirán que el club se autosustente con la dinámica de socios.

Los padres de la escuela quieren que esto exista. Los vecinos están felices de que el club reviva: “Antes era una boca de lobo y ahora hay luces”, acota Nicolás. En febrero se llevó un Ronda Momo y Pueblo Ferrocarril volvió a disfrutar del Carnaval.

El amor por los colores (verde y blanco) es difícil de explicar con palabras pero este grupo lo plasma en hechos. Marcelo es presidente del Club BPS y vice presidente del Defensores de Maroñas y siempre encuentra un rato para el Libertad Colón: “Es mi primer gran proyecto y la prueba de que se pueden hacer cosas cuando todo dice que no”, confirma.

“Uno asocia que venir a unclubno es hacerse cargo, siempre hay un adulto en la directiva. Nos tocó ser los adultos y hacernos cargo de un espacio que sabíamos que iba a llevar un montón de trabajo pero es todo para dejarle a los niños de hoy eso que nosotros pudimos disfrutar acá, que fue mucho”, cierra Nicolás.

remate

Ponerse la camiseta por una buena causa

Hubo dos iniciativas con casacas. La comisión volvió a hacer la histórica camiseta del club (verde y blanca) con la excusa de recaudar dinero y fue un éxito: se vendieron 60 a $ 800 en la primera tanda. Comerciantes del barrio y vecinos apoyaron la causa como sponsors. A Rafael se lo ocurrió hacer un remate y armó una movida en Twitter. Enseguida se sumaron clubes de basquet y de fútbol a donar camisetas y Bavastro les ofreció hacer la subasta a beneficio. Fue online, hubo 35 lotes y recaudaron $ 45.350. La que se vendió más cara fue la de Peñarol de basquetbol: recibió 28 ofertas y se pagó $ 3.250. En tanto, la de Biguá, actual campeón de la Liga Uruguaya de Basquetbol, se vendió a $1.050.

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