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Coleccionistas: fútbol, pasión y recuerdos

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Julio Lema y su colección de fotos de Peñarol (Foto: Ariel Colmegna)

Tan entusiastas como metódicos, recopilan figuritas, camisetas, fotos y otros objetos que encierran episodios memorables.

LUIS PRATS

El coleccionista, según el pensador alemán Walter Benjamin, está movido por el deseo de comprender y organizar el mundo como un cosmos. "Al gran coleccionista le perturba de modo por completo originario la dispersión y el caos en que se halla toda cosa en el mundo", decía.

Lejos de disquisiciones filosóficas, Uriel Cancela sigue buscando esa camiseta que Peñarol utilizó una sola vez, Guillermo Moratorio pretende un modelo muy particular de casaca de Nacional y Marcos Silvera se desvela por un álbum de figuritas mexicano de mundiales, todos ellos tesoros rebeldes que se resisten a ser incorporados en sus enormes colecciones.

Una pasión lleva a la otra. Los tres coleccionistas, como otros colegas, comenzaron a buscar recuerdos de su infancia o elementos que los vincularan a sus colores favoritos, para dar origen a amplios muestrarios que asombran hasta a los no iniciados.

Dicen que toda colección está formada no solo por las obras que la constituyen, sino también por los relatos que es capaz de generar. En estos casos, detrás de cada objeto hay un gol, un campeonato, una alegría que cada coleccionista vuelve a sentir en su piel cuando lo repasa.

Sí, una pasión lleva a otra. El mundo del fútbol comenzaba a llegar por televisión cuando era un adolescente, pero todavía ese mundo quedaba muy lejos. ¿Cómo estar más cerca? Una revista italiana promovía el correo (a la vieja usanza todavía, nada de mails) entre sus lectores de diversos países para intercambiar material y comentarios. Puse un aviso y dos semanas más tarde, las cartas comenzaron a llegar por decenas. Mi madre las iba dejando sobre mi cama y las encontraba al volver del liceo. Ofrecían y pedían revistas, banderines, libros, pins, figuritas, camisetas, autógrafos de cracks, fotos de hinchadas, entradas a partidos, postales de estadios, bufandas de los clubes...

Figuritas.

Los álbumes de figuritas representan una fiebre de la infancia que no siempre se cura con el paso de los años. Por suerte, comentarán los numerosos coleccionistas adultos, de los cuales Marcos Silvera es considerado el número uno, por su acervo (tiene más de mil álbumes, prácticamente todo lo que se editó en el país) y su conocimiento del tema, que lo llevó a publicar un libro y varios catálogos.

Y como sección destacada en ese archivo posee una amplia compilación de álbumes hispanoamericanos de mundiales de fútbol, incluyendo algunos muy raros. En total son unos 70, que ha mostrado en exposiciones, sobre todo cuando se acerca una nueva edición de la Copa del Mundo. "Siempre falta alguno, en este caso uno mexicano", advierte.

Y señala algunas particularidades: los principales editores de estos álbumes han sido Perú y Venezuela, pese a que este país nunca participó en una ronda final de la Copa del Mundo ni tampoco tuvo al fútbol como expresión demasiado popular. Pero editores de estos países resistieron durante años el avance de la casa italiana Panini, que a partir de 1982 se fue quedando con los derechos oficiales internacionales del torneo.

"El primer álbum del mundo sobre los mundiales se hizo, naturalmente, en Uruguay 1930: fue una colección con chapitas. No hubo colecciones en 1934 y 1938. Para el Mundial de 1950 se editaron dos en Uruguay y otro en Brasil. Los uruguayos, que estaban a cargo del exárbitro Nobel Valentini, fueron un furor. Pero no hubo para los mundiales de 1954 y 1958. Recién a partir de Chile 1962 los álbumes tomaron continuidad", recuerda Marcos.

Entre sus mayores tesoros figura el álbum de 1950 que Valentini le regaló al capitán celeste Obdulio Varela tras el Mundial, con tapa de cuero y una medalla. Por supuesto, lleno. "Cuando falleció Obdulio y sus recuerdos deportivos salieron a remate, se ofertó una fortuna por el álbum pero el ofertante nunca pasó a hacer efectivo el pago. El rematador guardó el álbum, me avisó y llegamos a un acuerdo con la familia de Obdulio, que quería que el recuerdo quedara en mis manos", cuenta Silvera.

