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Canto lírico: los futuros solistas

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Verónica Perdomo y Martín Gestido, estudiantes de la ENAL. (Foto: Fernando Ponzetto)

Unos 80 jóvenes estudian en Montevideo para ser los próximos Schrott o Siri. Los une el amor al arte y la certeza de que tendrán que emigrar.

La habitación, grande, parece enorme por estar casi vacía. Tiene techos altos, como toda la Escuela Nacional de Arte Lírico (ENAL) del Sodre, en la Ciudad Vieja. Hay sillas, vasos con agua, termo y mate, un espejo, una estufa, una escalera y un piano, donde la profesora Mariana Airaudo arranca con Fra gli amplessi, un dueto de la ópera Cosi fan tutte, de Mozart. Martín Gestido (22) y Verónica Perdomo (21), tenor y soprano, ambos estudiantes, se ponen en los zapatos de Ferrando y Fiordiligi. Él (Martín) tiene un tatuaje en el brazoderecho y un brace ortopédico en el izquierdo; ella (Verónica), un mechón rojo en el pelo renegrido. Él (Ferrando) la quiere seducir, y ella (Fiordiligi) termina tirando abajo, y con ganas, su reticencia original. Entre sonrisas, guiñadas cómplices, algo de acting y dos voces capaces de estremecer, a Mozart lo cantan en championes. Y suena bien.

Tres cosas tienen en claro Martín —cantante y guitarrista de un grupo de pop-rock, estudiante de Ciencias Económicas en la ORT, otrora ajeno a la música clásica, de Malvín— y Verónica —acostumbrada al bel canto desde niña, exintegrante del coro del liceo Miranda, enamorada de la ópera desde que vio Der Kaiser von Atlantis en el Sodre, en busca de trabajo, de La Comercial—: al canto lírico se lo ama, se lo ama tanto que se quiere vivir de él, y para eso habrá que tomarse el avión. Así hicieron, por caso, el bajo Erwin Schrott y la soprano María José Siri.

Eso también lo saben el resto de los 60 estudiantes de la ENAL, el histórico semillero del Sodre, los doce de la cátedra de canto de la Escuela Municipal de Música Vicente Ascone y los diez de la Licenciatura en Canto de la Escuela Universitaria de Música (Eumus), los que estudian de manera particular y sus docentes. Todo eso es sabido más allá de que resalten las (acotadas) posibilidades laborales que ofrece Uruguay, el buen nivel de enseñanza existente (al menos para arrancar) y la importancia de iniciativas movilizadoras como Ópera Joven. "Aquí no hay una infraestructura que dé trabajo a los cantantes. La emigración en esta carrera es obligada", dice Raquel Pierotti, una mezzosoprano reconocida internacionalmente y desde 2013 coordinadora académica de la ENAL, de donde egresó en 1977.

"A mis alumnos siempre les digo lo mismo si están cursando otra carrera: no la vayan a dejar. Acá no hay garantías de poder vivir del canto; es lamentable pero es así", apunta Rita Contino, soprano de gran trayectoria y catedrática de la Vicente Ascone, dependiente de la Intendencia de Montevideo. Al no haber una temporada de ópera regular —en las que muchas veces se convoca a cantantes extranjeros— ni abundar los espectáculos de música de cámara, las oportunidades laborales en el mundo de la lírica básicamente se limitan al Coro Nacional del Sodre (hoy de 78 integrantes) y la docencia. Pero el amor es más fuerte: "Quienes descubren esta música y ven que tienen vocación y aptitudes, son capaces de hipotecar su vida por seguirla", subraya Contino.

Materia prima.

La vocación puede ser tardía. A Martín Gestido no le gustaba nada ni conocía la música clásica. Era frontman de Etcétera, banda que se hizo conocida con su tema Juega mi país, y quería mejorar su técnica. "Estudié seis meses particular con Beatriz Pazos (soprano) que también enseña acá. Ella me dijo que probara, que era gratis... Sabía que si podía cantar ópera podía cantar cualquier cosa. Hice la prueba, pasé ¡y quedé como loco! Me terminó encantando: cada cosa que hacés es un desafío nuevo. Ser contador no me disgusta pero... esto es lo que quiero hacer de mi vida, hoy sueño con vivir de esto". Él comenzó en 2014 el primero de los seis años de estudios en la ENAL, que incluyen clases de canto, arte escénico, práctica coral, repertorio, solfeo, piano complementario, historia de la música e idiomas: italiano, francés y alemán.

