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Brad Bird, un cineasta increíble

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Brad Bird, un creador con enorme talento.

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La segunda parte de su obra maestra, Los Increíbles 2, promete igualarla en éxito. Un creador que dirige por igual actores y dibujos.

Más parecido a un ingeniero de la NASA que a un artista, es sin embargo uno de los más originales en el mundo de la animación. En pleno auge del cine de superhéroes consiguió darle una vuelta de tuerca al género, al tiempo que le confería una mirada más humana. Ahora con una segunda parte de la película que le valió dos Oscar y que en estos 14 años que pasaron desde su estreno se convirtió en un clásico.

Brad Bird (60) ha dirigido actores y émulos animados. "En el cine, cuando trabajás con actores reales hay una espontaneidad que no existe en la animación, mucho menos cuando grabás el sonido. Luego, por otro lado, creo que hay algo especial en el proceso de animar un personaje y captar su esencia. Así que amo por igual ambas formas de hacer cine y espero seguir realizando proyectos de todo tipo en el futuro", dijo Bird en una reciente entrevista con motivo del estreno de Los Increíbles 2.

Lo cierto es que el cineasta no se siente haciendo películas para niños. "No se ha creado pensando en ellos o para ellos. Son bienvenidos, sí, pero no está diseñada para niños", precisó Bird.

Y esa es parte de la magia de películas como la primera de estas historias de supehéroes, o Ratatouille, una exquisita fábula donde la gastronomía se convierte en una poderosa metáfora de la vida. Algo parecido pasa en El Gigante de Hierro, otra animación hecha para el sello Warner cuyo trasfondo revelaba tensiones propias del período más duro de la Guerra Fría amalgamado a una historia de ciencia ficción.

Lo cierto es que ninguna de las ficciones salidas de los estudios Pixar, desde hace doce años fusionada con Disney, pasa inadvertida desde la fundadora saga Toy Story. La emblemática compañía de animación sufrió un sacudón el año pasado cuando uno de sus fundadores, el director John Lasseter fue apartado de la firma bajo acusaciones de "comportamiento inadecuado", otra secuela del escándalo que desencadenó el productor Harvey Winstein. Esta nueva producción que vuelve a tener a Bird a la cabeza del equipo creativo es la primera, entonces, de la era post-Lasseter.

El éxito que comienza a recoger la película confirma a Brad Bird como uno de los directores más sólidos del género, que ya se ha probado en otras supreproducciones con actores de carne y hueso, como la saga Misión Imposible: Protocolo Fantasma o la de ciencia ficción Tomorrowland, con George Clooney.

La historia de este artista puede revelar las razones de este éxito.

El niño prodigio.

Philip Bradley Bird nació en Kalispell, Montana, el 24 de setiembre de 1957. Tenía 11 años cuando comenzó su primera película animada, que terminó dos años más tarde. Y le quedó tan bien que el film llamó la atención nada menos que de los estudios Disney.

Tenía 14 años cuando entró a la Meca del cine animado a hacer sus primeras armas. Lo apadrinó Milt Kahl, uno de los llamados Nine Old Men, es decir uno de los nueve animadores más viejos del estudio. Poco después, en el Instituto de Artes de California conoció a John Lasseter junto al que fundaría el legendario estudio de animación Pixar, y también al director Tim Burton.

Por fin consiguió un contrato formal en la Disney, donde trabajó de lleno en la película animada El zorro y el sabueso, en 1981, tras lo cual abandonó la compañía. Poco después fue contratado por Klasky Csupo y fue parte el equipo que desarrolló Los Simpsons partiendo del formato de historias de un minuto de duración de El Show de Tracy Ullman para llegar a episodios de media hora.

En 1989 ya se había consolidado como un artista importante en el mundo de la animación. Brad Bird comenzó a participar en varias series animadas tales como El crítico, El Rey de la Colina, Family Dog, entre otros éxitos de principios de la década de 1990.

Finalmente fue contratado por la Warner donde realizó el primer largometraje animado de importancia en su currículum: El Gigante de Hierro (1999). Con esta película ocurrió un fenómeno curioso, fue recibida con gran beneplácito por la crítica pero pasó prácticamente inadvertida por la taquilla debido a la escasa o nula promoción que le hizo la Warner. La película continúa siendo valorada como uno de los hitos de la animación clásica al día de hoy, para algunos es una suerte de filme de culto.

Y así llega la oferta de Lasseter y Brad Bird es contratado para los nacientes estudios Pixar. Finalmente llega su consagración con Los Increíbles (2004), una historia que bordea la parodia al género de los superhéroes pero desde una lectura muy aguda que, de algún modo, lo emparenta con otra producción vanguardista nacida en el mundo del cómic como lo fue Watchmen, escrita por Alan Moore y dibujada por Dave Gibbons.

Bird crea una familia de superhéroes forzados a vivir en el anonimato de vidas corrientes debido a una severa norma que los quita del centro de la escena. Bob Parr (Mr. Incredible), su esposa Helen (Elastigirl), y sus hijos Violet, Dash y el pequeño Jack-Jack. El trío de superhéroes principales se completa con Frozono, Lucius Best, que tiene el superpoder de producir hielo con sus manos.

Ambientada en unos difusos años 60, en los que se utiliza una tecnología ultramoderna, Los Increíbles mezcla trama y banda de sonido muy James Bond con justicieros en ajustadas mallas propios de la edad de oro del cómic.

Bird explota todo el costado cómico que ofrece el grandote y bueno de Bob Parr metido a gris oficinista en una compañía de seguros, exasperado por el tiránico jefe obsesivo y tratando de llevar una vida de padre modelo. En tanto a escondidas con su amigo Lucius salen a salvar vidas y a combatir a los malos.

Casi tres lustros más tarde Brad Bird vuelve a la historia que cimentó su éxito, pero con algunos cambios. El centro de la escena es ocupado ahora por Helen en su papel de Elastigirl, mientras Bob deja guardado el traje de justiciero para hacerse cargo de los chicos. El plato fuerte de esta nueva entrega lo es, sin dudas, el pequeño Jack-Jack y esos superpoderes que lo convierten en una bomba a punto de estallar a cada segundo.

"Se hace patente que cuidar también es un superpoder y que, en este caso, tener superfuerza no sirve de nada", explica el propio Bird.

Si con aquella primera entrega rompió la taquilla con esta segunda parte promete otro tanto. Brad Bird ya se llevó el mayor premio de la Academia con su inolvidable Ratatouille, pero más allá de galardones Brad Bird es uno de los creadores más originales del cine animado.

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