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Carly Rae Jepsen, la canadiense que se hartó de su propio éxito

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Carly Rae Jepsen

NOMBRES

La cantante canadiense publicó hace poco su cuarto disco, un Lado B del trabajo anterior, Dedicated. Fue una número 1 internacional, pero hoy parece tener metas un poco más modestas.

De todas las starlets del pop internacional, la canadiense Carly Rae Jepsen ocupa un lugar que más o menos podría definirse como “the girl next door”. O sea, una estrella que parece ser de lo más común, casi accesible. No tiene el aura que rodea a otras como ella, como por ejemplo Rihanna o Taylor Swift, que irradian la sensación de ser inalcanzables. Tan es así que el medio Buzzfeed publicó una nota sobre ella titulada “¿Por qué Carly Rae Jepsen es una estrella?”

Nacida hace 34 años en el estado de British Columbia, en el extremo oeste de Canadá, Jepsen supo desde chica que quería cantar y se metió a cuanto musical se hiciera en su liceo. Tímida no era. Pero la pequeña ciudad de Mission no era un lugar desde el cual pudiera tomar impulso para convertirse en una estrella. Se mudó a la más cosmopolita Vancouver y desde ahí empezó a buscar escenarios para hacerse oír. Pero nada como la televisión para amplificar y llevar a casi cualquiera al reconocimiento. En 2007 entró a programa de cazatalentos Canadian Idol y salió tercera. Ya estaba en camino.

Un año después de Canadian Idol vino el primer disco, titulado igual que uno de los más exitosos títulos del McCartney solista: Tug Of War, que tuvo como primer sencillo una versión de la canción Sunshine On My Shoulders del estadounidense John Denver. Todas las demás canciones eran de ella. Pero el primer álbum no fue un “smash”. Aún faltaba dar con una canción que la llevara a la estratósfera.

Eso ocurrió cuatro años después. Medio “escondida” en un EP llamado Curiosity estaba Call Me Maybe. Difícil imaginar qué hubiese pasado si Justin Bieber y Selena Gomez, que en ese momento eran una pareja, no hubiesen ido a Canadá a pasar unas vacaciones y escuchado la canción. Ambos la compartieron en sus redes y de pronto Jepsen se encontró en el ojo del huracán.

El manager de Bieber, Scooter Braun, inmediatamente se subió al carro y la fichó para su empresa y para el sello Interscope. La canción fue tan contagiosa que se fue al primer puesto en las listas de ventas de 16 países. Solo en Estados Unidos estuvo más de dos meses en el primer lugar. “Hasta yo estaba harta de escucharme en la radio”, dijo una vez.

Un éxito tan rotundo es inusual y a pesar de todas las puertas que abre, también tiene sus desventajas. Quedar demasiado asociado a una canción que sale de la nada y llega en poco tiempo a todo el mundo es casi, casi una fórmula para un one hit wonder. Ya saben, esos artistas que conquistan a todos por un breve lapso de tiempo y luego desaparecen para aparecer intermitentemente 20 años después en notas del tipo “¿Qué fue de la vida de…”

Jepsen debió haber vislumbrado ese destino luego de Kiss, el disco que supuestamente iba a apoyarse en Call Me Maybe para colocarla entre la realeza pop. El disco no estuvo ni cerca de asemejar la repercusión de la canción, por más que Braun pusiera a Bieber (en ese momento, una megaestrella) en uno de los temas. Kiss fue, según estuvieron casi todos de acuerdo, sacado a las apuradas, seguramente debido a la presión del manager.

Un poco más sosegada, Jepsen decidió no hacer un nuevo intento de replicar el éxito de Call Me Maybe. En vez de acudir a los compositores y productores a los que todas sus colegas acuden (Max Martin, Dr. Luke, Rami et al), la morocha fue a buscar inspiración fuera del pop más formulaico. Si iba a volver a competir por la atención de las masas, quería hacerlo con su impronta. Se juntó con músicos de bandas como Vampire Weekend, con el excéntrico artista de soul británico Dev Hynes y el productor estadounidense Greg Kurstin, quien ha hecho discos con gente como Adele, Lana Del Rey, Lykke Li y The Shins. Aparentemente, a Jepsen le alcanzó y le sobró haber estado un rato el “mundo Bieber”, porque salió disparada de ahí en cuanto pudo.

Aún así, Jepsen parece saber que un primer lanzamiento potente y con aroma a hit es un as en la manga. Porque cuando salió I Really Like You como adelanto de lo que sería tu tercer álbum, muchos vieron en la canción un Call Me Maybe Part 2 y pensaron que Jepsen seguía intentando llegar al mismo lugar.

Pero el repertorio de Emotion (2015), el álbum en cuestión, sorprendió a todos. Para los que la conocieron por Call Me Maybe, la sorpresa fue probablemente decepcionante. En Emotion, excepto la ya mencionado I Really Like You, no había nada idéntico a la época de su máximo éxito. Pero para los demás, el disco fue un deleite de principio a fin. Exquisitamente producido -mucha gente que metió mano pero el sonido general es el de un disco meditado, que tiene un propósito más que ser una playlist armada medio al tuntún-, Emotion es un muestrario de pop con aspiraciones mainstream, pero hecho con sinceridad y mucho talento. A su vez, demuestra que Jepsen es una excelente lectora de lo que fue el pop en la década de 1980, en particular el synth-pop y la estela que había dejado la música Disco (Madonna, Janet Jackson).

En vez de conquistar los primeros puestos en las listas de ventas, Emotion llegó a los primeros lugares en muchas de las listas “Lo mejor del año” que hacen las publicaciones especializadas. De ser favorita de las masas, pasó a ser favorita de los críticos y entendidos. Sin embargo, sus canciones nunca perdieron del todo el contacto con el público. Solo que en vez de las hordas de “beliebers” que por un momento le prestaron atención solo porque Justin compartió un tema de ella, el público de Jepsen era ahora menos histérico y un poco más “nerd” e irónico. En internet hay compilaciones de decenas de memes musicales a partir de la canción Run Away With Me, por ejemplo.

En vez de cambiar de rumbo una vez más, Jepsen se aferró un poco más a su triunfo artístico. Un año después de Emotion, sacó el lado B del mismo álbum. O sea, canciones que en su momento no entraron en el repertorio del primer disco o que, por alguna razón, eran compatibles con el espíritu de este. Titulado simplemente Emotion Side B, el lanzamiento es como un EP inflado para llegar a ser un LP. Aún así, hay varias canciones que perfectamente podrían haber estado en Emotion, como Higher o Body Language.

Cuatro años después, en 2019, Jepsen volvió con Dedicated, un álbum que no tiene el mismo brillo que el antecesor pero que sigue explorando en el pop más comercial desde un lugar más a tono con las moderadas ambiciones que Jepsen parece tener. En ese disco, la cantante y compositora eligió trabajar principalmente con el productor John Hill, quien tiene una lista kilométrica de producciones para otros artistas, desde Shakira a Imagine Dragons, pasando por Rihanna, Santigold, MIA y Florence + The Machine.

Hace poco volvió a hacer lo mismo que cuando sacó Emotion: publicó un disco compañero de Dedicated, una vez más titulado con el Side B como agregado al nombre del trabajo original.

El nuevo trabajo tiene mucho en común con Dedicated y Jepsen parece haber encontrado su nicho como una artista que de vez en cuando puede dar un batacazo, pero que, en realidad, está bastante satisfecha en seguir recorriendo su propio camino. Por más que no vuelva a los primeros puestos.

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