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"La diversidad de estilos hace que el tango sea más rico"

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"Soy muy exigente, me gusta que se respete al público", dice Maia Castro

Cantante desde la cuna, pasó por la murga y el rock para quedarse con las milongas y el dos por cuatro. Con una exitosa carrera solista, quiere llegar aún más fuera de fronteras.

Es que no lo puedo evitar", dice Maia Castro al tiempo que toca unos acordes y tararea en el living de su casa. Había agarrado la guitarra instantes antes a pedido del fotógrafo de El País y aunque él le aclaró que no era necesario hacerla sonar, Maia claramente no puede dejar de hacerlo. No es para extrañarse. Esta mujer de 35 años, hoy una de las intérpretes y compositoras más importantes de tango y milonga de Uruguay, canta desde que tiene memoria.

Exigente, perfeccionista, talentosa, estudiosa, casi antropóloga, mezcla de sangre libanesa, portuguesa, española e italiana Maia Castro derrocha energía y pasión por lo que hace. Lo hace en el escenario pero también cuando habla de música. Cuando cuenta de aquella niña que con cuatro o cinco años componía mientras escuchaba cantar a su padre, de la que después se aburría en las clases de piano, de la que aprendió sus primeras armonías de la mano de Juan Campodónico, de la que se subió a los tablados con la Antimurga BCG, de la que estuvo en varias bandas y de la que en 2005 se largó como solista y logró vivir de la música. De aquella que solo cantaba canciones de otros a esta que ganó confianza y tiene en su último disco Milongas, tangos y otros vientos siete temas de su autoría. Y de la que desde siempre tuvo claro que quería cantar.

—¿Cómo definís tus canciones?

—Tienen generalmente mucha raíz tanguera, algunas son tangos y otras no, mucha raíz de milonga también y mucha raíz folklórica. Obviamente representan lo que soy y toda mi formación musical. Yo no vengo solo del tango, vengo del rock, del blues, de la murga —aunque no hay nada de murga en mis canciones pero sí en mi forma de cantar—. Tengo una forma de cantar que es bastante montevideana, del canto popular montevideano. Obviamente en mis canciones se ve reflejado en todo eso y en mi forma de interpretar también.

De la Murga y el rock.

El camino profesional de Maia comenzó cuando a los 15 años decidió presentarse a un llamado para integrar la BCG, conjunto que había integrado su padre. A esa altura no sabía si quería dedicarse a la música pero sí que quería cantar. Compitió con un montón de gente y la eligieron. La decisión parece acertada: fue nominada como mejor voz del Carnaval 1996. La experiencia fue, dice, increíble. Al conjunto entró una Maia tímida y se construyó una artista que le perdió miedo al escenario y descubrió el potencial de su propia voz. Y que aprendió del "flaco" Jorge Esmoris "piques" que aplica hasta hoy, como dónde mirar cuando está arriba del escenario o qué hacer cuando está nerviosa en una presentación.

En paralelo, Maia cantó en bandas como Malena Morgan — "tenía una cosa rockera bastante fuerte, con letras y músicas complejas" —y se preocupó por estudiar canto. Lo hizo en la Escuela Universitaria de Música y aunque la lírica no era lo suyo la técnica sí le sirvió, y mucho. Todas esas fueron búsquedas que tuvieron un punto de inflexión en 2005, cuando se planteó hacer algo suyo. Habló con el guitarrista Eduardo Mauris y juntos empezaron a ensayar un repertorio básicamente compuesto por tangos.

—¿Y por qué el tango?

—Porque empecé a hacer una lista de canciones que quería cantar. Fue eso más que nada. Y el sesenta por ciento eran tangos. ¿Por qué? Porque me gustaban, nada más.

El vínculo de Maia con el tango no viene especialmente de su hogar, donde sonaban más Zitarrosa, Silvio Rodríguez o Serrat, aunque recuerda que cada tanto su padre entonaba Mi vieja viola. Fue en lo de sus abuelos y en la casa de Martín Perrone, un amigo cuyo padre era guitarrista de tango, que mientras escuchaba ensayar a figuras como Ricardo Olivera o Marlene Otero el tango se le hizo familiar. Tanto, que años más tarde descubriría que es de lo vivido en esa época que sabe un montón de letras y melodías. De esa primera selección con Mauris pasaron a las presentaciones en boliches. El primero disco no se hizo esperar y en 2007 editó Maia Castro.

—El tango es un género tradicionalmente masculino. ¿Te lo hicieron sentir?

—Claro. Yo lo viví en carne propia cuando arranqué. Por un lado me decían que estaba bueno lo que yo hacía pero también que tenía que agarrar más los piques tangueros y no se qué, no se cuánto. Y yo nunca tuve interés en ser una cantante de tango. Soy una cantante y mucha de la música que hago son tangos, pero yo los quiero interpretar como Maia Castro no como los interpretaba Gardel, primero porque creo que no le llego ni a los tobillos a Gardel, pero además esas cosas ya se hicieron, están buenísimas, me encanta escucharlas, pero no quiero repetir lo que ya se hizo. Tampoco es un capricho de que quiero hacer algo nuevo por hacer algo nuevo. Voy a hacer lo que yo sienta y como yo lo sienta.

