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Elizabeth Smart, 15 años después

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Elizabeth Smart

NOMBRES DEL DOMINGO

Tenía 14 años cuando estuvo secuestrada nueve meses. Transformó su brutal experiencia en activismo y una película cuenta su caso.

A Elizabeth Smart la secuestraron a los 14 años. Un hombre entró en su casa en medio de la noche y, a punta de cuchillo, se la llevó. Ella lo conocía como Emanuel, un predicador indigente a quien su padre había ayudado una vez. Su nombre real era Brian David Mitchell, un fanático religioso de 49 años que decía ser un dios davidiano. Eligió a Elizabeth para ser su primera "esposa virgen" y, tras alejarla de su casa, la llevó a un improvisado campamento en la montaña donde él mismo ofició un rito matrimonial y la violó diariamente por nueve meses.

Fue uno de muchos abusos que sufrió Elizabeth desde su secuestro el 5 de junio de 2002 hasta su rescate el 12 de marzo de 2003. El caso estuvo envuelto en fervor mediático de principio a fin: el misterio de la desaparición de una niña hermosa y de buena familia, la larga búsqueda, y el final feliz al encontrarla viva. La intensa cobertura fue esencial para encontrarla, pero para ella fue abrumador. "Cuando recién me rescataron, no quería hablar de ello. Quería dejarlo atrás y volver a ser la niña de antes. Me llevó un tiempo entender que eso no iba a pasar", dice.

Hoy Smart tiene 30 años, está casada y tiene dos hijos. Es muy alta y delgada, se viste de forma conservadora y su rostro mantiene los rasgos dulces de su niñez. No es la primera ni la última sobreviviente de un secuestro y violencia sexual, pero ha convertido la horrible experiencia en su misión. Es una célebre e incansable activista por las víctimas de abuso y las personas desaparecidas, y gira permanentemente dando discursos sobre prevención, promoviendo mejoras en legislaciones relacionadas y participando en diversas organizaciones.

—¿Qué la llevó a hacer tan pública su experiencia?

—Hay muchas víctimas que necesitan saber que no están solas. Porque es muy fácil sentir que lo estás. No quiero que otros pasen por lo mismo que yo. Es un objetivo para el futuro intentar prevenirlo.

Familia y fe.

La segunda de seis hermanos, Elizabeth nació en Salt Lake City, Utah. Sus padres, Edward y Lois, son devotos mormones, una fe a la que Elizabeth atribuye parte de su recuperación. Pero lo principal, dice, fue la familia". Hubo muchos momentos durante el cautiverio en que pensé que no iba a ser capaz de sobrevivir, y rogaba silenciosamente que alguien me matara. Pero venía de una familia muy unida y fuerte, y había tenido 14 años siendo cuidada y apoyada. Entendí que eso no cambiaría, y aunque perdiera todo lo demás, mis padres no dejarían de amarme. Me dio fuerza y me ayudó a tomar la decisión de hacer lo que fuera para sobrevivir", cuenta.

Pasaron siete años entre el arresto de Mitchell y su esposa legal, Wanda Barzee, que lo ayudó en el secuestro, y el juicio, en los que se debatió sobre el estado mental de los acusados. Barzee se declaró culpable en 2010 y fue sentenciada a 15 años en prisión; Mitchell a cadena perpetua.

Elizabeth no olvida algunas recriminaciones que enfrentó por no haber intentado escapar, especialmente cuando Mitchell se paseaba con ella por las calles, aunque le escondía el rostro con velos. En esas instancias, mantuvo el silencio por miedo a las consecuencias.

"Sé exactamente cómo se siente que alguien te diga deberías haber hecho esto o lo otro. Y es devastador, porque hiciste lo posible por sobrevivir, y dio resultado. ¿Creen que disfruté que me hicieran daño?", se pregunta.

—¿Cómo ha influido eso en su trabajo con otros sobrevivientes?

—Es un enorme tema para mí. No importa si estás ebria y corriendo por la calle desnuda: no merecés que te violen. Como público no podemos decir esto no le hubiera pasado si... o ¿qué ropa vestía? Lo hacen para distanciarse, porque creen que no les va a pasar si son cuidadosos. Pero con el crimen no importa dónde estás, cuál es tu clase social o nivel de educación. Yo vivía en un buen barrio y con una buena familia, y me secuestraron de mi propia cama. Al culpar a una víctima no ayudamos, solo exponemos nuestra ignorancia.

Elizabeth contó su versión por primera vez en 2013, en el libro My Story, y recientemente lo hizo en la película Soy Elizabeth Smart. La cinta dramatiza con sorprendente realismo el cautiverio. "A través de los años se me ha acercado gente que me dice: No puede haber sido tan terrible, porque te ves muy bien y feliz. Este proyecto fue una forma de decir: Sí, fue tan malo y así fue exactamente como sucedió", explica.

Ella creó la Fundación Elizabeth Smart para incrementar la conciencia sobre los delitos de que son víctimas los menores. Para ella, el libro fue otra forma de cerrar este capítulo de nueve meses de brutalidad en su vida.

"Quiero que la gente sepa que soy feliz con mi vida en este momento", declaró Smart al diario La Opinión. "Más aun, asimismo quisiera llegar a las personas que podrían no encontrarse en una buena situación. Quizá atraviesan una situación similar a la que viví", apuntó.

—¿Perdonó a sus secuestradores?

—Sí. Pero no en la forma en que nos enseñan cuando somos niños, cuando decirle lo siento a alguien significa que volverás a ser su amigo. No creo que el perdón sea así. A mis captores no les importa que yo los perdone. Para mí fue dejar ir los horribles sentimientos y las cosas que me pasaron, y continuar con mi vida. Los perdoné, pero no quiero volver a verlos ni que salgan de prisión. 

Estuvo nominada a un Emmy

Elizabeth Smart estuvo nominada este año a un premio Emmy por su rol de corresponsal especial del programa Crime Watch Daily with Chris Hansen.
"No puedo creer que esto esté sucediéndome", escribió Smart en su cuesta en Instagram donde también posteó junto a una foto del certificado otorgado por la Academia Nacional de Televisión y Arte de Estados Unidos.
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