Antonio Aguiar también colecciona álbumes, pero solo de fútbol. Eso incluye las láminas que se regalaban junto con las colecciones. Y como gran hincha de Cerro, su aspiración es unir las dos pasiones: "Estoy enfocado en un proyecto para presentar a Cerro a través de los álbumes de figuritas", adelanta.

"Desde la década de 1930 hasta los 60 se lanzaron muchas series de figuritas de fútbol. Después hubo un litigio por los derechos comerciales de las imágenes de los futbolistas, que determinó que ya no salieran tantos álbumes con jugadores uruguayos. Se retomó la costumbre en 2000 pero ahora hace tiempo que no aparece uno", señala, con cierto desencanto.

En Facebook, el grupo local Coleccionistas de Álbumes de Fútbol... Uruguay tiene 186 miembros, la mayoría uruguayos, aunque también hay argentinos, brasileños y mexicanos, según indica el administrador de la página, Nacho Fraga.El principal objetivo es ofrecer un sitio para intercambiar los cromos. "Se me ocurrió porque veía a mucha gente adulta que juntaba figuritas pero no tenía cómo cambiarlas. Si se fijan, la mayoría de los que forman el grupo son mayores", explica Fraga. Si alguien pensaba que el álbum de Brasil 2014, que en Uruguay vendió millones de sobrecitos, ya concluyó y pasó de moda, está equivocado. En Facebook se ofrecen cientos de sus figuritas e incluso sobres cerrados.

Los pins o distintivos metálicos europeos eran hermosos: relucientes, con cuidados detalles pese a su reducido tamaño. Parecía buena idea empezar a juntarlos. Pero el trueque demostró ser complicado: era difícil obtener esos escuditos de clubes uruguayos. Los pocos disponibles eran caros. Una tarde, cuando se acercaban las elecciones de hace ya años, encontré por 18 de Julio un vendedor que ofrecía pins de grupos políticos… y también de equipos de fútbol. Y, albricias, no eran caros. Compré unos cuantos y los envié a mis corresponsales, seguro de poder obtener muchos a cambio. Al tiempo, me llegó una carta: en vez de nuevos escuditos, estaban los míos, rotos. Resultaron de mala calidad y el coleccionista europeo se quejaba, de malos modos. Fin de la colección.

Camisetas.

Uriel Cancela logró hacer revivir la historia de Peñarol a través de sus camisetas en su museo personal. Tiene alrededor de 280, con una particularidad: todas fueron utilizadas por futbolistas, no fueron compradas en tiendas y ni siquiera regaladas por el club. Es el resultado de un trabajo de años, intercambiando datos con otros coleccionistas, indagando por Internet, hablando con familiares de exjugadores y hasta desarrollando algunos trucos. "Iba al estadio con una camiseta nueva, todavía con su etiqueta, y si veía a alguien con una que me faltaba, se la ofrecía cambiar. Un par de veces me dio resultados", recuerda. "No soy millonario, vivo de mi sueldo, pero en esto hay que darse maña", asegura.

La serie empezó con una del Indio Olivera del equipo campeón de América y del mundo de 1982, ídolo de su padre. Y fue creciendo con todo tipo de hallazgos: una de 1926, otra del arquero Juan Legnazzi de 1927, una del gran equipo de 1949. Y las raras: la roja con la cual debutó Alberto Spencer en 1960, una anaranjada utilizada una sola vez durante una gira en los años 70. También el traje con escudo de sus delegaciones en 1966, así como buzos de golero y equipos de entrenamiento.

En su museo hay una sección dedicada únicamente a Fernando Morena: una de cuando jugaba en River, la que usó el día de su último partido en 1986 y hasta la que lleva el número 500, homenaje del club cuando alcanzó esa cifra de goles.

Como complemento de sus investigaciones sobre las camisetas, comenzó a procurar revistas y diarios antiguos, para verificar la autenticidad y los detalles de cada casaca.

Cancela fue uno de los fundadores de la Asociación Uruguaya de Coleccionistas de Camisetas, con miembros de todos los colores (vale aquí la expresión),que tuvo auge hace algunos años y organizó exposiciones, aunque últimamente está en un receso de hecho. También fue el modelo a seguir por otros colegas, como Guillermo Moratorio. Ambos colaboran en sus búsquedas, pese a que Guillermo es de Nacional.

