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Dulceida, la treintañera que hizo un imperio de su vida en Instagram

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Dulceida. Foto: Reuters
Dulceida poses on a red carpet as she arrives at the 2019 MTV Europe Music Awards at the FIBES Conference and Exhibition Centre in Seville, Spain, November 3, 2019. REUTERS/Jon Nazca
JON NAZCA/REUTERS

NOMBRES

Oriunda de Barcelona, es una de las influencers de habla hispana más conocidas. De su nombre y su historia ha hecho un imperio en las redes.

Dice Dulceida que su mensaje es el amor. Que lo que brinda en sus redes cada vez que sube algo, aunque pensado y editado, es una forma de dar amor. Es también, claro, su trabajo. Las fotos son muy cuidadas: ya conoce las poses, las expresiones y lo importante que es mostrarse espontánea. Sabe, además, que hay que tener constancia y entender, ante todo, que una vez que se decide ser influencer, los otros requerirán saber más y sentirse cerca.

Dulceida convive con eso desde hace unos diez años, aunque la intensidad de su fama creció en 2013, cuando empezó a subir videos de maquillaje en su canal de Youtube y la empezaron a mirar ciento de miles. Cuando subió un repaso a 50 datos que probablemente esos seguidores no sabían de ella, porque querían saberlo, comprobó su alcance.

Ahora, a sus 30 años, es la influencer española más famosa. Trasciende fronteras y es difícil que su nombre no resuene en varios puntos de América Latina. Alguna vez, en un encuentro con fanáticas en Bilbao, fueron desalojadas por la policía por el número desorbitante de personas reunidas. Para los seguidores de la moda, Dulceida ha sido inspiración. Para los amantes de los viajes, ha sido un portal en el que ver postales bonitas de lugares de ensueño.

Dulceida.
Tiene 2.6 millones de seguidores en Instagram

La fama, construir un nombre que es una marca en sí misma y que la imagen de esa empresa sea su propia cara, que todos quieran ser ella o hablarle o simplemente dejarle un “hola” de pasada, trae de todo: oportunidades de negocio, por ejemplo.

Alcance

A Dulceida la llaman para publicitar marcas mundialmente conocidas, para “aparecer”, para diseñar una colección de ropa a su antojo con una grifa de gran popularidad en España, para viajar a tal o cual destino. Hasta quisieron pagarle por la difusión exclusiva de su día de bodas con Alba Paul, algo a lo que se negó rotundamente porque quería mostrarlo todo ella en sus propias redes.

El comienzo de esa historia ya lo había contado ella cuando presentó a Alba o cuando tuvieron que hacer frente a comentarios homófobos porque, ante todo, les importaba ser un ejemplo para las cientos de seguidoras jóvenes que se habían sentido más libres gracias a ellas. “Antes me seguían por la moda, por los viajes, por las fiestas o por cómo era, pero luego se sumó gente que me seguía por la visibilidad y por normalizar una relación entre dos chicas”, dice a Icon.

También su historia (o compartirla tanto) ha sido criticada por muchos que la acusan de mercantilizar su vida privada, pero Dulceida, en entrevista con Antena 3, explica por qué decidió hablar de eso. Tener la necesidad de explicar cosas todo el tiempo es parte de la vida expuesta: “Cuando lo conté yo llevaba ocho meses o nueve con ella. Yo estaba todo el rato con ella y me apetecía subir fotos con ella. Y yo sabía que si subía una foto dándome un beso o cualquier cosa, iba a ser un caos de preguntas. E iba a ser eso en esa foto y en las que subiera durante los tres meses siguientes. Porque cuando dejé con mi expareja porque era también eso. Habíamos dejado hacía cuatro o cinco meses cuando lo conté, y todos los comentarios eran sobre eso (…). Entonces dije: ‘Lo cuento, no me importa’. Fue un poco duro porque fue una relación muy larga, había trabajado conmigo, todo, pero lo cuento y así esto se acaba, y se acabó. También me apetece contarlo porque es mi segunda familia. Gracias a toda la gente que me sigue estoy donde estoy.”

Como empresaria ha creado sus propios productos y no precisa más que a ella misma, a su grupo de amigas, su esposa, su hermano o su madre para promocionarlo. En su tienda online tiene desde joyas y ropa especialmente diseñadas bajo su supervisión, un perfume, zapatos, accesorios para el celular, tazas, estuches, pegotines para el rostro, espejos, peines, brochas, monederos, diademas. La lista podría seguir. También ha diseñado su propia hamburguesa, tiene una empresa de representación de influencers que maneja su madre, Anna, y desde 2016 organiza el festival Dulceweekend para 6.000 personas con DJ, música en vivo y moda.

Ser conocida es el fruto de haber trabajado durante diez años para lograr ese alcance que hoy se traduce en 2.6 millones de seguidores en Instagram o 2.7 millones de suscriptores en Youtube.

En estos años Dulceida también ha aprendido que ser figura pública en su máxima expresión (y por opción) no siempre es sencillo, y que los errores cobran una visibilidad incontrolable. Como cuando fue a Ciudad del Cabo y la criticaron por las fotos de niños del lugar usando sus lentes de sol o por la foto suya en una bañera mientras en la ciudad africana había sequía. La chica pidió disculpas por lo de la bañera y dijo que la foto de los niños era espontánea.

Sobre las críticas, dice a la revista Cosmopolitan que todo depende del momento. “Si estás de bajón, te duelen más cinco críticas que cien comentarios buenísimos. A mí me ha pasado, y creo que es solo porque somos humanos”.

Ser simplemente Aida Domenech

Su verdadero nombre es Aída Domenech. Creció en Barcelona y jugó y miró muchas películas infantiles con su hermano Álex. Dice que tuvo una infancia de esas felices junto a su familia. Como Aida también soñó con ser actriz, de niña hizo castings, anuncios, teatro y de más grande incluso llegó a estudiar tres años de interpretación en Madrid. Pero luego, todavía como Aida, el mundo de internet le mostró otra cosa, y mientras trabajaba atendiendo en una tienda, quiso convertirse en estilista.

Sus primeros pasos fueron en el blog Dulceida (hoy abandonado) donde contaba aventuras por las fashion weeks, compartía fotos de atuendos que armaba y de sus viajes y salidas a la noche con amigos. Tenía 19 años y jugando encontró su propósito. Como Dulceida ha construido un imperio.

A veces, solo a veces, sobre todo cuando su estado de ánimo está cabizbajo por el cansancio o las críticas, Aída quisiera pasar al anonimato. Tener miradas atentas a todo es cansador en sí mismo. Lo que sube a sus redes, ha dicho, es tan solo un 10 por ciento de su día. “Es verdad que me gusta mostrarme transparente y sincera, pero hay detalles de mi personalidad que no se ven, como el mal carácter que tengo”. Pero entonces sabe que para los malos días tiene su red de amor y sostén incansable.

Cuando se acaben los “likes”

Este año se anunció la eliminación del “Me gusta” en Instagram, algo que puede ser contraproducente para los influencers. Para Dulceida, no tanto: “Se acabará con la compra de seguidores y con la obsesión por los ‘likes’. Hay chicas que están enfermas por conseguir corazones, cuando en realidad no importan nada”, dijo a la revista Cosmopolitan.

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