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Un escritor que cambia pero siempre vuelve

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Hernán Casciari vuelve con la revista Orsai, que editó en 2011 por primera vez.

Hernán Casciari empezó escribiendo un blog. Después pasó a los libros, el teatro, fundó una revista, Orsai, que se convirtió en mítica y que ahora regresa.

Hernán Casciari es un escritor que escribe cuando tiene ganas o cuando fuma. Sin embargo, dejó de fumar en diciembre de 2015 y, cada tanto, publica una nueva entrada en su blog. Pero Casciari no es un simple escritor de blogs. Para hablar de Casciari hay que hablar de Argentina, de España, de fútbol, de Messi y de perros, hay que hablar de proyectos y de teatro, hay que hablar de Chichita, su madre y de Nina, su hija, hay que hablar de Julieta, su novia, y de la hija que están esperando juntos. Para hablar de Casciari hay que hablar de su infarto y de su relación con Uruguay. Y ahora, para hablar de Casciari, hay que hablar del regreso de la revista Orsai, que el escritor editó por primera vez entre 2011 y 2013.

Nació en Mercedes, Argentina, el 16 de marzo. Hace tres días cumplió 46 años y hace tres días y seis años escribía, para la editorial del segundo número de Orsai: "En este preciso momento cumplo cuarenta años. Pienso, sin opción a pensar en otra cosa, que todas mis primeras versiones (…) soñaron con que la madurez llegara de este modo: en el medio de un proyecto loco y bueno en el que estén los viejos amigos". Hoy, el proyecto loco, bueno y con amigos está esperando ansioso su "segunda temporada". Y es que el domingo 25 de junio saldrá el primer número de la nueva etapa de Orsai, una revista de literatura, crónicas, historietas, reportajes y otros textos, que no tendrá publicidad, uno de sus sellos distintivos.

Pero para llegar a Orsai o para llegar al presente de Orsai, Casciari fue y vino, escribió cientos de textos, creó una editorial, publicó libros, hizo recitales de cuentos, se sacó fotos con sus lectores, fumó y tomó, se divorció, se puso de novio, infartó, casi se muere, dejó de fumar, dejó de escribir y se transformó en actor, productor y director teatral y con él, lo hizo gran parte de su familia, que forma parte del elenco de Una obra en construcción, que hacen hace más de un año.

Del blog a la editorial.

Empezó a escribir en una revista local de Mercedes. Después, cuando se fue a vivir a Buenos Aires, comenzó un blog para que sus amigos y familiares pudieran seguir leyendo sus cosas. Sin embargo, según Chiri como Casciari llama a Christian, su amigo desde la infancia, el "gordo Hernán" cautivaba con sus redacciones desde niño: "Ya en la primaria las maestras elegían sus redacciones para leer en voz alta, y nosotros esperábamos ese momento porque nos divertía", recordó en la presentación de uno de sus libros. Allí también contó cómo desconocidos o conocidos no muy cercanos se han enterado de sus "secretos" gracias a que Casciari ha escrito sobre ellos en el blog.

Es que, basta con leer tres o cuatro de sus textos para saber que su literatura es totalmente autorreferencial o, en todo caso, nace de su propia experiencia o de experiencias de sus conocidos. Lo que sí es seguro es que leer a Casciari es conocer su vida. Así, en textos como "Nunca me importó el fútbol", el argentino confiesa que, aunque ha escrito sobre fútbol y uno de sus textos más conocido sea "Messi es un perro", el fútbol solo le gustaba para poder tener un tema de conversación con su padre. Y en textos como "Me hago cargo", hace público su arrepentimiento sobre acciones y palabras que lo convirtieron en "machista": "Entre los nueve y los catorce años escondí de mi papá las poesías que escribía para que no me creyera femenino. Entre los seis y los quince años jugué a deportes de fuerza para demostrar masculinidad", escribe Casciari y se hace cargo. "Solamente vengo a decir que soy culpable y que fui parte del problema".

Después del blog o, mejor dicho, mientras escribía para su blog, fundó la revista Orsai y luego una editorial con el mismo nombre, y con ella publicó libros, como El pibe que arruinaba las fotos, El nuevo paraíso de los tontos o Más respeto que soy tu madre, que luego Antonio Gasalla llevaría a las tablas. Con sus textos hizo una obra de teatro y se transformó en un narrador oral profesional. Tanto es así que todas las semanas tiene una columna en el programa Perros de la calle, de radio Metro en Buenos Aires y desde enero es columnista en el programa Todo pasa, de Océano FM.

