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En busca de habitantes

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Según el Censo 2011, en Ciudad Vieja viven 12.555 personas.

El casco histórico apuesta a recuperar su estatus residencial con nuevos proyectos de vivienda, más seguridad y espacios verdes.

Cuando Ana (45) se mudó a Ciudad Vieja, hace cuatro años, ella, su marido y su pequeño hijo eran los únicos habitantes permanentes de su cuadra. Venían de Pocitos, "cansados" del ruido de las motos de los delivery. Habían buscado opciones para alquilar en varios barrios, pero nunca allí. Un apartamento en el entorno de la Plaza Matriz la hizo cambiar de idea. "Vine un día nublado y estaba súper luminoso. Ahí me pregunté: ¿por qué no?". Le dio una oportunidad y no se arrepiente.

Hoy Ana tiene varios vecinos y el barrio no es el mismo. Hay más restaurantes, comercios, juegos infantiles, actividades, seguridad. Y más movimiento de gente después de las seis de la tarde y los fines de semana. Hasta hace no tanto tiempo, Ciudad Vieja era sinónimo de muchos escenarios, pero ser un lugar de residencia no era uno de ellos. Los números lo avalaban. En 2011 su población era menos de la tercera parte que la censada en 1963: 12.555 personas. La gente —sobre todo las familias— se había ido del casco histórico. Hasta ahora, que empezó a volver.

El cambió no se dio de un día para el otro. De hecho, comenzó hace dos décadas. Desde Mariano Arana —electo intendente en 1994 y reelecto en 2000— y su Grupo de Estudios Urbanos, la Intendencia de Montevideo (IMM) viene apostando a un proceso de recalificación de la zona, con acciones de preservación de edificios históricos y revitalización económica y social. "Después de que por años Ciudad Vieja había expulsado habitantes, se retoma la necesidad de que el centro histórico de la ciudad vuelva a ser habitado", explica la directora de Acondicionamiento Urbano de la IMM, Eleonora Bianchi. "Y no solo en la city, sino que pueda ser habitada tanto de forma transitoria como permanente. Que venga gente nueva, pero también que vuelvan los viejos habitantes". Desde la creación de la Comisión Especial Permanente de Ciudad Vieja hasta el Programa de Revitalización, con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, las acciones han sido muchas.

Una suerte de ciudad en miniatura, en las cien manzanas que componen Ciudad Vieja confluye todo. Es centro financiero y administrativo desde siempre. Alberga empresas nacionales e internacionales, bancos, ministerios y oficinas. Concentra buena parte de la movida cultural. Reúne el patrimonio y la historia. Es parte de la identidad nacional. "Todo el mundo tiene algo que ver con Ciudad Vieja", asegura la antropóloga Emilia Abin, a punto de terminar su tesis de maestría sobre "las distintas formas de habitar" el barrio. "Podés vivir en Montevideo y nunca ir a La Teja, pero eso no pasa con Ciudad Vieja; en algún momento la vas a tener que pisar". Sin embargo, advierte, no se puede pensar en ella como una "única realidad", ya que "hay demasiadas ideas de ciudad superpuestas".

No hay duda de que esta es la zona de la ciudad con mayor diversidad cultural y desigualdad socioeconómica. Todo al mismo tiempo. Y todo en un mismo lugar. Allí conviven turistas e inmigrantes, empresarios, artistas y trabajadores, desde empleados públicos a cuidacoches. A lo largo y ancho del casco histórico, sintetizan Ricardo Fraiman y Marcelo Rossal en su libro De calles, trancas y botones, hay un sector de edificios de clase media (contra la Rambla Sur), otro casi sin casas habitación (en la city o zona bancaria), una zona con casas antiguas tugurizadas mezcladas con edificios reciclados habitados por jóvenes (zona portuaria, Mercado del Puerto) y un pequeño barrio de clases populares con también algunos tugurios ocupados (zona del Guruyú, Hospital Maciel). Entre medio, el complejo entramado intercala museos, hoteles boutique, restaurantes y teatros.

En parte, ese mix es causa y consecuencia de las políticas públicas y privadas de los últimos años. Es lo que los académicos llaman "gentrificación": algo así como el proceso de "ennoblecer" un barrio, explica Abin. "Implica agarrar una zona de la ciudad, generalmente deprimida, e inyectarle elementos que la revaloricen, como restaurar los edificios históricos y todas las acciones para que venga a vivir gente con un mayor nivel económico, social y cultural. Históricamente, estos procesos implican un desplazamiento de la población de bajos recursos hacia otras zonas". Pero en este caso, el cambio no fue tan radical. Si bien hubo corrimientos, mucha gente se realojó dentro del barrio. "Había como un querer quedarse en este espacio físico que tiene que ver, sobre todo, con estrategias de supervivencia económica", señala.

