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El costo emocional de la violencia

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Las cámaras de vigilancia captan hechos violentos que son difundidos luego.

Comportamiento

La exhibición de imágenes con contenidos muy violentos puede generar efectos similares al estrés postraumático según estudios, y expertos advierten sobre la “insensibilización”.

La imagen en blanco y negro de una cámara de seguridad recorrió medios y redes sociales. Allí se veía a un hombre caminando a paso decidido por la calle que con aires furtivos se acercaba a una entrada de garaje, sacaba un arma de un bolso que llevaba colgado al hombro y disparaba contra el hombre que salía del garaje. Las imágenes correspondían al homicidio de un oficial de Policía, en un caso de asesinato por encargo que tomó notoriedad a fines de enero pasado.

Tres videos sobre cruentas peleas entre reclusos circularon también por las redes. En uno de ellos, poco falta para el homicidio consumado. Las imágenes son explícitas y dejan poco margen a la duda. Pero no son ni siquiera las más terribles de las que pueden encontrarse en las redes. De hecho, la producción de imágenes de violencia extrema solo ha alcanzado su cenit en el horror superproducido por los terroristas audiovisuales del Estado Islámico.

Cualquiera puede saber qué le provocan dichas imágenes. Lo que sin embargo no está tan claro es lo que podría denominarse como costo emocional.

Si bien no hay investigaciones concluyentes acerca de los efectos que estas imágenes pueden tener sobre el público, hay coincidencias en que la recepción repetida de imágenes y videos con contenidos violentos pueden provocar síntomas coincidentes con los del trastorno de estrés postraumático.

Y, naturalmente, entre los receptores más vulnerables a estos síntomas están los niños.

Estos fenómenos comienzan a ser estudiados en forma reciente por prestigiosos centros académicos. Un antecedente de ello, por ejemplo, es un informe publicado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS) en 2013. La investigación tomó como materia una comparación entre los síntomas que experimentaron quienes tuvieron una “exposición directa” al ataque terrorista durante la Maratón de Boston, que hubieran estado en el lugar o conocieran a alguien que estuvo, y entre quienes lo vieron a través de los medios. Y las conclusiones, publicadas luego por The New York Times, no podían ser más inquietantes: “A diferencia de la exposición directa a un trauma colectivo, que puede terminar cuando la fase álgida del evento pasa, la exposición mediática mantiene activo el estrés agudo y lo revive e0n la mente de las personas”, señalaba el estudio realizado por la Universidad de California.

“La exposición mediática repetida puede contribuir al desarrollo de trastornos relacionados con el trauma y prolonga o exacerba los síntomas agudos”, añadía el trabajo académico.

Pantallas al ataque

“No hay evidencia científica de que la exhibición de violencia en la televisión —o en los medios en general— tenga una incidencia directa en el desarrollo de conductas violentas inmediatas, aunque sí a largo plazo”, señala el director del Instituto de Psicología Social, Juan Fernández Romar.

El investigador advierte sobre el papel que juegan aquí los medios de comunicación por un lado, y luego las redes sociales. “Los medios de comunicación desempeñan un papel muy importante en la conformación de las representaciones ideológicas de la violencia”, señala Fernández Romar.

En tal sentido el catedrático señala que el papel de “agente de socialización” es cumplido por los medios pero también por otras instituciones como la educación formal, la familia, las religiones, entre otras. A través de estas instituciones se aprende a “vivir en sociedad”.

No obstante, por años ha sido una idea muy generalizada que los contenidos violentos, por ejemplo en la televisión, engendran conductas violentas por imitación. Un aspecto que la ciencia, más bien, ha desmentido repetidamente.

“Aunque los contenidos violentos no generen masivamente una imitación automática en sus audiencias, a la larga producen una insensibilización gradual por la vía de su naturalización volviéndolo algo cotidiano y poco trascendente”, apunta Fernández Romar.

La insensibilización, en el largo plazo, termina generando efectos bastante nefastos. Entre otros, contribuye a la disminución de la empatía con el otro, con las víctimas de un acto violento por ejemplo, sostienen los expertos.

