Publicidad

Los escritores de ciencia ficción son los nuevos predictores de amenazas

Compartir esta noticia
El flyboard presentado durante las celebraciones del 14 de julio en los Campos Elíseos.

ACTUALIDAD

El gobierno francés contratará a escritores de ciencia ficción para prever “amenazas” y anticiparse a futuras catástrofes, un “poder” que autores clásicos demostraron en sus obras.

La imaginación de algunos escritores alcanzó vuelos cercanos a la clarividencia. En las obras de algunos autores clásicos se leen hoy sorprendentes predicciones formuladas cien o doscientos años antes de que llegaran a concretarse. El francés Jules Verne es uno de los primeros nombres que vienen a la memoria con sus viajes a la Luna o al fondo del mar. Pero mucho antes, una jovencita de apenas 18 años fue capaz de predecir, entre otras cosas, la utilización de la electricidad en la reanimación o resucitación, e incluso la clonación humana. Mary Shelley, dicen los entendidos, fue la madre adolescente de la ciencia ficción con su "Frankenstein, o el moderno Prometeo". Lo cierto es que la lista es bastante extensa e incluye nombres de las más diversas procedencias como H.G. Wells, Aldous Huxley, George Orwell, Ursula K. Le Guin, Ray Bradbury, Isaac Asimov o Arthur C. Clarke describieron en sus obras dispositivos y tecnologías que solo hace unos pocos años, e incluso unos pocos meses, se han hecho realidad.

Esa capacidad “predictiva” parece haber jugado un papel decisivo en la extravagante medida que hace poco adoptó el gobierno de Emmanuel Macron al contratar a escritores de ciencia ficción para crear una unidad de elite en el área de la Defensa. La noticia se dio a conocer el mismo día que un innovador sorprendió a la multitud que presenciaba los desfiles del feriado 14 de Julio surcando los cielos a baja altura con su flyboard, un dispositivo volador con propulsión a chorro que recuerda al Rocketman del cómic.

“Estoy orgulloso de nuestro moderno e innovador ejército”, tuiteó más tarde Macron en su cuenta y adjuntó el video del hombre volador sobre los Campos Elíseos. Una escena robada al futuro imaginado por ese género literario bastardo que en los últimos años y gracias a la industria de los efectos especiales se apoderó del cine más comercial y aceptado.

La misma iniciativa gubernamental francesa de formar lo que denominó el “Equipo Rojo”, una ultrarreservada unidad formada por “cuatro o cinco escritores” que funcionarán en la órbita de la Agencia de Innovación para la Defensa francesa, parece provenir más de la mente de uno de los autores mencionados que de un despacho del Palacio del Elíseo. ¿Tendrá éxito el mandatario francés con esta idea? Nuevamente, solo el futuro tiene la respuesta.

Lo cierto es que no es la primera vez que un gobierno confía en hombres de letras para defender sus intereses. La historia de las letras está llena de novelistas que ejercieron como diplomáticos o espías trabajando en las líneas enemigas. En este caso la apuesta parece más arriesgada y tiene que ver, precisamente, con la supuesta capacidad anticipatoria de estos escritores para detectar amenazas. ¿Confianza fundada? ¿O un simple acto temerario con fines más propagandísticos que reales? No es difícil ver en qué se basa la idea al repasar algunos hitos del género.

Anticipadores

En 1898 el escritor estadounidense Mark Twain (seudónimo de Samuel J. Clemens) escribió un cuento que, según muchos coinciden, describía lo que hoy conocemos como Internet. La trama del cuento se aproxima más al género policial tan en boga por entonces y refería al crimen del inventor del Telelectroscope, un dispositivo revolucionario que cambiaría las comunicaciones para siempre.

En el relato "From The London Time of 1904" describía así el innovador sistema: “El telelectroscope fue entregado al uso público, y pronto se conectó con los sistemas telefónicos del mundo entero. Este teléfono perfeccionado ‘sin límites, ni distancia’ estaba presente en las actividades diarias de todo el mundo”.

El cambio de siglo parecía acicatear las mentes de los autores más inquietos. La anticipación prácticamente se había convertido en un género literario por sí mismo mucho antes de que siquiera se esbozara el término ciencia ficción. Desde mediados del siglo XIX en París un hombre venía conquistando a miles y miles de lectores con sus “viajes extraordinarios”. Entre 1863 y 1870 el escritor Jules Verne publicó algunos de los títulos más célebres de ese ciclo: "Cinco semanas en globo", "Viaje al centro de la Tierra", "De la Tierra a la Luna", y tal vez una de las más recordadas y para muchos su obra maestra "Veinte mil leguas de viaje submarino". En los años siguientes publicó "La vuelta al mundo en 80 días" y "La isla misteriosa", entre otros títulos de una obra prolífica y diversa que aún se sigue descubriendo.