Desde 2013, la ENAL funciona en una vieja casona a dos cuadras y media de la rambla portuaria. De las 14 a las 22 horas se canta. Los alumnos —en su mayoría mujeres— que ahí asisten unas doce horas a la semana han sorteado una prueba de admisión en la que demostraron su oído, ritmo y sentido musical. "Se busca que tengan un material vocal apto, una voz de cierta sonoridad", dice Pierotti. No es cierto que se pueda sacar jugo hasta de una piedra. También es falso que los alumnos provengan solo de contextos socioculturales (o socioeconómicos) altos: esta escuela —como la Ascone y la Eumus, de la Universidad de la República— es gratuita. La prueba de admisión es un aria de Parisotti. Hasta 2013, también el primer año de Pierotti como coordinadora, se permitió cantar cumbias como examen de ingreso. Eso se acabó: el canto lírico reina desde el mismo arranque.

Verónica Perdomo, ahora sola, se concentra en Bel raggio lusinghier, un aria de Semiramide, de Rossini. Su voz conmueve pero, reconoce, tiende al Mi. "Abrí más la garganta... ahí", le indica Pierotti. Ahora, la voz eriza. La maestra le pide que tenga cuidado con el Sí. Parece que es peligroso porque "sube". Jerga clásica.

La joven, en la ENAL desde 2011, es muy gestual y expresiva al cantar. Semiramide habla de traiciones, venganza y locura. "Vos tenés que meterte en la historia. Saber qué decís, entender al personaje, a su historia familiar, qué hizo y qué le pasó. Tenés que saber qué es lo que estás diciendo, ¿qué vas a interpretar si no?", dice con una lógica irrefutable. Además, agrega, estudió italiano en el Centro de Lenguas Extranjeras. Todo lo hace por amor a la ópera: "A través del canto me siento una persona libre. Y mi sueño, que no es una utopía, es que en Uruguay se le abra el camino a los que comenzamos, gracias a movidas como Ópera Joven".

El barítono Nicolás Zecchi, director y cofundador de Ópera Joven, dice que la labor de Pierotti al frente de la ENAL ha ayudado a revitalizar este proyecto, que comenzó en 2006 buscando foguear en escena a los estudiantes de canto lírico. Esta movida, luego de un stand by en el que influyó "la poca materia prima", se reflotó este año con seis funciones de Cosi fan tutte en Sala Zitarrosa. Estas, entre el 28 de agosto y el 2 de setiembre, permitieron la participación de unos 15 solistas y otros 25 cantantes en el coro, todos de 25 años de promedio, algunos de los cuales recién habían comenzado a estudiar. Ahora se irán de gira por el Interior. "Vimos un gran material en la ENAL, muchos jóvenes que están estudiando seriamente, algo bastante raro para el medio. Nosotros somos una alternativa, no buscamos excelencia sino que damos una oportunidad", afirma el cantante.

Pierotti, una mujer de conocida exigencia, pide más. "Como en todas las ramas de la enseñanza, hace falta más disciplina. Hay que ponerse serios y exigir a los estudiantes que pongan más de sí. Veo una gran tendencia en ellos a esperar que se les dé todo", explica. No todos tienen la disciplina necesaria y son necesarias medidas firmes: un comunicado colgado en la cartelera dice que aquellos estudiantes que faltasen al ensayo del coro de la Misa Criolla, un proyecto de las escuelas del Sodre, iban a ser expulsados.

Herramientas.

Una estufa a leña logra calentar toda la Casa de la Cultura Daniel Fernández Crespo, una casona del Prado construida en 1908. Es viernes, está cayendo la noche y afuera hace un frío chino. Sentadas en sillas de plástico, unas 18 personas asisten al recital de canto de siete alumnos de Rita Contino, de la Escuela Municipal: cuatro sopranos, dos barítonos y un tenor. El público se divide entre familiares de los cantantes y amantes de la lírica. El repertorio escogido —Domine Deus, del Oratorio Gloria de Vivaldi; Una furtiva lágrima, de L'elisir d'amore de Donizetti; el aria de Medora, de Il Corsario de Verdi—, muy aplaudido, está dramáticamente a tono con el atardecer. En cualquier tipo de recital, sea de música clásica o popular, mejor irse con el ánimo en alza: así, el cierre es con un dueto de Il signor Bruschino, farsa operística de Rossini, a cargo del tenor Juan Ignacio Ferrari y el barítono Axel Silva.