Tiene unas 200, también originales, con todas las variantes del blanco, el rojo y el azul. Algunas de cracks inolvidables, como Cococho Álvarez, Juan Masnik y la de Juan Carlos de Lima cuando se consagró campeón intercontinental de 1988. Precisamente, en el partido de Japón contra el PSV el equipo tricolor usó un modelo Puma nunca repetido. "Conseguirlo fue una epopeya", asegura. Y también cuenta con algunas muy singulares, como una casaca que los tricolores vistieron una sola vez en 2003, para la inauguración del estadio de Benfica, en el cual utilizaron la publicidad del club portugués. "Una inscripción publicitaria distinta ya la convierte en un modelo diferente, por eso me interesan", explica.

Posee incluso una camiseta roja de 2009 con un detalle casi único: no tiene escudo. "Nacional fue a jugar un partido a Paraguay y le robaron los bolsos con la ropa. De apuro consiguieron unas remeras rojas de su proveedor, Umbro, y las usaron contra Nacional de Asunción, que también viste de blanco", indica. La serie se completa con remeras de entrenamiento, buzos de golero y otras prendas oficiales del club. Una de sus pocas cuentas pendientes es la camisa enteramente blanca con el escudo, que Nacional utilizaba antes de 1967.

Las entradas a partidos de fútbol también son motivo de incesantes pesquisas. Y cuanto más importante el encuentro, más valiosas. Gracias a los talones de localidades para el Mundialito de 1980, grandes y vistosos, pude iniciar esa colección. Pero se agotó pronto por falta de insumos. El diseño de las entradas para los encuentros locales era siempre el mismo, aunque cambiaba el color. No había mucho para ofrecer. Por mi parte, también me aburrí de los papelitos que decían "Livorno-Sambenedettese", "Monza-Pistoiese", "Huelva-Cádiz". Por algún lado quedó esa mini colección.

Fotos.

Año por año. Equipo por equipo. Cracks inolvidables y otros que han pasado sin dejar rastros en la memoria, hasta que alguien los ubica en una foto y exclama: "¿Te acordás de Fulano?". Todo ese registro, tratándose de Peñarol, está en los álbumes de fotos de Julio Lema (imagen en la tapa).

Tiene miles de fotos de equipos y planteles completos de Peñarol, en especial del período profesional, a partir de 1932. "Son todas fotos originales, no recortes de diarios ni fotocopias", aclara Lema, quien recorría periódicamente los archivos de la prensa —El Día, Acción, El Debate, El País y la legendaria revista Mundo Uruguayo— para agrandar su muestrario.

En realidad, cuando era niño recortaba los equipos aurinegros de los diarios, pero al radicarse en Montevideo pasó a procurar las fotos de cartulina. Colaboró con Marcos Silvera en sus libros sobre Peñarol. Pero cuando pensó en la posibilidad de donar su acervo al club, no encontró mucho interés, comenta.

La mayor colección que guardo es la de las revistas deportivas. Dos mil de Gráficos argentinos, cientos de Guerin Sportivo italianas y France Football francesas, decenas de Onze francesas y Placar brasileñas. Más casi todas las revistas que se editaron, con escasa suerte, en Uruguay. Pero aquí debería establecerse si se trata de coleccionismo o simplemente de archivo para el trabajo periodístico. Quizás son las dos cosas al mismo tiempo, porque también me interesó siempre completar la serie, intercambiando o comprando números de años anteriores, sobre todo referidos a grandes acontecimientos. Buena parte de esas publicaciones nunca se vendió en quioscos uruguayos, por lo cual hubo que implementar operativos con amigos extranjeros. Imposible olvidar el esfuerzo para conseguir las Guerin del Mundial 1978. También algunos tesoros: las revistas sobre los Juegos Olímpicos de 1996 que la estadounidense Sports Illustrated editó diariamente solo en la ciudad sede, Atlanta. O las Miroir du Football francesas del Mundial 74.

Información.

La colección de Carlos Barros tiene un decidido color violeta. Este hincha y dirigente de Defensor Sporting viene reuniendo desde hace años fotos y publicaciones antiguas referidas a su club, además de llaveros, lapiceras y todo el merchandising. Incluso guarda un banderín muy raro que venía como premio de un álbum de figuritas antiguo. En su estantería hay biblioratos llenos de fotos, aunque admite que es un poco desordenado.

Pero, a diferencia de otros coleccionistas, Barros encara un objetivo que va más allá del acopio: busca convertir todo eso en información. "Queremos completar la historia estadística de Defensor", dice. Al libro publicado hace años por el actual presidente de la institución, Daniel Jablonka, con todos los partidos jugados por el equipo de primera división, pretende complementarlo con los datos de todos los encuentros de inferiores, "algo que no tiene nadie en la Asociación Uruguaya de Fútbol", enfatiza. Un parte de su nutrido archivo proviene del trabajo que meticulosamente fue realizando el fallecido periodista Eduardo Loedel, con múltiples visitas a la Biblioteca Nacional. En su caso, un coleccionista de datos.