De ida y vuelta a buscar a sus hijos a uno de los colegios privados de la zona, en el extremo de Maciel y Sarandí —en cruz con la escuela pública N° 65 —, Ana ve todos esos barrios y uno solo. Cuenta que se adaptó "perfecto" y que no extraña. Y que, aunque sigue rodeada de oficinas, en estos años sumó dos nuevos vecinos.

Vecinos.

La aparición de las cooperativas de vivienda es uno de los grandes ejes de la transformación de Ciudad Vieja. La primera fue la Cooperativa de Ayuda Mutua COVICIVI, sobre la rambla 25 de Agosto, un reciclaje que integró cuatro edificios ya existentes para formar un complejo habitacional. Hoy, funcionan más de 20 cooperativas, instaladas tanto en edificios recuperados como en construcciones nuevas.

"Si bien en el resto de América Latina todos estos procesos implicaron erradicar a las personas que vivían en los lugares que estaban siendo recalificados, acá apareció otra alternativa que implicó incluirlos dentro de este nuevo proyecto de casco histórico. Y en ese sentido la principal estrategia fue la cooperativa de vivienda", dice Abin, hoy vecina de La Comercial, pero con varios pasajes por Ciudad Vieja.

Para su tesis, la antropóloga vivió tres meses en una cooperativa en Piedras y Juan Carlos Gómez. Allí conoció historias de familias que ya iban por la cuarta generación en el barrio y vivió de cerca más de un allanamiento. "Vi cosas que no podía creer: cómo sacaban niños con armas tipo G.I. Joe. Y si comparás esa situación con la de alguien que vive en un apartamento de 50 metros cuadrados pero que vale 250 mil dólares, son dos mundos diferentes".

Para conformar una cooperativa, las modalidades son varias. No solo participa la Intendencia, sino también el Ministerio y la Agencia Nacional de Vivienda, entre otros organismos públicos. Además, en la ley de Promoción de la Vivienda de Interés Social —aprobada a fines de 2011—la Ciudad Vieja fue considerada una de las áreas a priorizar. Así, la multiplicidad de opciones trajo al barrio nuevos —y múltiples— habitantes.

Con la diversidad como norma, Bianchi sostiene que la mayoría de la población corresponde a sectores de clase trabajadora media y baja. "Han aparecido oportunidades de construcción y facilidades para mejorar edificios existentes, pero en Ciudad Vieja no encontramos vivienda suntuaria".

Tener espacios vacíos en medio de la ciudad es una suerte de bomba de tiempo. Para el arquitecto William Rey, lo peor que le puede pasar a un área urbana es "desresidencializarse completamente", como le sucedió a la Ciudad Vieja posdictadura. "Es una zona que tiene un altísimo nivel de servicios e infraestructura, donde uno encuentra todo lo que quiere, que está siendo subutilizada", explica. En el casco histórico, eso aún se nota durante las noches y los fines de semana. "Además, en las áreas vacías surgen problemas sociales, que tienden a desaparecer en la medida en que aumenta la población residencial".

En contrapartida, dice Rey, muchos montevideanos eligen vivir en zonas de la periferia de la capital o Canelones sin saneamiento o servicios fundamentales. "Falta cultura urbana. Es una cuestión educativa: sigue pesando que es mejor vivir en la costa. Pero eso no es mayor calidad de vida", opina.

Según la Encuesta Ciudad Vieja 2010, realizada en el marco del Plan Especial para la Ciudad Vieja de la IMM, el 40% de los nuevos vecinos llegaron de zonas centrales y costeras de la capital. El precio de la vivienda fue el motivo principal (45%), pero también influyeron —aunque con una incidencia más repartida— el aprecio por el barrio, su ubicación y causas laborales y familiares.