Axel tiene 23 años y estudia canto desde hace cinco; en la Escuela Municipal la carrera dura siete años. Siempre le gustó la música, tenía una banda de rock de adolescente y entró en la Ascone para aprender a cantar. Y si todos quienes estudian canto lírico tienen que soportar miradas de sorpresa, incredulidad y escepticismo cuando lo comentan (además de la maldita pregunta "¿de qué vas a vivir?"), en su caso esto se multiplica por partida doble: Axel es afrodescendiente y peina rastas. ¿Quién dijo prejuicios?

"La gente se sorprende mucho... por mi apariencia. Alguna vez alguien me dijo: 'Andá a tocar el tambor'", se ríe el barítono. "Y en mi respuesta incide que soy militante afro: ¿Por qué no? ¡No estamos solo para el deporte y el candombe! Pero te juro que no es algo que me molesta".

Ese viernes, Axel dejó el traje con el que cantó el dueto, se puso su ropa de calle y se fue a un boliche de Palermo a un evento de "Undergrone", el proyecto que integra, de música hip hop y rap. "En realidad, yo entré a la escuela para adquirir técnicas y habilidad para cantar. Cuando entré no estaba muy convencido, ¡hoy me encanta! Me gustaría cantar lírico pero, de todas formas, por causa de los preconceptos de la gente y de los papeles disponibles, tiendo más a usar esas herramientas que otra cosa. Quiero vivir de la música pero dentro de mis posibilidades. Si es lírico, bien; si no, bien igual".

Aún así, en un mundo tan distinto como es el rap y el hip hop, donde recita más de lo que canta, Axel nota la enseñanza recibida. "Yo me doy cuenta en la respiración, en la impostación de la voz. Mi hermano canta conmigo y yo permanentemente le paso piques para la voz", afirma quien también es secretario de la Casa de la Cultura Afrouruguaya.

"Una vez que la voz está educada, puede moverse en cualquier género. El canto lírico es como el triple salto mortal, la prueba más difícil, llevar la voz a las más altas posibilidades", asegura gráficamente Periotti. Sus colegas opinan igual. Contino asegura que muchos de sus alumnos provienen del mundo del Carnaval, interesados en mejorar su respiración y aprovechar mejor su caudal vocal. La soprano Cecilia Latorre, catedrática de canto de la Eumus, cuenta que "grandes cantantes de tango" han pasado por sus aulas.

Sueños.

La idea de que no hay sueños imposibles está presente en todos los futuros cantantes líricos. "Acá hay muchos nueves compitiendo por un lugar en el área", dice Nicolás Zecchi apelando a la metáfora futbolera. "Pero casos como el de Erwin Schrott tienen que ser motivadores para los jóvenes, tipo ¡el loco nació en Montevideo, como yo!", agrega. Schrott es un bajo barítono de 42 años que nació, se formó y debutó en este rincón del mundo, y hoy es uno de los grandes nombres de la lírica a nivel internacional, especialmente reconocido por sus roles mozartianos. En agosto, cuando volvió a cantar en el Solís, fue declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo. La idea de tener que emigrar, también sobrevuela. "El que entra con la idea fija de seguir una carrera como solista, tiene que seguir sus estudios en lugares con más teatros, más títulos y más especialización", sostiene Latorre, quien entre sus exalumnos desperdigados por el mundo destaca al tenor Leonardo Ferrando (Italia), al contratenor Leandro Marziotte (Francia) y la soprano Sofía Mara (Alemania).

En la Eumus, tras cuatro años el estudiante se recibe de licenciado en Interpretación Musical opción Canto. En Uruguay no hay maestrías ni doctorados. A través de un reciente acuerdo con la UTU, el título de los egresados de la ENAL tendrá un rango de tecnicatura. Según Pierotti, esto les dará más facilidades a la hora de presentarse a becas o títulos de postgrado en el extranjero. Todos los caminos líricos parecen conducir hacia el aeropuerto.

"Acá en Uruguay está esa cuestión de que si no te fuiste y afuera dicen que sos bueno, no te dan pelota...", dice sin disimular la bronca Vanina Soldevila (19), quien entró a la ENAL en febrero, ya participó en la movida de Ópera Joven y tiene un envidable espíritu militante por la causa. "A mí me encantaría que me reconocieran acá, que sepan que fui alumna de músicos y cantantes uruguayos. Que sepan que existe formación en Uruguay y que es gratuita, no como en otros países donde la educación de calidad es paga, ¡quiero que esto se conozca y se valore, que no piensen que esto es un taller!". Martín Gestido, ya un veterano de año y medio en el semillero de cantantes del Sodre, que soporta las burlas de sus compañeros de facultad, futuros contadores que como entienden mucho más de números que del amor al arte no se privan de mandarlo a laburar en algo "en serio", por ahora sueña: "Por algo se empieza, sabelo".

