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Jil Sander, la diseñadora de la vanguardia

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Jil Sander

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La creadora alemana que impuso el minimalismo en la moda, celebra sus cinco décadas de trabajo con una retrospectiva.

Revolucionaria. Independiente. Atrevida. Estos son algunos de los conceptos que la diseñadora alemana Jil Sander ha escuchado en innumerables ocasiones durante sus cincuenta años de carrera. La prensa especializada los ha utilizado indistintamente tanto para hablar del sello de sus colecciones como para definir la personalidad de la creadora. Una mujer que a sus 74 años no solo es considerada una leyenda viviente de la moda y precursora de un estilo que transita entre la sobriedad y la vanguardia, también es descrita como una las mujeres más escépticas y kamikazes de la industria de la costura.

"Jil Sander se puede describir como la primera feminista de la moda", no duda en catalogarla la editora internacional de Vogue, Suzy Menkes, en una entrevista que le realizó a comienzos de diciembre con motivo de la inauguración Tiempo presente, una exposición que repasa obra en el Museum Angewandten Kunst (Museo de artes aplicadas) de Frankfurt hasta el 6 de mayo. La diseñadora, enemiga de los homenajes y renuente a las entrevistas, aseguró a Menkes: "Nunca he pensado en mí como feminista, pero tal vez lo fui, porque en mis inicios no estaba contenta con la forma en que las mujeres se presentaban a sí mismas... Estaba buscando un nuevo estilo para vestirme como una mujer trabajadora y como mis necesidades eran necesidades colectivas en la era de las mujeres que ingresaban al mundo de los negocios, mi trabajo resultó ser de gran ayuda".

Heidemarie Jiline Sander nació en el Norte de Alemania. Se formó como ingeniera textil en la Escuela de Ingeniería de Krefeld, en el Noroeste de Düsseldorf, y en 1963 se fue de intercambio a California donde se quedó por un tiempo para trabajar como redactora de modas para varias revistas. En 1965 regresó a Hamburgo, donde continuó trabajando en revistas de moda, al tiempo que desarrollaba colecciones de ropa para empresas textiles. En 1967 abrió una boutique en la que vendía prendas de diseñadores franceses como Sonia Rykiel y al año siguiente presentó su primera línea de modas conformada por trajes y vestidos de diseños minimalistas.

Aunque en Alemania sus diseños de líneas simples y de inspiración arquitectónica rápidamente ganaron popularidad, su internacionalización no fue sencilla: el primer desfile de modas que realizó en París, en 1975, fue totalmente ignorado por la prensa. Su propuesta empezó a cosechar éxito a mediados de los 80 y una década después, Sander era la principal representante de la estética minimalista que redefinió el código de vestir de los 90.

Jil Sander modelos

Sus diseños —conjuntos de chaquetas y pantalones en franela y de corte preciso, camisas blancas sin adornos o austeros vestidos— fueron alabados por la crítica. Sander encabezó a un grupo de diseñadores que seguían esta tendencia como Narciso Rodríguez o Calvin Klein. Entonces se transformó en un referente: la revista japonesa High Fashion la consideró entre los 12 mejores diseñadores de moda del mundo, Vanity Fair la bautizó como la "Reina del menos" por su estilo simple y sin ornamentos. También fue visionaria al empezar a colaborar con marcas deportivas como Puma en 1996: una tendencia que hoy es habitual entre todos los diseñadores. Su trabajo fue galardonado con el Bundesverdienstkreuz, el equivalente alemán de la Orden del Mérito, por la República Federal de Alemania por sus logros.

Irónicamente la simpleza de las creaciones de Sander —quien buscaba hacer "moda para la mujer que viste prendas de vanguardia, pero que no quiere sentirse llevando un disfraz"— requería de una estudiada estrategia. Entre otras técnicas, la alemana desarrolló la "apariencia de cebolla", que consistía en superponer varias prendas ligeras en un conjunto.

En 1989 Sander hizo pública su marca en la Bolsa de Frankfurt y utilizó el nuevo capital para expandirse en Asia y América del Norte. Fue el comienzo de una escalada comercial que terminó alejándola de la marca que ella misma creó.

Una década después, en 1999, el Grupo Prada compró una participación del 75% en la compañía, pero mantuvo a Sander como directora creativa d la firma. La aventura conjunta no funcionó.

En 2000 la alemana dejó la firma porque no aceptó los recortes propuestos por el presidente ejecutivo de Prada Patrizio Bertelli: a su juicio atentaban con la calidad de sus colecciones. Tres años después la diseñadora firmó una tregua con el ejecutivo y volvió a la marca para dejarla en 2004. "Las diferencias eran insuperables. Fue aún más triste la segunda vez. Vendí mis acciones y me desvinculé por completo", dijo entonces en una entrevista con Wall Street Journal.

En 2009 la diseñadora aceptó la oferta de la marca japonesa Uniqlo para crear la exitosa línea + J con diseños a precios democráticos. La sociedad duró tres años.

La tercera oportunidad con su marca homónima llegó en 2012. La firma ya tenía nuevo dueño (el holding japonés Onward Holdings Co. Ltd) y Sander pensó que volvería conducir la empresa a sus altos estándares anteriores. El intento otra vez fracasó: en 2014 presentó su última colaboración.

¿Qué ocurre hoy con Jil Sander? Mientras la marca se ha desperfilado con una rotativa de creadores —entre ellos el belga Raf Simons— que no han sabido mantenerla a flote, la mujer que creó la casa de modas esta más interesada en desarrollar proyectos artísticos independientes. Sin embargo, como dijo en una reciente entrevista con Vogue, aún le preocupa su marca: "Quiero que sus nuevos diseñadores tengan éxito, que vuelva tener el prestigio del pasado". 

Pura, austera, minimalista y pionera

"Siempre toma un poco de tiempo para que la gente entienda un nuevo estilo", aseguraba Jil Sander a The New York Times, "Existe un cambio generacional. Queremos vestir a mujeres para que se sientan libres y modernas. No quiero que se vean retro o de otra década, eso sería muy fácil… En ocasiones es necesario presionar para generar un cambio. No podemos regresar a la vieja idea de la belleza". Y sin duda lo logró, señala el portal LOficciel en un artículo donde analiza la década de los 90 a través del aporte de Sander.
La marca es considerada completamente minimalista. Siempre siendo selectiva en todo lo que la rodea, incluso para elegir a los diseñadores que la sucedieron como Raf Simons o Rodolfo Paglialunga. "Desde el inicio, Sander pensó en crear ropa de manera diferente: pura y austera. Por supuesto, esa estética se reflejaba en las imágenes que conformaban las campañas publicitarias. Imposible olvidar a la modelo Guinevere van Seenus con la cara cubierta, mientras se quita un top azul marino que deja ver parte de su espalda en la campaña primavera/verano de 1996. David Sims y Craig McDean hicieron fotografías que hasta hoy, en plena era digital, se sienten vigentes y adornan cientos de páginas", señala.

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