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Decálogo del mundo que viene

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COLUMNA - CABEZA DE TURCO

Washington Abdala

Y sí, no tiene vueltas, el mundo que viene, el que está a la vuelta de la esquina. Algunos lo verán, otros nos habremos ido, pero viene a mil.

1. No habrá monarquías. No las habrá o serán solo testimoniales y perderá sentido su representación y sus liturgias. La revolución francesa adelantó al mundo -unos siglos antes- lo que pasará en estos tiempos, solo que ahora caerán sin violencia, sin estridencia y mandando a las ocho horas a buena parte de los miembros del supuesto linaje de sangre azul. ¡A laburar en serio gente!

2. La inteligencia artificial dejará sin empleo a millones de personas que tendrán que capacitarse rápido en diversos asuntos para no ser excluidos de la sociedad. Cada empleo que crea Amazon vale por tres que desaparecen. Punto. Está lleno de autos robotizados en casi todo sus procesos, y si le agregamos la llegada del motor eléctrico, estamos en medio del caos (igual acá el fainá te lo traerán frío, pero Uruguay es Uruguay).

3. La gente (en el planeta) se traslada cada vez más hacia donde puede trabajar. O sea, los movimientos migratorios son la clave social de estos años, y esto es así, porque la globalización -con sus teléfonos móviles- le permitió a millones de seres humanos rastrear lugares donde entienden que hay un destino y huir de la calamidad (léase Venezuela o Siria, tanto da).

4. Por eso los nacionalismos reaparecen y no es un tema sencillo de resolver. Todos le caen a Donald Trump pero es casi la misma política que tenía Barack Obama solo que sin muro y sin alharacas (nadie quiere ir a vivir a Cuba. Todos los que despotrican en el planeta contra el capitalismo deberían ver a dónde quieren ir los que no tienen nada).

5. Los hombres verán que la mujer ocupará los espacios que ellos les usurparon. Es sencillo, ellas no son ni mejores, ni peores, tienen los mismos derechos y por eso hay que saber compartir el territorio de poder. O habrá guerra de guerrillas tonta.

6. La privacidad está casi acabada, algo hacemos con las redes sociales que todo lo contamos. O somos idiotas o nos idiotizan.

7. Los prejuicios se huelen a flor de piel, hemos ganado en sensibilidad, respeto hacia el otro, pero perdimos libertad en el relato cotidiano que no deja pasar mensajes que ambientan interpretaciones duales. Somos más cínicos.

8. Hemos avanzado en precisión conceptual sobre lo que debemos acordar. Lo que sucede es que no todos están dispuestos en “acordar” el nuevo contrato. Por ejemplo Brasil peleado con la ideología de género (lo bueno de ella) parece una necedad, aunque es cierto que la ideología llevada al colmo militante huele a dogmatismo. Por eso hay que ir avanzando en conceptos reales que nos hagan mejores “personas” a todos.

9. En algún momento nos daremos cuenta que nos alimentamos con basura por todas partes. Algún día se sabrá la verdad, por eso se filtran los veganos, los vegetarianos y los naturistas que suenan extremos pero son la señal de que algo no anda bien (igual me jode todo vegano, extraño el asadito… y no abandono una milanga).

10. Todo está cambiando, la sexualidad también, no digo que de manera absoluta pero no lo advierte el que no quiere. Las orientaciones sexuales están abiertas. Es un mundo libre y en esto se ha ganado contra la represión y el prejuicio.

Esos cambios obedecen a una sociedad más flexible, que está en un tiempo de búsquedas y que cuestiona su devenir. Hasta los hijos los traemos casi por computadora. ¿O no? ¿Habrá nueva violencia (distinta)? ¿Viviremos más, moriremos menos y habrá menos pobres? Mientras tanto la Banda Oriental seguirá siendo lo que es, lenta, hermosa, algo aburrida, en una perillanura mesocrática exquisita. Al final es lo que hay. Y no ladren, no tendría sentido, solo acepten en la que estamos, abróchense los cinturones y sean felices. Otra opción no hay.

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