"¿ESTUDIÁS PARA MORIR DE HAMBRE?"

Quien estudia arte lírico en Uruguay es visto como una rara avis, reconocen los alumnos de la Escuela Nacional de Arte Lírico. Según Martín Gestido, si su interlocutor no está familiarizado con el arte, "directamente se te caga de risa en la cara".

"La mayor parte de la gente piensa que estudiás para morirte de hambre", dice Varina Soldevila. "Y la verdad es que tengo muchísimas opciones de trabajo: cantante, maestra preparadora, docente... Hay trabajo, haría falta más...".

Verónica Perdomo ya está harta de la misma reacción: "Ah, estudiás ópera, qué copado... ¿de qué vas a vivir?". Por ende, optó por la respuesta más orgullosa posible: "¡Yo voy a buscar de qué vivir!".

CUIDAR EL INSTRUMENTO, UNO MISMO

"El canto lírico requiere un régimen de vida bastante sano", afirma Raquel Pierotti, coordinadora académica de la ENAL. Fumar está prohibido. "Ensucia la garganta", explica. No es aconsejable nada que pueda ser irritante gástrico, como el mate, para evitar el reflujo. Gritar un gol en el estadio es algo a evitar.

Esto lo inculcan también quienes recién comienzan. "El instrumento sos vos mismo, no hay que olvidarlo", dice Vanina Soldevila, quien está cursando su primer año en la escuela del Sodre. "Capaz que para otra gente parece que vos tuvieras una conducta obsesiva. Lo que pasa que no es lo mismo estar resfriado una semana para alguien que estudia Ingeniería que para vos. Además, cantar, que es lo que vos hacés, solo lo podés hacer por un tiempo limitado. Si estás en Derecho o Arquitectura vos podés estudiar seis horas de corrido o más, pero vos no podés cantar durante seis horas".

LA NECESIDAD DE UN TRABAJO PERSONALIZADO A LA HORA DE CANTAR

Los referentes de las escuelas destacan la calidad de la enseñanza y que es gratuita. El barítono Nicolás Zecchi (37), docente, director y uno de los fundadores de Ópera Joven, apunta empero que a la hora de estudiar hace falta un "referente", un coach particular.

"A diferencia de lo que es la cátedra de un instrumento, la educación vocal requiere siempre un trabajo personalizado con un cantante de trayectoria", dice el artista. Estos, muchas veces, suelen ser los mismos docentes que las escuelas, cuyas clases particulares pueden costar de 500 a mil pesos. "A veces, tenés que agregarle un pianista, y tenés que aprender idiomas para no limitarte con el italiano, e ir seguido al otorrino para ver tus cuerdas... eso es caro y a veces termina siendo un filtro", agrega Zecchi, que estudió con docentes como Juan Carlos Gebelin y Beatriz Pazos.

En la ENAL —única de las tres concentrada solo en el canto lírico— cada alumno tiene 12 horas por semana. En la Municipal, Rita Contino da dos clases por semana de una a dos horas. En la Eumus, Cecilia Latorre dicta una hora semanal de canto y, hay otra de práctica con piano. En estas dos últimas también hay varias materias complementarias.

Verónica Perdomo y Martín Gestido, estudiantes de la ENAL. (Foto: Fernando Ponzetto)
Verónica Perdomo y Martín Gestido, estudiantes de la ENAL. (Foto: Fernando Ponzetto)
Julia Araújo y Veronica Moner en Cosi fan Tutte. (Foto: Sebastián Basaldúa, gentileza de Ópera Joven)
Julia Araújo y Veronica Moner en Cosi fan Tutte. (Foto: Sebastián Basaldúa, gentileza de Ópera Joven)
Alumnos de la Escuela Municipal Ascone actuando en la Casa de la Cultura del Prado. (Foto: Fernando Ponzetto)
Alumnos de la Escuela Municipal Ascone actuando en la Casa de la Cultura del Prado. (Foto: Fernando Ponzetto)
Erwin Schrott, bajo barítono uruguayo de fama mundial y Ciudadano Ilustre de Montevideo. (Foto: Fernando Ponzetto)
Erwin Schrott, bajo barítono uruguayo de fama mundial y Ciudadano Ilustre de Montevideo. (Foto: Fernando Ponzetto)
Raquel Pierotti está desde 2013 al frente de la ENAL. (Foto: Fernando Ponzetto)
Raquel Pierotti está desde 2013 al frente de la ENAL. (Foto: Fernando Ponzetto)

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