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El esperado regreso de Lorelai

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Para ella fue el mejor papel de su vida; temía que se terminara la magia.

Lauren Graham volvió al papel que la hizo famosa en un revival realizado por Netflix de Gilmore Girls, nueve años después de su fin.

Extrañaba a Lorelai, hasta quizás sin darme cuenta. Lo supe cuando Netflix anunció después de años de rumores que Gilmore Girls volvía, al fin, con una temporada realizada en exclusiva para esa plataforma. Era como recuperar a una vieja amiga, irónica, espontánea, divertida y, sobre todo, muy humana. Era, más allá de cómo resultara este revival, la felicidad anticipada de un encuentro entrañable e inesperado.

Poco había sabido de Lauren Graham (49) desde que la serie, tras 153 capítulos entre 2000 y 2007, había llegado a su fin. Y si bien en aquel entonces varios medios especializados señalaban que Girlmore era solo el comienzo para ella y Alexis Bledel, su hija Rory en la ficción, ambas quedaron bastante ligadas, al menos para una generación, a aquel papel.

En Gilmore Girls Lauren encarna a una madre soltera que deja de lado su orgullo y recurre a sus padres —de quienes estaba distanciada— para poder matricular a Rory en un buen colegio y una mejor universidad. Ellos aceptan, con la condición de que cenen con el matrimonio cada viernes, una cita que terminó transformándose en uno de los momentos más esperados, en especial en las primeras temporadas.

Lauren se refirió hace poco a su propia infancia. Nacida en Honolulu (Hawai), fue después de los cinco años criada solo por su padre, luego que el matrimonio se divorciara, su madre partiera a Londres y ellos a Washington. "Como cualquier niño, sólo pensé que lo que tenía era normal", dijo a People. "El divorcio era menos común, y tener a mi papá como padre soltero era inusual, pero nos divertimos mucho".

Ya en la escuela se dio cuenta de que la actuación era lo suyo, un camino que siguió en la secundaria, integrándose a varios elencos y más adelante con una Maestría en Actuación. Intentó probar suerte en Nueva York, pero poco después se mudó a California. Lo primero que hizo fueron comerciales y luego sí consiguió actuar en varias series como Seinfield y Law & Order. En 1998 logró su primer rol en el cine en Confessions of a sexist pig.

Faltaba poco para que llegara su gran oportunidad con el papel de Lorelai. "Fue la mejor experiencia que he tenido", decía cuando la serie estaba en su apogeo. Y volvió a repetir esas mismas palabras hace poco tiempo, cuando terminó de grabar este revival en cuatro capítulos.

Entre medio, Graham ha estado en varios proyectos cinematográficos y televisivos. Uno de sus mayores éxitos tras Girlmore fue Parenthood, serie en la que hacía de una mujer separada y con dos hijos, hermana de Adam, interpretado por Peter Krause, su pareja desde entonces. También se dedicó a la escritura — su novela Someday, Someday, Maybe, de 2013, rápidamente se convirtió en bestseller de The New York Times—, ha sido el rostro de varias marcas y creó Good Game, su productora. Incluso, tiene su propio récord: ha sido la artista más invitada al show de Ellen DeGeneres; fue nueve veces.

Experiencia.

Gilmore Girls había tenido esa capacidad de cosechar millones de seguidores y, a la vez, permanecer en la memoria emotiva de una generación que creció a la par de Rory y ahora está mucho más cerca del rol de Lorelai. Eso y Netflix, en su permanente búsqueda de generar éxitos, parecían ser el mix perfecto. Tenían algo a favor: la guionista Amy Sherman-Palladino intentaba hace años un regreso de esta historia. Era una suerte de revancha, después de que Warner los dejara —a ella y su marido Daniel, coautor— fuera de la última temporada.

Faltaba el resto. Convencer a las protagonistas no fue una tarea difícil, más si se toma en cuenta que Lauren y Alexis cobraron cada una 750.000 dólares por capítulo, convirtiéndose así en las intérpretes mejor pagas de la tevé, solo superadas por Kaley Cuoco de The Big Bang Theory.

Con el resto del elenco tampoco hubo mayores dificultades, salvo por Melissa McCarthy, la entrañable chef Sookie St. James y mejor amiga de Lorelai, quien se ha convertido en la más famosa de aquel clan y tuvo algunos malos entendidos con la producción. Luego los guionistas debieron sortear un problema no menor: Edward Herrmann, que personificaba al entrañable Richard, padre de Lorelai, falleció en 2014.

Decidieron abordar esa pérdida como una oportunidad: Gilmore Girls: A Year in the Life toma como punto de partida cómo estas tres mujeres enfrentan esa muerte.

Para Lauren el regreso de Gilmore fue un desafío. Y así se lo tomó. Pasó tres días encerrada en su apartamento mirando las siete temporadas de la serie. Y después, cuando llegó el turno de leer el guion de los cuatro capítulos, le dio mil vueltas al asunto; sentía que si lo hacía se terminaba la magia. "Yo estaba preocupada por dónde iba (la historia) y si estaría decepcionada, pero finalmente tuve que hacerlo porque realmente tenía que grabarlo. Me senté en la mesa de la cocina y lloré desde la primera página hasta el final. Fue la mayor experiencia emocional", dijo poco antes del lanzamiento.

Como siempre, después del estreno hubo todo tipo de comentarios. Uno de los más repetitivos sobre Lauren es su obvio retoque estético. Ella se quedó ajena a las críticas. Estaba enfocada en que se acabaría la magia. Y, de hecho, fue lo que sintió. "Disfruté enormemente y quedé arruinada de por vida porque no hay algo que me calce mejor que esa escritura y ese programa. Estoy tan feliz de poder haberlo hecho. Simplemente no lo puedo explicar. Fue todo lo que quería hacer y más".

La segunda fue la vencida

Lauren Graham y Peter Krause se conocieron en 1995. Y aunque conectaron entonces los horarios, agendas y la timidez les apartó el uno del otro. "Creo que nos gustábamos, pero él me pidió que fuera a su casa a jugar un juego de mesa y es exactamente lo que hicimos", comentó Graham. "Así que fue como: A este no le gusto. ¿Quién juega a un juego de mesa?… El momento no era el adecuado. Creo que ninguno de los dos estábamos listos", aseguraba. Después, se reencontraron en Parenthood y ya no se separaron. Según ella, el éxito de la relación está en la comunicación. "Es realmente mi persona favorita con quien hablar. Y siempre me hace reír. Es muy, muy divertido".

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