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De Cenicienta a ser la más rica

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Tuvo una niñez triste y pobre: a los cinco años murió su madre.

Zhou Qunfei partió de su aldea en China sin un centavo pero decidida a triunfar. Hoy su empresa fabrica buena parte de las pantallas de celulares.

Si usted tiene un teléfono celular, es muy probable que su pantalla proceda de las fábricas de Zhou Qunfei. Esta mujer de cara redonda y gusto por los trajes de chaqueta de color rojo es, a sus 45 años, la mujer más rica de China y una de las mayores millonarias del mundo. Forbes valora su fortuna en cerca de 7.000 millones de dólares. Su vida oscila entre Changsha, la capital provincial donde su compañía tiene su sede; Hong Kong, donde reside, y San Francisco y Seúl, donde se encuentran sus principales clientes. Lens Technology, su imperio, fabrica cristal de precisión. Las pantallas de tabletas y portátiles de empresas como Apple o Samsung son todas cosa suya.

Zhou pertenece a una raza especial, la de las empresarias chinas hechas a sí mismas. Gente como la promotora inmobiliaria Zhang Xin, dueña de la cadena de urbanizaciones SOHO, o Chan Laiwa, especializada en el desarrollo de espacios comerciales. La mitad de las millonarias del planeta salidas de la nada proceden de la República Popular.

Hasta cierto punto, es resultado de una falta de opciones: la política china sigue siendo cosa de hombres. Ninguna mujer ha conseguido llegar al máximo organismo de poder, el Comité Permanente del Partido Comunista. Pero el "hacerse rico es glorioso" que proclamó Deng Xiaoping fue un mensaje que recibieron tanto hombres como mujeres. Y aquellas con ambición han encontrado en el crecimiento de la economía china un amplio campo de oportunidades. Algunas cifras dan cuenta de esto: 21% de las empresas que cotizan públicamente cuentan con nombres femeninos en sus consejos de administración. Y en 2013, ellas ocupaban el 51% de los altos puestos de gestión.

Es un camino que requiere una enorme determinación y, según declaraba Zhou a la cadena de televisión de la provincia de Gansu, un enorme deseo de aprender, que ella considera es la clave de su éxito.

Su empresa generó en 2014 unos ingresos de más de 2.265 millones de dólares. Cuenta con 10 subsidiarias repartidas por toda China y emplea a 60.000 personas. Recibe a diario cargamentos de cristal en bruto, que un afanoso proceso de cortado, rallado, pulido y tratado con sustancias antirreflejo y antimanchas transformará en delicadas lentes y flamantes pantallas de apenas medio milímetro de grosor. Lens Technology fabrica el 20,27% de las pantallas táctiles de los teléfonos móviles de todo el mundo, y el 23,37% de las tabletas.

Pero Zhou no se considera con mérito para ser una persona famosa. A diferencia de otros millonarios chinos, como el mediático Jack Ma del gigante del comercio electrónico Alibaba, o el extravagante Chen Guangbiao —que ha hecho su fortuna gracias al reciclaje—, rehúye las comparecencias en público y apenas ha concedido entrevistas. "Creo que es importante no dejarse llevar cuando tienes éxito, y no deprimirse cuando llegan los malos tiempos", ha declarado al diario de su provincia de origen Hunan Daily.

Esta Cenicienta moderna, la menor de tres hermanos, nació en Xiangxiang, una aldea montañosa de la provincia de Hunan. Su madre murió cuando ella tenía cinco años; su padre, artesano, perdió un dedo y la mayor parte de la vista en un accidente industrial. De esa circunstancia, ha asegurado al diario The New York Times, nace su atención por el detalle y su meticulosidad: "Las cosas tenían que estar en el sitio exacto por mi padre, o había problemas".

Ella ayudaba en la granja familiar. Aunque excelente en los estudios, los abandonó a los 16 años. Primero emigró a Cantón. De allá a Shenzhen, en el Sureste de China, que ya despuntaba como polo de desarrollo económico y corazón de lo que se estaba convirtiendo en la "gran fábrica del mundo".

Allí encontró el mundo que la escritora Leslie Chang ha descrito en su libro Factory Girls: millares y millares de jóvenes, sobre todo muchachas, llegadas de todo el territorio rural chino, ansiosas de labrarse un futuro. Pero se encontraron trabajando turnos de largas horas por salarios muy modestos, cumpliendo tareas mecánicas, viviendo en los dormitorios de las propias empresas y languideciendo en rutinas estrictamente regimentadas. Zhou encontró un trabajo en una fábrica de lentes, donde ganaba menos de un dolar al día. "No había turnos, solo unas pocas docenas de personas, y pulíamos el cristal. No me gustó", recuerda al Times.

Duró tres meses antes de escribir una carta de renuncia en la que exponía sus deseos de aprender como argumento para marcharse. Su jefe quedó tan impresionado que le ofreció una promoción.

En 1993, cuando apenas tenía 22 años, lanzó su propio taller. Su gran oportunidad llegó en 2001, cuando consiguió un contrato para fabricar las pantallas de los teléfonos móviles de la compañía TCL; en 2003, casada ya con un antiguo compañero de trabajo, Zheng Junlong, dio el salto: Motorola le encargó las pantallas de uno de sus modelos de mayor éxito, el Razr V3. "No hubo mucho tiempo de pensar. El cliente me ofrecía el contrato y me exigía que respondiera sí o no", explicó al Hunan Daily. Lens Technology quedaba fundada. Su ascenso se terminó de consolidar en 2007. Apple lanzaba entonces su iPhone, el teléfono de pantalla táctil que revolucionó el mercado. Y su cubierta de cristal llegaba de las fábricas de Zhou.

Lens Technology salió a Bolsa este marzo. Fue un éxito inmediato. Durante 13 días consecutivos, sus acciones subieron el máximo diario legalmente permitido según la legislación china. Y Zhou se convirtió en la mujer más rica de toda China. 

Dicen que es muy exigente.

Zhou Qunfei tiene cara angelical y una notoria preferencia por los trajes rojos de Christian Dior. Más allá de las apariencias la describen como quisquillosa y exigente. "¡Siéntese derecha!", le ordenó a una gerente general durante una reunión, según publicó el diario mexicano El financiero, que también destacó que es una persona muy humilde.

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Nombres del Domingo El País de Madrid

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