Una colección importante, aunque cada día más incompleta ante la imposibilidad de seguirle el ritmo, es la de postales de estadios. Como todas, se hizo a pulmón, porque como moneda de cambio apenas tenía el Estadio Centenario para ofrecer. Durante algún tiempo, compré todas las postales del Centenario que encontré por los locales para turistas de la Plaza Independencia y alrededores. En algunos viajes a Buenos Aires o Brasil adquiría 20 ejemplares de cada modelo, una para mi colección y el resto para intercambiar. A vuelta de correo recibí muchos de los grandes estadios europeos y americanos presentados para turistas. También incontables minúsculos e irrelevantes escenarios deportivos de Brasil, porque algunos coleccionistas mandaban imprimir postales a partir de alguna foto. La afición fue pasajera, pero allí quedan algunos cientos de postales en una caja. Algunas son testimonios históricos, porque muchos de los estadios allí reproducidos ya han sido demolidos o totalmente remodelados. Un día de estos salgo a buscar los nuevos…

Más de un millón por una tarjeta.

Estados Unidos, en vez de fútbol y figuritas, ofrece a los coleccionistas béisbol y tarjetas de las principales figuras de este deporte. Las cards más antiguas despiertan verdadero furor y cuestan fortunas. En abril de este año, una tarjeta de 1909, que muestra a un tal Honus Wagner de los Piratas de Pittsburgh, fue subastada en 1.300.000 dólares. El dueño, sin embargo, esperaba sacar un millón y medio.

Todo sobre el fútbol uruguayo, pero desde Buenos Aires.

Marcelo Baffa tiene una enorme colección de libros, revistas y suplementos deportivos uruguayos. También memorias anuales de clubes y sus publicaciones especiales en aniversarios. Todo en perfecto estado. Incluso encuaderna el material de los diarios. Por ejemplo, guarda la colección de Ovación de los últimos cinco años en varios tomos. Seguramente haya otros como él con tan rico archivo del fútbol uruguayo, pero quizás ninguno con la singularidad de Baffa: es argentino y vive en Buenos Aires. Periodista deportivo, fue corresponsal de varias radios montevideanas y director de la edición uruguaya de la revista Solo Fútbol. "¿Cómo nació mi afición por juntar todo esto? Creo que porque siempre simpaticé con el Uruguay, especialmente desde que con mi Noblex 7 Mares o mi Tonomac Super Platino escuchaba las transmisiones de Víctor Hugo (Morales), antes de Heber Pinto o de otros relatores uruguayos y allí comencé mi interés por el fútbol de ese país", cuenta.

En cada viaje a Montevideo o a través de numerosos amigos y corresponsales sigue ampliando su biblioteca deportiva uruguaya.

La memorabilia deportiva

La palabra memorabilia ("conjunto de cosas memorables") se usa mucho en inglés y define la actividad de los coleccionistas. Y justamente Inglaterra, quizás por haber dado origen al fútbol o debido a su pasión por las tradiciones, es el centro de la memorabilia futbolística. Los catálogos de recuerdos coleccionables, editados a todo lujo, son numerosos y asombra la variedad de productos. Es frecuente leer entre las noticias los altos precios que alcanzan algunos objetos vinculados al deporte en las casas de subastas más famosas: puede ser una antigua pelota firmada por Pelé, la medalla de un campeón del mundo, la camiseta utilizada por una figura en una final y hasta la Copa del Mundo. En realidad, era una réplica confeccionada por la Federación de Inglaterra para el Mundial de 1966. En 1997 salió a remate y la compró la propia FIFA, que pagó 254 mil libras.

Julio Lema y su colección de fotos de Peñarol (Foto: Ariel Colmegna)
Julio Lema y su colección de fotos de Peñarol (Foto: Ariel Colmegna)
Marcos Silvera, coleccionista de álbumes de figuritas (Foto: Fernando Ponzetto).
Marcos Silvera, coleccionista de álbumes de figuritas (Foto: Fernando Ponzetto).
Uriel Cancela y su museo de camisetas de Peñarol (Foto: Fernando Ponzetto)
Uriel Cancela y su museo de camisetas de Peñarol (Foto: Fernando Ponzetto)
Guillermo Moratorio con sus camisetas de Nacional (Foto: Francisco Flores)
Guillermo Moratorio con sus camisetas de Nacional (Foto: Francisco Flores)

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