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David Letterman: El príncipe de la pantalla nocturna

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David Letterman

NOMBRES DEL DOMINGO

En 2015 se retiró luego de 33 años al aire y hace poco volvió con un ciclo de entrevistas en Netflix.

Ahora que volvió como un barbado y sereno gurú con un programa de entrevistas en Netflix, a algunos les puede resultar curiosa la reputación que durante tantos años ostentó en la televisión de su país: la de un irreverente y algo alocado conductor de ese formato tan propio de Estados Unidos, el talk show, ese espacio televisivo cuyos rasgos más distintivos son un escritorio, una banda en vivo, un conductor trajeado y un horario de emisión nocturno.

El camino de Letterman en la pantalla chica fue bastante sinuoso. Tuvo períodos de gran repercusión y éxito pero nunca llegó a ser el rey del rating. "Probablemente me odie por decir esto, pero a mí siempre me pareció bastante cool que nunca fuera el número uno, excepto por unas pocas veces. Para mí, eso estaba perfecto. Tal vez nunca fuera tan popular como otros. Pero todos sabían que, cualitativamente, era el mejor", dijo el actor Michael Keaton, amigo de Letterman.

Empezó en la televisión en 1976, presentando los pronósticos climáticos. Hasta en un segmento tan insulso como el meteorológico, se las ingeniaba para meter comentarios insólitos y muchas veces hilarantes, como cuando felicitó a una tormenta tropical por haberse recibido de huracán. Claramente, sus primeros pasos indicaban que se trataba de una figura heterodoxa, con ganas de sacudir las convenciones.

El formato en el cual brilló era hasta su llegada una plataforma bastante sosa, apuntando casi siempre al máximo común denominador y con estructuras que hoy se nos antojan rígidas y vetustas.

Letterman cambió todo eso, e hizo de ese formato un laboratorio en el cual él y su equipo se dieron casi todos los gustos, desde invitados estrafalarios (Johnny Carson, ídolo de Letterman, difícilmente hubiese aceptado de buena gana a excéntricos como Andy Kaufman o Crispin Glover) hasta un chimpancé como parte del elenco del programa. En medio de todo eso, un sinfín de ocurrencias que borraron los límites de lo que se podía hacer en televisión abierta.

Su influencia se puede ver tanto en las estupideces del programa Jackass y sus bromas pesadas, como en la deconstrucción que ha hecho YouTube de la televisión como medio, donde se prueba y se experimenta con todo: el tiempo de duración de un video, el empleo de muchos tonos y recursos para entretener y hacer reír, la manera de editar, las cámaras inquietas, la ironía, el sarcasmo y la sensación de que ya no hay reglas que respetar.

Algunos interpretan que fue justamente YouTube que aceleró el fin de The Late Show With David Letterman. El propio conductor se refirió a ello en algunas de las varias entrevistas que le hicieron cuando, en 2014, anunció que se retiraría un año después. Palabras más, palabras menos, decía sentirse confundido ante conceptos como "viral", algo que conductores como Jimmy Fallon, James Corden o Stephen Colbert entendían a la perfección.

Sin embargo, es más probable que su partida se deba al mero paso del tiempo. Cuando se despidió en 2015, llevaba 33 años en el aire, con algo más de 6.000 episodios de su programa grabado. Por su sillón pasaron prácticamente todos los personajes más importantes o interesantes de la cultura, el deporte y la política estadounidense. El programa se había institucionalizado, y al propio Letterman se lo veía, hacia el final, llevando una expresión facial y un tono de voz que denotaba cierto hastío ante la grabación de otro programa, uno más en la larga lista de episodios que cimentaron su renombre.

Aún así, en sus últimos años consiguió ocasionalmente destacar su programa en el superpoblado paisaje de propuestas de entretenimiento, ya sea por una memorable "entrevista" a Joaquin Phoenix, que estaba en personaje para un falso documental sin que Letterman lo supiera.

También se podría mencionar el momento en el cual  la banda Future Islands despegó hacia la popularidad.

No todos fueron logros, claro. Más allá de su enfrentamiento con su primero amigo y luego enemigo Jay Leno, sus 33 años en el aire supieron de fracasos profesionales y personales. Entre los profesionales está la conducción que hizo de la gala de los Oscar, en 1995. Su sentido del humor, bastante ácido, no cayó bien ni siquiera entre los críticos, que casi siempre lo apoyaron.

En su vida personal, tuvo que salir a reconocer que le fue infiel muchas veces a su esposa, y lo hizo solo luego de alguien lo intentara chantajear por dos millones de dólares, amenazando que divulgaría detalles de sus amoríos extramaritales. Tuvo un importante quebranto de salud que lo alejó un buen tiempo de la pantalla, pero volvió con energía recargada y bromeando como siempre: "Tuve una quíntuple operación bypass... ¡en mi corazón! Ah, y me corté el pelo", dijo en su programa de regreso luego de su convalecencia.

Sin embargo, su principal fracaso fue no haber podido nunca suceder a su admirado Johnny Carson. Este fue el rey de los talk shows durante décadas, y cuando se retiró en 1992 del programa The Tonight Show, muchos calculaban que Letterman lo sucedería, incluso él mismo. No fue así. Letterman tuvo que cargar con ese estigma durante toda su trayectoria profesional: muy elogiado, muy talentoso, muy gracioso, pero no lo suficiente como para ocupar el trono. En su último programa, en su último monólogo, se despidió con sorna de ese espejismo que durante tantos años intentó alcanzar: "Les voy a ser honesto. Me da la impresión que nunca me van a dar The Tonight Show". Por eso, un medio lo calificó como "uno de los grandes perdedores de la historia de la televisión".

A sus seguidores esa condición de perdedor o segundón nunca les importó. Aunque nunca alcanzara las mismas cifras que su gran competidor, el fervor que despertaba era suficiente para construir un prestigio que lo coloca entre los más reverenciados conductores de televisión, y que seguramente haya influido para que su regreso tuviera, como primer invitado, a Barack Obama. Lejos del ajetreo de la televisión actual, con su ritmo hiperfrenético, el actual Letterman se asume como un embajador de los programas de antes, con velocidades más lentas, con pocos trucos y menos artificios. Curioso epílogo para alguien que contribuyó a definir el actual y acelerado lenguaje televisivo.

Jay Leno, el enemigo íntimo

Empezaron como grandes amigos, pero cuando a principios de los años 90 Leno se quedó con The Tonight Show en la cadena NBC, empezó una grieta que se mantuvo. Durante años tuvieron una relación tensa por períodos, solo atemperada durante breves lapsos. Le-tterman reconoció que el retiro de Leno lo agarró por sorpresa y, en cierta medida, lo ayudó a tomar la decisión de también dejar la pantalla. "Me agarró con la guardia abajo. Lo llamé y le pregunté si realmente se iba a retirar". Exactamente un año después del anuncio de Leno, Letterman reunió a su equipo para decirle que él también había llegado al final. 

Acá, uno de los tantos videos en los cuales Letterman le pega a Leno: 

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