Extrañar argentina.

Vivió en España por 15 años con su exesposa Cristina. Con ella tuvo a su hija, Nina, que se transformó en personaje de varios de sus relatos. Por lo tanto, Nina, hoy de 12, es uno de los miembros de su familia que se sube al escenario con Una obra en construcción en cada ocasión (cada dos meses "si se porta bien") en la que viaja a Buenos Aires para ver a su padre.

No fue del todo feliz su tiempo en España. "Yo nunca dejé de mirar a Argentina, nunca dejé de extrañarla", había dicho Casciari en una entrevista y alguna vez confesó que lo único que lo mantuvo en ese país fue su hija. "Yo no salía de mi casa en España, estaba deprimido", confesó también. Así, su vida se basaba en fumar un cigarrillo, escribir, fumar otro y releer, fumar marihuana y reescribir. Durante su tiempo en Europa, Casciari llevó una vida "autodestructiva" depresiva y sedentaria. Incluso, el "gordo" confesaría después que estaba seguro de que se iba a morir en 2016: "Lo había asumido con cierta resignación y no creía que se pudiera hacer nada. De hecho, no me hacía chequeos médicos porque la única novedad de los resultados era saber dónde estaba mi cáncer, en qué parte del cuerpo", escribió en su texto "Un error de cálculo".

Pero el 6 de diciembre de 2015 pasó lo que tenía que pasar para que el escritor decidiera dejar todo y volverse a su Argentina querida. Pasó lo que tenía que pasar que Casciari no muriera resignado en una muerte que ya había asumido.

Ese día, que se transformó en su nueva fecha de nacimiento y que lo hizo compatriota de los uruguayos, a Casciari le dio un infarto en Montevideo. Y, lejos de lo que podría ocurrir cuando una persona infarta, al "gordo" el infarto lo hizo feliz.

Casciari había venido a Montevideo a hacer un recital de cuentos. Alquiló una casa por Internet dispuesto a instalarse en ella por un fin de semana con quien, en ese entonces, era su nueva novia, Julieta. Era domingo en la casa de Javier y Alejandra, sus anfitriones, cuando empezó a sentir un ardor en el centro del pecho. "No era un dolor intenso, así que durante un rato elegí pensar que tenía acidez. En el fondo yo sabía que esos pinchazos estaban en el corazón y no en la barriga, pero es tan necesario negar la muerte cuando le ves el plumero", dijo después de volver a nacer. Después del dolor y de confirmarle a Julieta que sabía que estaba infartando, Javier y Alejandra los llevaron al Hospital de Clínicas en el que estuvo internado por un tiempo.

Hasta ese momento, Hernán Casciari era un "gordo que solo era feliz cuando fumaba y escribía". Después del infarto, obligadamente se alejó de todos los malos hábitos que frecuentaba. "En el momento en que me infarté supe que, si no me moría, lo próximo que iba a escribir sería un texto triste y sin gracia, un texto libre de humo como los bares de este siglo", escribió, como para despedirse del escritor que hasta entonces había sido.

Compatriota

Siempre tuvo una relación fuerte e idílica con Uruguay, aunque no sepa del todo por qué. De hecho, los personajes de sus primeras dos novelas, que nunca publicó ni compartió con nadie, eran una mezcla de uruguayos y el álter ego del escritor. De hecho, cuando era niño y vivía en Mercedes, deseaba tanto ser uruguayo que cuando en los actos escolares tenía que cantar el himno, en vez de cantar "Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Libertad, libertad, libertad!", cantaba "Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Uruguay, Uruguay, Uruguay". Así que infartar en Montevideo no solo lo hizo dejar atrás una vida destructiva, sino que le dio la posibilidad de decir que tiene dos fechas de nacimiento y que nació en dos países: el 16 de marzo en Argentina y el 6 de diciembre en Uruguay.

Después de ese episodio, Casciari decidió hacer lo que hacía mucho ansiaba: volver a vivir a Argentina. Y aunque no puede fumar para escribir, confiesa que volvió a ser feliz. "Hacer teatro me divierte mucho, me divierte tanto como cuando me podía sentar a escribir y a fumar tranquilo. Entonces agradezco mucho que haya como un escalón suplementario que me permita seguir disfrutando con historias", dijo en una entrevista antes de presentarse con su obra en Uruguay, su segundo lugar en el mundo.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Hernán Casciari vuelve con la revista Orsai, que editó en 2011 por primera vez.

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