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El encanto de conocer Brno

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Brno

VIAJES

La segunda urbe más importante de República Checa tiene uno de los despliegues de arquitectura barroca mejor conservados de Europa y bares para no perdérselos.

Brno

Habíamos recorrido Brno por arriba y —literalmente— por abajo, y teníamos buenas razones para preguntarnos por qué no era un destino más popular entre los viajeros que insisten en apretujarse en la tan bella como ultraturística Praga. Después de todo, está a solo dos horas y media de viaje, en un tren que es una experiencia en sí misma (casi todos los trenes lo son).

El punto es que estábamos terminando nuestro único día en Brno y, mientras esperábamos el café (es un buen sitio para tomarlo; hay quienes dicen que los mejores cafés de República Checa están aquí, no en Praga), repasábamos lo que habíamos visto, apresuradamente, y la conclusión era que, sí, que valía la pena escaparse a la ciudad más poblada de Moravia, una de las tres regiones que conforman este país. Estas eran las razones.

Bajo tierra.

Lo primero que habría que saber de Brno es que su nombre se dice más fácil de lo que parece a primera vista: es algo así como "brrrr" —como si uno tuviera frío—, seguido de un "no" tajante. "Brrnó". Listo.

Sabido eso, que ensayamos en el tren, había que largarse a recorrer la ciudad, que no tiene la monumentalidad de Praga, pero tiene virtudes propias. De hecho, Brno es considerada una de las ciudades que mejor conservan la tradición barroca en sus edificios, aunque también es reconocida por los toques en sus calles de art nouveau.

Ninguna de las dos cosas podríamos verlas ahora mismo, cuando nos preparábamos para sumergirnos en los subterráneos de la ciudad. Lo que hay bajo las calles empedradas del centro histórico de Brno es un laberinto un poco inquietante de criptas y túneles, bóvedas y pasadizos, que se remontan en algunos casos a la Edad Media y que no se conocieron en detalle hasta mediados del siglo pasado, porque nadie se atrevía a explorarlos. Eso, hasta que una rotura de cañerías hizo que el piso cediera y una mujer, según se cuenta por aquí, desapareciera entre los túneles.

Se sabe ahora que aquí está el segundo osario más grande de Europa (bajo la iglesia de Santiago), pero lo que recorremos no es eso, sino que una serie de pasajes estrechos, con paredes de ladrillo, que cada tanto desembocan en espacios más grandes que, en el pasado, sirvieron como tiendas donde se vendían verduras o en tabernas.

Este es el sector que está unos cinco metros bajo el mercado Zeln trh, que hacia la Edad Media se usaba además para almacenar desde vino a animales, pero que también tenía unos usos más originales: una de las escalas del recorrido es el taller de alquimia, donde operaban algunos reconocidos cultores de esta disciplina, que en realidad eran solo los antepasados de los farmacéuticos.

Quizá lo mejor del circuito de las catacumbas de Brno —que no llega a ser temible, pero sí confuso si uno no tuviese un guía al que seguir— es cuando llegamos a las escalinatas finales, y nos asomamos a la superficie, hoy particularmente soleada.

Los mejores.

Hay dos famosos que salieron de Brno, pero ese dato se conoce poco. El primero es Milan Kundera (algo de su pasado en Moravia puede encontrarse en algunas de sus novelas), y el otro, en una categoría diferente, es Alex Kratena, considerado varias veces el mejor bartender del mundo.

El dato viene bien porque en los últimos años, la pequeña Brno —que tiene menos de 380.000 habitantes— ha ganado páginas en las revistas especializadas por su creciente escena de bares (varios de los cuales están entre los mejores de República Checa) y cervecerías artesanales. Para hacerse una buena idea de ese auge, uno podría partir a instalarse en JBM Brew Lab (facebook.com/JBMBrewLabPub), que está en el número 17 de una estrecha calle, Grohova, en un sector tradicional de la ciudad.

A primera vista, JBM podría pasar por un bar más o menos común, pero el panorama cambia cuando se enfrenta uno a la generosa lista de cervezas del menú, donde hay a lo menos una decena de nombres nuevos, etiquetas de microcerverías emergentes y ya premiadas, difícil de encontrar en cualquier otro lado.

Lo bueno de partir a buscar un sitio como JBM es que, en el camino, es fácil encontrar decenas de otros locales, pequeños, quitados de bulla, sin fama ni mucha gente, que bien valdrían una detención para anotarse con un dato propio para recomendar después. Y luego de probar varios de esos sitios, lo mejor es que Brno tiene fama de tener buenos cafés, y eso se justificaría solo con este otro dato: Skog Urban Hub, que hasta apareció en un artículo de The New York Times donde se le celebraba algo que uno nota: que aparte de su variedad de granos de calidad, el tostado lo realizan ellos mismos en una microtostaduría que funciona justo arriba de nuestras cabezas (skog.cz).

El tesoro.

La Villa Tugendhat es una de las obras del legendario arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, que fue construida para la familia de Grete y Fritz Tugendhat en los años 30, y que estos dejaron cuando la amenza nazi obligó a los judíos a partir.

La villa es uno de los hitos checos incluidos en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y se entiende: está llena de detalles arquitectónicos y tecnológicos que son un adelanto para su época, pero impresiona más por lo que deja en la vista: unos ventanales enormes, que permiten apreciar los jardines, con vistas hacia una ciudad —y sus monumentos, como el castillo de Spilberk y la enorme Catedral de San Pedro y San Pablo— que parece una postal de otra época.

La Villa ha sido tan significativa para el país, que se utilizó como sede para la firma de la disolución de Checoslovaquia, dando origen en 1992 a dos países separados: la República Checa y Eslovaquia.

Desde lo alto.

Brno tiene varios edificios característicos, con la catedral gótica de San Pablo y San Pedro como uno de los más notorios por su ubicación en la cima de la colina Petrov, pero son también los más concurridos en los circuitos turísticos: lo que es un decir porque no se ven las hordas de viajeros en cada rincón.

Pero si uno quisiera una mirada más panorámica, habría que partir a la torre del Antiguo Ayuntamiento, y que permite una vista sobre los techos de toda la ciudad antigua, con las torres de la catedral y el castillo Spilberk, que alguna vez se consideró una de las prisiones más temibles de Europa, al alcance de la cámara (o del teléfono).

Resultó una buena escala antes de volver a perderse un poco por las calles y partir a la Plaza de la Libertad, que es la más importante de Brno, rodeada de cafeterías y restaurantes, nuevos y tradicionales, donde los checos aprovechan ahora la tibieza de la tarde, y nosotros tratamos de explicarnos por qué tan poca gente viene desde Praga a este lugar. 

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