Más allá de gustos, el barrio tiene sus indiscutibles ventajas comparativas. Conectividad, servicios y centralidad son conceptos que se repiten entre autoridades, expertos y vecinos. Bianchi destaca la cercanía a centros educativos de todos los niveles y a la oferta cultural del Centro. Para Rey, la cantidad y el nivel de los servicios la convierten en una zona que ofrece una "calidad de vida alta". Pero, ¿por qué la eligen sus habitantes? "Hay algo encantador en los cascos históricos de las ciudades", opina Abin. "Pero cada uno elige el barrio por distintas razones: porque tenés el mar en tres puntos cardinales, porque tenés excelente transporte, porque tenés la tranquilidad y el bullicio o, simplemente, porque te queda cerca del trabajo y podés ir a almorzar a tu casa", enumera.

Cosmopolita.

Es viernes por la tarde y en cada ventana de Ciudad Vieja suena un ritmo diferente. Cumbia, tango, bossa nova. Por la Peatonal Sarandí los puestos de artesanos se suceden sin pausa y se respira una mezcla de incienso y marihuana. Los turistas se toman fotos con la iglesia Matriz de fondo o compran algún souvenir con sabor a historia. Pasadas las 17.30, la Plaza Zabala se llena de niños con el uniforme del Colegio Bilingüe Ciudad Vieja que disfrutan uno de los pocos espacios verdes de la zona.

"¡Es la mejor plaza del mundo!", dice Ernesto Muniz (41), productor de radio y televisión, docente y comediante de stand up, amante de la Ciudad Vieja desde siempre y habitante permanente desde 2011. "Vivir acá me da la sensación de que no estoy en Montevideo, la convierto en una ciudad cosmopolita", justifica. "Salís a la calle y escuchás voces en distintos idiomas, ves caras distintas... Llevo a mi hijo (de 17 meses) a la Plaza Zabala y está lleno de niños bien diferentes, turistas europeos, inmigrantes peruanos, y mi hijo juega con todos". Muniz llegó desde Palermo y alquila un apartamento reciclado sobre la calle Treinta y Tres.

Ese mismo clima plural y cosmopolita también atrajo a la diseñadora Ana Livni (39), que llegó a la Ciudad Vieja hace más de 15 años para instalar su casa y su atelier (sobre 25 de Mayo). "Me gusta el contacto con la heterogeneidad, con gente de otros países. También me gusta estar cerca de la cultura, de nuestro patrimonio arquitectónico, poder ir caminando a un museo... Me gusta vivir rodeada, no apartada", cuenta.

Los cambios, dice Livni, han sido muchos. Y aunque no con todos concuerda, sí opina que hoy se vive mejor. La seguridad, una de las grandes preocupaciones de habitantes y visitantes, es uno de los pilares que hacen la diferencia. En diciembre de 2013, en el marco del Programa Ciudad Segura, se instaló una red de videovigilancia con cámaras en cada esquina. Según el Ministerio del Interior, los hurtos y las rapiñas se redujeron a la mitad. "Antes había ciertas calles en las que no convenía estacionar o caminar, hoy ya no pasa. Yo ando tranquila", dice Livni. Para los próximos meses, adelantó Bianchi, la IMM prevé instalar nuevas luminarias led en la mitad del barrio.

Mientras tanto, resulta difícil conjugar los intereses sociales, culturales y económicos de una población tan heterogénea. A fines de 2014, en un local abandonado frente al hotel boutique AK Design, a 20 metros de la peatonal Pérez Castellano, comenzó a funcionar un refugio masculino. En la manzana contigua, sobre 25 de Mayo y frente al local de Livni, hay otro.

A nivel inmobiliario, "los extremos" del barrio son las "zonas más complicadas" para vender o alquilar, dice Julio Villamide, director de la revista Propiedades. Los precios de los inmuebles —muy depreciados hace unos años—, subieron, "acompañando el crecimiento general" en toda la ciudad. "Los procesos en los centros urbanos montevideanos son lentos, no podemos poner de moda cinco barrios al mismo tiempo porque no tenemos gente", opina Villamide. "La Ciudad Vieja vivió su peor momento en los 80 y 90, con la inauguración de los shoppings y el estacionamiento tarifado. Después empezó a recuperarse y hoy hay decenas de proyectos en ejecución. Claramente uno podría pensar que todo lo que viene es mejor".

Una parodia con ideas en serio.

