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Dos décadas tras otros mundos

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Todavía es necesario un mayor avance tecnológico.

En octubre de 1995 se descubrió el primer planeta fuera del Sistema Solar. Luego se han hallado más de 2.000. El próximo paso es encontrar un gemelo de la Tierra.

Hace dos décadas astrónomos del Observatorio de Ginebra en Suiza publicaron en la revista Nature el hallazgo del primer exoplaneta —o planeta fuera de nuestro sistema solar—. Se trataba de 51 Pegasi b, un gigante gaseoso que cambió para siempre la percepción de la posibilidad de existencia de otros mundos y abrió una área de la astronomía que no para de crecer.

Si bien 51 Pegasi b no fue estrictamente el primer planeta extrasolar encontrado, sí fue el primero que estaba orbitando a una estrella tipo Sol, y eso lo hizo famoso. "El otro (tres años antes) fue un planeta que orbita un pulsar — estrella muerta— por lo que no se podía esperar que hubiera vida en él. En cambio, 51 Pegasi b generó tanto frenesí porque sí tenía esa posibilidad", dice Andrés Jordán, académico del Instituto de Astrofísica Universidad Católica de Chile.

La teoría decía que podía haber planetas orbitando otros soles, pero como no había prueba de ello eran pocos los que se dedicaban a buscar. En cambio hoy es uno de los temas de moda en la investigación astronómica. Solo en 20 años se han descubierto más de dos mil planetas y hay otros 3.600 en espera de ser confirmados. Es un tema en boga y se vuelve "sexy" si se piensa que el gran objetivo es encontrar un planeta tipo Tierra con posibilidades de albergar vida, dice Patricio Rojo, académico del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile.

Aunque suena emocionante, aún no se ha hallado porque a pesar de todos los avances, la tecnología todavía debe avanzar mucho más.

Herramientas.

51 Pegasi b fue detectado en forma indirecta utilizando la técnica de velocidad radial. "Cuando un planeta orbita una estrella, la última se bambolea por la presencia del primero", explica José Gallardo, astrónomo de Operaciones del telescopio ALMA. Esta especie de baile permite a los astrónomos determinar la masa del planeta y, por ende, de qué tipo es. El método aún se usa, pero con instrumentos más precisos. Luego se desarrolló lo que se denomina tránsito. Se trata de la detección de una especie de eclipse, pero a muy pequeña escala, cuando el planeta pasa en frente de su estrella. Así el Telescopio Espacial Kepler ha encontrado miles de candidatos a planetas.

Por último, y de más reciente desarrollo, está la técnica de detección directa. Esta anula la luz de la estrella para poder visualizar al planeta en sí. De hecho, desde Paranal está funcionando una cámara de la ESO que hace justamente esto. Ella puede entregar muchos más datos del planeta, incluyendo las características de su atmósfera.

En paralelo a la tecnología, el conocimiento en sí también ha mejorado enormemente. Si bien encontrar un gemelo de la Tierra podría ser uno de los objetivos principales de esta caza planetaria, hay muchas otras cosas que se han ido descubriendo en el camino, empezando por el mismo 51 Pegasi b. Es un planeta tipo Júpiter y que está seis veces más cerca de su estrella que Mercurio. Algo que se pensaba imposible y que terminó ajustando la teoría, dice Rojo.

La gran variedad de sistemas, continúa el astrónomo, también ha sido algo inesperado. "Hemos encontrado configuraciones muy distintas a la del Sistema Solar", agrega. Otra cosa que ajustar.

Tal vez lo más asombroso, agrega Jordán, son los antes impensados planetas retrógrados. "Exoplanetas que orbitan a su estrella para el lado opuesto al movimiento de ella", dice.

La misma NASA hizo una lista de los exoplanetas más sorprendentes y las rarezas abundan. El ranking parte con Kepler-186f, el primer planeta rocoso encontrado en la zona habitable —donde puede haber agua líquida en su superficie— y de tamaño parecido a la Tierra.

Además del asombro, estos mundos están cambiando la forma de ver los sistemas solares en sí. "En 20 años pasamos de no conocer ninguno a conocer miles y a saber que deberían haber miles de millones más", afirma Jordán. Y la variedad y escalas pueden seguir aumentando. Así, la vorágine de estas dos primeras décadas buscando otros mundos es solo el comienzo.

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Todavía es necesario un mayor avance tecnológico.

Ciencia El Mercurio/GDA

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