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Washington Abdala

COLUMNA — CABEZA DE TURCO

Washington Abdala

Marito Bergara hace lo que puede. Poco, pero hace. Lo mejor que tiene (Blanquita como vínculo) no lo puede mostrar porque se arma quilombo (mmm… No sé si Blanquita no termina de vice… Anoten por las dudas). El Óscar Andrade rema y rema. Tiene claro que ser comunista en Uruguay es como ser noruego en Etiopía. Carolina Cosse no se convence que no es Nefertiti (está en Alemania la original, qué linda que era).

Ella considera que merecería ser candidata “natural” por eso le incomoda este periplo populachero que la saca de su peluquería de Punta Carretas (raro porque ella decía otra cosa de algunos barrios). Y Dani Martinez está convencido que él y una bicicleta son la uruguayez identitaria de todos.

Divinos los “progres”. Eso sí: cuando hablás por separado con cada uno de ellos te das cuenta de que cada uno destila veneno sobre el otro. ¡Se fue al carajo el sentido de unidad muchachos! ¡Bienvenidos a la democracia partidaria: reino de la disidencia y no del rosqueo de candidatos a dedo!
Luisito que sigue entre las fotos cinematográficas del interior y abrazando hasta el último ciudadano porque siente que evangeliza. Juan Sartori que juega a ser Isidorito o Trump Jr. Sonrisa al tono y look enganchador de veteranas que no ven un joven pintún en política desde la época de Pacheco Areco. Y si hay que gastar algún manguito cero estrés. Hay algo más que para el choripán. Jorge Larrañaga que apuesta a la épica del caudillo rebelde que viene de tierra adentro clamando por justicia, arriba de su jinete a lo John Wayne en "Temple de acero". Los intendentes blancos en un bar charlando de algo (no los entiendo, perdón). Amo los blancos y sus emociones eternas.

Don Julio María que desciende del Olimpo para caminar con los humanos y por un voto se levanta a las tres de la mañana y termina en Cerro Chato hablando de Pericles. El economista Ernesto Talvi que adquirió tono muscular y ahora no hay día que no meta una piña o mueva el tablero (le salió el petiso caliente que tenía adentro y le está dando resultados). El Pepe Amorín que sigue con sus eternos cálculos electorales en los departamentos y con sus amigos milenarios que le hacen el aguante. Siempre vota más de lo que dicen, tiene razón.

Don Pablo Mieres que ahora solo adquirió nuevamente prolijidad y no tiene esa murga que había armado donde no se sabía si lo ponían de ujier y le pedían un café, gritándole: “¡Está frió este café pelado! ¡Traé otro no te boludees!”. Poco faltó para que lo sacaran a Mieres de la fórmula presidencial y lo pusieran de edil.

El Sr. Guido Manini que es el primer exmilitar cheto de la patria (camperita Ralph Lauren, camisas “pipí cucú”) va viendo cómo el voto de la derecha existe y como que va detectando que lo militar ahora ya no tiene la mácula de hace unos años. ¿Todos los militares lo siguen al hombre? No hay dudas que Tabaré es un estadista que proyecta figuras. Es que Tabaré siempre se caracterizó por su generosidad.

Edgardo Novick, no tengo idea en qué anda. Ni sé cómo hará para salir a flote en medio de tanto oportunista y arribista (Salgado, no te borres vos también). Es más: a esta altura ya me parece que Novick era un clásico con todo el loquero que hay. Hasta me da lástima, con eso te digo todo (igual cuando pateaba no sé que cosa en un aviso, no sé, me pareció un exceso).

No se olviden de César Vega con el PERI que anda por allí promoviendo el consumo responsable del ajo. Estaría bueno que fuera diputado para que le rompiera los piolines a más de uno con los repollos y cuanta cosa verde anda por allí.

Y el Dr. Salles que navega con dos bizcochos, grita cuando puede y se siente el justiciero templario de la nación.

Es lo que hay. No pidan más. Y no se quejen que por lo menos no somos la Argentina que vive de velorio en velorio (te extrañamos Jorge).

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