El amor por Montevideo y las ganas de generar ideas para debatir sobre la ciudad son la principal motivación con la que el artista Alfredo Ghierra armó una propuesta tan original como cuestionadora. Se trata de una parodia de candidatura a la intendencia capitalina, pero que incluye más de 40 proyectos realizados con seriedad por artistas, arquitectos y diseñadores. Uno de ellos, como no podía ser de otra manera, está dedicado a Ciudad Vieja. El Master-plan Lindolfo, a cargo de BMR Productora Cultural —de los arquitectos Nicolás Barriola y William Rey y el licenciado Marcos Mendizabal— apuesta a transformar la zona que otrora fuera la fachada principal de la ciudad, en los alrededores de las ramblas 25 de Agosto, Ingeniero J. Monteverde y Francia, y la calle Guaraní. La propuesta incluye crear una gran zona techada, la intervención de algunas fachadas, la creación de una mediateca y de un parque de esculturas de propulsión eólica, y un gran parque infantil. Todas las propuestas se exhibirán a partir del jueves 26 en el Centro Cultural de España.

Como parte de una ola.

El proceso de recalificación de Ciudad Vieja va en la misma línea de lo que sucedió en Buenos Aires con Puerto Madero, en Ciudad de México con El Zócalo o en Salvador de Bahía con el Pelourinho. "Es todo parte de la misma ola", asegura la antropóloga Emilia Abin. "En el mundo, los cascos históricos son sitios que generan valor en la ciudad porque atraen al turismo y son lugares bellos para vivir". ¿Qué se genera? "Una especie de escenografía de casco antiguo", define.

En busca de un lugar más seguro.

"Sin seguridad es impensable que se revierta el estado de situación en Ciudad Vieja", opina el arquitecto y expresidente de la Comisión de Patrimonio William Rey. "Sin eso el barrio no sirve como espacio de residencialidad ni tampoco para la oferta turística", agrega. Desde fines de 2013, la instalación de cámaras de seguridad en cada esquina redujo notoriamente la cantidad de hurtos y rapiñas, pero a la vez modificó el modus operandi de los delincuentes, que ahora se especializan en robar en moto, "rastrillando" lo que encuentran a su paso. En ese sentido, Rey sugiere que exista una mayor presencia policial, no necesariamente uniformada. "Cuando uno va a lugares como Madrid o París ve la presencia de la Policía y eso no implica una perdida de libertad".

Plazas, peatonales, viviendas y proyectos entre el debe y el haber.

La peatonalización de la calle Sarandí es, quizás, el más polémico y exitoso proyecto de reconversión de Ciudad Vieja. "Al principio los comerciantes pensaban que eso los podía perjudicar, hoy está comprobado que no es así", recuerda Eleonora Bianchi, directora de Acondicionamiento Urbano de la Intendencia de Montevideo. A partir de ahí, también se volvió peatonal un tramo de Pérez Castellano, facilitando el acceso al tradicional Mercado del Puerto.

Si este es uno de los logros, la creación de más espacios verdes —sobre todo en una apuesta por conquistar a las familias— es uno de los debe. Entre 2013 y 2014 la Plaza Zabala fue reacondicionada, mejorando el espacio de juegos infantiles. Además de la sombra que proveen los árboles, uno de los golazos es el piso de goma, al estilo de las plazas europeas, donde los niños pueden jugar sin peligro de lastimarse.

Otro de los proyectos que generó voces a favor y en contra fue la instalación de bicisendas y un sistema de bicicletas turísticas. Como usuario y vecino, Ernesto Muniz no duda en defenderlo. "Yo defiendo el proyecto. A pesar de que la gente que tiene auto se queja, es un concepto que se adelanta a su tiempo y es positivo".

A pocas semanas de terminar su gestión, Bianchi considera que todavía hay aspectos que quedaron pendientes. "Hay zonas que se han desarrollado más que otras. El área cercana a la rambla 25 de Agosto, Piedras y Cerrito todavía puede continuar recibiendo mayor cantidad de construcciones destinadas a viviendas", opina. Además, también está entre los objetivos seguir apuntalando el área comercial, "para que la Ciudad Vieja no solo tenga un desarrollo importante en los horarios de oficina".

Según el Censo 2011, en Ciudad Vieja viven 12.555 personas.
Según el Censo 2011, en Ciudad Vieja viven 12.555 personas.
La Plaza Zabala es uno de los rincones preferidos por las familias.
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La escuela pública N° 65 es de tiempo completo.
La escuela pública N° 65 es de tiempo completo.
La cercanía a la rambla es uno de los atractivos de vivir en Ciudad Vieja.
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La peatonalización de la calle Sarandí es uno de los principales ejes de la revitalización del barrio.
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CIUDAD VIEJADaniela Bluth

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