NOMBRES DEL DOMINGO
Las esposas de dos de los hombres más poderosos del planeta se encontraron hace poco y exhibieron sus estilos tan diferentes.
Brigitte Macron continúa con su vida y, según cuentan, es común verla caminando por las calles de París junto a alguno de sus colaboradores. Parca en declaraciones —dio su primera conferencia siete meses después de haber ocupado los aposentos en los Elíseos— Brigitte prefiere aparecer como cauta en todo momento.
"Nunca hay un momento fuera del trabajo donde estar totalmente tranquila. Tengo la impresión de que cada palabra que digo es una palabra de más", declaró en una reciente entrevista.
La primera dama parece haber entendido a la perfección su papel, qué es lo que se espera de ella en cada momento. "Estamos ahí sin estar ahí. Sobre todo no hay que importunar, porque a nosotras no nos han votado", sostuvo durante su visita a Washington.
La esposa de Macron suele estudiar en forma concienzuda los temas que le toca abordar como primera dama. Sus asistentes le preparan un dossier que ella examina con cuidado. De ese modo, con silencio y cautela, Brigitte Macron se ha ido ganando su espacio en el imaginario colectivo.
Bien distinto es el papel que le ha tocado jugar a Melania Trump. La primera dama estadounidense se ha mostrado distanciada del mandatario e incluso se le ha endilgado algún que otro desaire en público ante su marido. Un aire de misterio envuelve a la belleza eslovena, mucho más parca que su par francesa en declaraciones.
El periodista Michael Wolff, autor del libro Fuego y furia en torno a la figura del magnate que llegó a la Casa Blanca, trató de reconstruir su perfil aunque se topó con una figura casi hermética.
Durante la campaña presidencial se filtraron unas fotos de la exmodelo posando desnuda. Ella le advirtió a su marido-candidato que si así era el futuro que les aguardaba, no lo quería. Trump reaccionó como es habitual en él. A pesar de que el magnate estaba seguro de lo contrario, le respondió que demandarían a los medios y le garantizó que todo acabaría en noviembre porque no había forma de que él ganara las elecciones. Cuando se supieron los resultados, Melania lloró. Wolff narra que no fueron lágrimas de alegría.
Melania y su esposo duermen en habitaciones separadas. Pero la separación no abarca tan solo a sus respectivos lechos, sino a sus rutinas diarias. A las 5.30 Trump suele estar despierto, con tres televisores encendidos y el dedo en el gatillo de Twitter. Pero Melania se levanta bastante más tarde y prepara a su hijo de 12 años para ir al colegio. Según cuentan sus colaboradores más cercanos, pocas veces pone un pie en el ala Oeste de la Casa Blanca.
Este alejamiento de la figura presidencial le ha valido índices de popularidad superiores a los de su marido. Según mediciones publicadas por The Washington Post la primera dama cuenta con un 57% de aprobación, en tanto que la de Trump apenas llega al 42%.
Las distancias se ensancharon aún más luego del escándalo que involucró a la estrella porno Stormy Daniels. Cuando el affaire estalló en los medios Melania suspendió el viaje que tenía previsto realizar en compañía de Trump al Foro Económico de Davos.
El encuentro del pasado mes de abril fue largamente esperado por Melania Trump. Es difícil saber si todas sus expectativas se vieron colmadas. Lo cierto es que ambas mujeres se vieron a gusto juntas.
Es curioso, ya que Brigitte ha aceptado con alegría su rol y, al menos así lo ha expresado en entrevistas, se muestra convencida de su papel como soporte del primer mandatario. "Son una verdadera pareja", dijo el empresario Jean-Marc Dumontet, íntimo de los Macron para definir al matrimonio presidencial. Ya nadie insiste en que se llevan 24 años; Macron conoció a quien sería su esposa cuando ella impartía clases de literatura en Amiens.
El futuro de la pareja presidencial que ocupa la Casa Blanca parece, en cambio, un enigma. Por ahora sobreviven a los escándalos, pero la temperatura entre ellos ha continuado bajando en estos meses.
La profe que se enamoró de su alumno
Brigitte Macron, Trogneaux de soltera, enseñaba francés y latín en el Lycée La Providence, donde tuvo de alumno a Emmanuel Macron. Allí se enamoraron y terminaron por casarse. "No se entiende nada de la pareja si se olvida su origen, que fueron ellos contra el mundo, por eso son indestructibles", dijo el escritor Philippe Besson, amigo de años de la pareja.