En ese sentir Maia destaca la sinceridad artística. Y también una autoexigencia vinculada con el respeto hacia su público. Es muy consciente de que los hechos artísticos están dirigidos a un otro y actúa en consecuencia. Por eso intenta cuidar al máximo sus espectáculos y también disfrutarlos siempre, sean para cincuenta o para siete mil espectadores.

Vida, amor y desamor.

Maia tenía cuatro o cinco años y mientras su padre tocaba la guitarra ella empezaba a inventar melodías y letras. Todas bastante trágicas, dice riéndose, como una en la que se había perdido una paloma. De esa época conserva grabaciones que cada tanto escucha.

Desde ese momento siguió componiendo, aunque en un principio no incluyó temas suyos en su disco. El porqué lo relaciona con cierta inseguridad de no estar al nivel de las composiciones que estaba interpretando. Pero de a poco fue ganando confianza y tomándole más gusto a sus propias canciones.

En sus letras puede encontrarse "de todo", como ella misma define. Hay vivencias personales, canciones de amor y desamor, pero también situaciones que ve en la sociedad y quiere ponerlas en cuestión. En su presentación en noviembre en Paullier y Guaná, por ejemplo, incluyó Simplemente, una milonga no editada aún que habla del acoso que les toca sufrir a las mujeres por el simple hecho de serlo.

"A mí me rechina muchísimo, y sobre todo me rechina cuando salís fuera de Uruguay y te das cuenta que eso no pasa y podes andar por la calle y nadie te va a decir nada. Y acá es absolutamente invasivo y agresivo. No es que te dicen un piropo. Te dicen cualquier cosa. ¿Por qué esa persona tiene derecho a hacer eso? Es una invasión al otro. El hecho de que estas cosas se estén empezando a cuestionar es significativo y tiene que ver, espero, con que ese tipo de conductas empiecen a cambiar un poco".

Simplemente es ejemplo del proceso que viven las canciones de Maia. Compone siempre con la guitarra y a partir de una melodía es que empieza a surgir la idea de lo que quiere decir. Es bastante inconformista, va de atrás para adelante, vuelve a escribir. A veces una misma oración puede tener cuatro o cinco redacciones distintas. De hecho, hay varias partes de este tema que no la terminan de conforman y posiblemente cambien. "Es bueno mostrar las canciones porque arriba del escenario te vas dando cuenta de cosas que en tu casa sola no te dabas cuenta".

—La situación parece haber cambiado de cuándo empezaste...

—Sí, con el correr de los años ha ido cambiando. Si siempre hay una sola dirección, siempre te va a ir el mismo público, las mismas 200 personas. Actualmente hay un montón de mujeres que hacen tango. Todas tenemos un estilo súper distinto. Y está buenísimo porque la diversidad de propuestas hace que esto sea cada vez más rico y hace que gente que capaz que nunca se hubiera acercado al género se acerque.

De uruguay al mundo

En 2011 Maia estaba ensayando y recibió una llamada que cambiaría su carrera. "Me dijeron si me interesaba ir a tocar a un evento privado en Londres. Y ahí fui. Era una empresa que estaba radicada acá y que iba a hacer una presentación sobre Uruguay con gente de todo el mundo. "Estuvo divino, tocamos en los salones del Bafta (la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión), en pleno Picadilly Circus, nos trataron bárbaro". A partir de allí Maia se quedó con la idea de querer volver a tocar en Europa. Lo que no tenía claro era cómo hacerlo. La chance vino a partir del Mercado para las Artes, organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, que le permitió mostrar su música ante un auditorio de personas vinculadas a festivales en el exterior. Fue allí que conoció a un uruguayo que hace 30 años vivía en Dinamarca y trabajaba en un Centro Cultural. "Me dijo que quería que fuera. Y ahí empece a ver que esas cosas eran posibles y se podían hacer. A partir del contacto de él hice otros contactos y se fue armando, así de a poco". Primero fue a Dinamarca y después fue ampliando el espectro a Polonia, Finlandia, Noruega y Alemania. Para el año que viene ya planea otra gira por esos países.

Sus cosas

Su deporte

A Maia Castro le gustan mucho los deportes. A la hora de elegir se inclina por dos: andar en bicicleta y boxeo. "Entreno boxeo, solo hago el entrenamiento pero no hago la pelea, no me gusta pelearle a la gente ni que me peguen", comenta.

Su música

Para la cantante, decir un artista que prefiere escuchar no es sencillo. "Te juro que me gusta de todo", afirma. Si tiene que nombrar algunos elige Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Red Hot Chili Peppers y Zitarrosa. También suenan en su casa hip hop y música brasilera, en especial Marisa Monte y Lenine.

Su lugar

"Mi lugar siempre fue Cabo Polonio pero cuando no hay gente, no en enero sino, por ejemplo, en marzo", dice. Le gusta por la tranquilidad y porque geográficamente es "increíble". "He tenido la posibilidad de conocer otras partes del mundo y realmente es un lugar privilegiado".

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"Soy muy exigente, me gusta que se respete al público", dice Maia Castro

EL PERSONAJE i maia castroDÉBORAH FRIEDMANN

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