“Cuando se trata de una línea editorial determinada, se termina demonizando al otro y diluyendo la responsabilidad de lo que se hace con el que ha sido definido como ‘el enemigo’”, señala el psicólogo.

Estas observaciones adquieren especial relevancia en este momento cuando en la región se viven tiempos por demás complejos, que terminan por exacerbar posturas. “Sin este tratamiento previo ninguna sociedad aceptaría políticamente invadir, atacar o tratar salvajemente a otros. Primero hay que demonizarlos, convertirlos en algo despreciable y justificar el carácter moral de su intervención”, agrega el académico.

Trastornos

La investigación no ha demostrado que las imágenes violentas logren causar algún tipo de impacto neurológico. “Los trastornos neurológicos son enfermedades del sistema nervioso central y periférico, es decir, del cerebro, la médula espinal, los nervios craneales y periféricos, las raíces nerviosas, el sistema nervioso autónomo, la placa neuromuscular, y los músculos”, señala al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, define, entre los trastornos más frecuentes “se cuentan la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, enfermedades cerebrovasculares tales como los accidentes cerebrovasculares, la migraña y otras cefalalgias, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, las infecciones neurológicas, los tumores cerebrales, las afecciones traumáticas del sistema nervioso tales como los traumatismos craneoencefálicos, y los trastornos neurológicos causado por la desnutrición”.

Nada de esto parece vincularse con la percepción de este tipo de imágenes.
“Muchos estudios se hacen a nivel poblacional y no se ven efectos, pero eso no quiere decir que en personas vulnerables o sensibles esas imágenes tengan efectos traumáticos de algún tipo. No se puede descartar, pero metodológicamente es muy difícil de sacar algún tipo de conclusión”, señala por su parte el neurólogo Leonel Gómez, especializado en fisiología de la percepción.

Gómez indica que las investigaciones han hallado indicios de cierto tipo de impacto en niños, que pueden ser más vulnerables a la exposición de estas imágenes. “Pero los resultados todavía son controversiales”, aclara el especialista.

El problema de los videojuegos

Los videojuegos con altos contenidos de violencia pueden resultar perniciosos para niños. “Los estudios de niños expuestos a la violencia han demostrado que ellos pueden: ponerse ‘inmunes’ o insensibles al horror de la violencia, imitar la violencia que ellos ven y demostrar un comportamiento más agresivo debido a una mayor exposición a la violencia”, señala la American Academy of Child & Adolescent Psychiatry. De todos modos, la correspondencia entre videojuegos violentos y comportamientos agresivos en niños no parece ser tan directa. “Hay estudios hechos sobre videojuegos, que son agresivos o violentos, en niños para ver si después se vincula con algún tipo de trastorno conductual y eso sí está bastante probado que no tienen efectos deletéreos o nocivos”, señala por su parte el neurólogo Leonel Gómez, consultado al respecto.

En pantallas

Un asesinato ante cámaras. El homicidio del oficial de Policía Javie De María (44) quedó registrado en una cámara de seguridad, donde se ve claramente al autor efectuando disparos hacia él. El video del homicidio consumado el pasado 30 de enero circuló ampliamente por las redes sociales y también por los medios tradicionales de comunicación pocas horas después de ocurrido el hecho. El caso, que causó gran impacto en la opinión pública y mucho más al saberse que fue un crimen por encargo de un hermano de la víctima, se vio amplificado por las imágenes.

Imágenes del crimen tomadas por una cámara de seguridad.
Imágenes del crimen tomadas por una cámara de seguridad.

Los duelos en las prisiones. A principios de febrero circularon al menos tres videos en los que podía apreciarse violentas riñas entre reclusos. En todas ellas los participantes utilizaban armas de fabricación carcelaria. Una de ellas ocurría a cielo abierto y tenía a varios involucrados en esos combates de precaria esgrima. Pero uno de los más cruentos tenía lugar en el interior de una celda donde un recluso armado con dos “lanzas” atacaba a otro desarmado, mientras un tercero filmaba con su celular e incitaba al atacante a matarlo en forma reiterada.

Una de las riñas entre reclusos que se viralizó a través de redes.
Una de las riñas entre reclusos que se viralizó a través de redes.

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