Verne anticipó el viaje a la Luna en una nave tripulada por tres hombres, tal como ocurriría un siglo más tarde. También la invención del submarino, que se incorporaría a la flota bélica durante la Segunda Guerra Mundial.

Apenas unos años después, H. G. Wells dejó varias obras que pasarían a formar parte del canon del género y, entre ellas, una que anticipó la bomba atómica unas décadas antes de las explosiones que ensombrecieron al mundo en Hirhoshima y Nagasaki, en la novela "El mundo liberado" de 1914.

En 1932 Aldous Huxley publicó Un mundo feliz (Brave New World, en su título original), la celebrada distopía que anticipaba la ingeniería genética al contar cómo en este mundo regido por el “fordismo” —una suerte de teocracia basada en la figura de Henry Ford— las personas nacían en castas genéticamente programadas. En la fecha de su publicación ni siquiera se había descubierto el ADN.

La distopía que tal vez cobró mayores resonancias dramáticas en estos tiempos es la creada por George Orwell con su novela "1984". Publicada en 1948, la obra postulaba una sociedad terriblemente autoritaria -cuya inspiración real no era otra que el estalinismo dominante en la Unión Soviética- donde todos eran hipervigilados por el Gran Hermano. Si bien en esta poderosa ficción la figura del Gran Hermano representaba al tirano, la tecnología y la industria del entretenimiento dio un giro inesperado y convirtió al público en el gran ojo omnisciente.

Ray Bradbury soñó con la colonización de Marte y a partir de ello creó una serie de relatos que se convertirían en clásicos universales. En Crónicas Marcianas el autor estadounidense describe una casa totalmente automatizada que limpia y cocina para sus ocupantes, lo que hoy se conoce como “casa inteligente”.

El poder anticipatorio de algunos autores no tuvo tanto que ver con los desarrollos tecnológicos, o no directamente. Pero a la vista de algunas catástrofes naturales recientes novelas apocalípticas como La sequía o El mundo sumergido del británico James Graham Ballard parecen estremecedoras profecías.

¿Ficción o realidad? Una frontera que la imaginación cruza una y otra vez.

Las leyes de la robótica y su origen literario

Fue el escritor checo Karel Capek quien introdujo por primera vez la palabra “robot” en su obra R.U.R., publicada en 1920. La palabra viene del vocablo checo “robota”, que significa trabajo forzado o esclavo. Isaac Asimov publica en 1950 la obra Yo, robot, una serie de relatos que desarrollaban las tres leyes de la robótica y continuará en otras obras en torno a estas máquinas “positrónicas”, diseñadas para cumplir las órdenes de los humanos. Las tres leyes de la robótica son: “1) Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño. 2) Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley. 3) Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”.

El reloj presentado por Apple en 2013 fue predicho en un cómic.
El reloj presentado por Apple en 2013 fue predicho en un cómic.

El reloj de Dick Tracy

A finales de 2013 Apple lanzó el Apple Watch, un reloj inteligente que se conecta al celular vía bluetooth para navegar en él desde un dispositivo que podemos llevar en nuestros brazos. El aparato, que parecía una idea reciente, ya había sido visto en el protagonista de la tira cómica Dick Tracy (1940), un detective de policía duro e inteligente creado por Chester Gould. El personaje solía comunicarse con sus agentes a través del reloj, un uso impensado para aquel dispositivo hecho de precisos engranajes y minúsculas piezas mecánicas.

La tablet era utilizada por los astronautas de 2001: Odisea del Espacio.
La tablet era utilizada por los astronautas de 2001: Odisea del Espacio.

Las tablets y las videollamadas

La película 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick, estrenada en 1968 anticipaba algunos desarrollos tecnológicos todavía inexistentes en esa época. Tal vez el más notorio es la tablet, utilizada por los astronautas para ver las noticias mientras almorzaban en la nave espacial. También hay videollamadas, pero en rigor, estos dispositivos ya habían sido predichos en 1927 (¡!) por Fritz Lang en la futurista Metrópolis. En cambio, el uso de satélites para la comunicación global fue claramente predicho por el film de Kubrick.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad