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Bong Joon-ho, el cineasta coreano hace furor

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Bong Joon-ho, el surcoreano ha cosechado varios éxitos en su carrera.

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El director y guionista surcoreano viene arrasando con los premios y se encamina a una buena carrera por el Oscar con su último film Parásitos.

Dice que mientras escribe un guion su familia lo odia. Su peculiar mirada se convirtió en una marca personal e hizo de su cine una obra única. Las profundas brechas sociales, los “océanos” que dividen a ricos y pobres ha sido el eje de sus películas principales y lo es, en particular, del film que viene cosechando elogios en todo el mundo y entra de lleno en carrera para los Oscar como mejor película extranjera.

Bong Joon-ho (50) es el cineasta del momento. Su película Parásitos vuelve sobre sus obsesiones con esa profunda mirada social que, por momentos, raya con el maniqueísmo. Esta comedia negra ha logrado cuotas de reconocimiento prácticamente inéditas, entre ellos el premio principal para una película de habla no inglesa del Sindicato de Actores de Estados Unidos, además de Globo de Oro a la mejor película y seis nominaciones para el Oscar, con grandes chances de quedarse con alguna de las estatuillas.

Lo cierto es que la mezcla de humor negro y crítica social ha conquistado a los grandes públicos, según el consenso de la crítica especializada.

“Soy un sádico; lo siento. Me gusta hacer que el público sufra mientras se divierte, que se rían a pesar de que saben que está mal hacerlo. Además, la vida real no es solo tragedia o solo comedia, sino una combinación, ¿verdad? Al menos así la veo yo. Por eso, mis películas también son así”, explicó el director surcoreano durante una entrevista.

SIEMPRE EL CINE. Bong Joon-ho nació en Daegu, Corea del Sur, el 14 de septiembre de 1969. El arte estaba firmemente arraigado en su familia ya que su padre fue diseñador y su abuelo fue un escritor de renombre en su momento.

Desde muy joven, concretamente desde que cursaba estudios secundarios, Bong se sintió atraído por el cine. De todas formas, su vida académica lo llevó hacia la sociología, disciplina en la que terminó por obtener el título en la Universidad de Yonsei a fines de 1989. Pero mientras cursaba estudios allí se convirtió en un activo miembro del club de cine universitario. Pronto se aficionó a las producciones de algunos referentes locales, directores como Edward Yang, Hou Hsiao-hsien, Shohei Imamura. Llevado por su afición a la cinematografía, en 1990 completó un programa de dos años en la Academia Coreana de Artes Fílmicas. Durante el curso hizo varios cortos en 16 milímetros y el film con el que se graduó fue luego exhibido en festivales de cine de Vancouver y Hong Kong.

En 1994 hizo su primer corto, pero su carrera cinematográfica comienza en 2000 con la película Barking Dogs Never Bite (que podría traducirse como Perros que ladran nunca muerden), donde ya estaba presente la ácida crítica social. Sin embargo, la taquilla le fue esquiva con aquel primer lance. Su siguiente largometraje fue el que logró conquistar al público. En 2003 estrena Memorias de un asesino, una obra basada en la figura de un asesino serial muy conocido en su país. En este caso, tanto la taquilla como la crítica aplaudieron la obra de Bong. Y esta segunda obra marca, tal vez, el verdadero comienzo de su exitosa carrera como director y guionista.

En 2006, 2008 y 2009 Bong Joon-ho estrena sendos títulos que le merecen distintos niveles de reconocimiento pero, de algún modo, su consagración internacional llegó en 2013 con el film de ciencia ficción El Rompenieves (Snowpiercer), basada en una novela gráfica Le Transperceneige de los autores franceses Jacques Lob y Jean-Marc Rochette.

En esta historia con el empuje de una superproducción al mejor estilo mainstream se cuenta la deriva de un grupo numeroso de supervivientes de un holocausto nuclear que deben adaptarse a vivir en un tren formado por mil vagones que transita por el mundo. En los primeros vagones del convoy domina el lujo y todas las comodidades, mientras que en los últimos los supervivientes viven hacinados en deplorables condiciones. Este es el caldo de cultivo ideal para una rebelión a bordo que dará trama a la obra y que, seguramente, constituye el principal atractivo para Bong.

OBSESIONES. El enfrentamiento entre ricos y pobres es uno de sus ejes temáticos, en tanto que, desde el punto de vista artístico, es característica su disposición a mezclar géneros como la comedia y el thriller, la ciencia ficción y el drama realista descarnado, el humor y la crítica social. Ese parece ser el cóctel preferido del director surcoreano.

En una reciente entrevista se le pregunta a Bong Joon-ho qué le lleva a explorar una y otra vez estas alternativas en casi todos sus filmes.

“Porque afectan a todas nuestras interacciones. Intentamos ignorarlos porque nos incomodan, pero no hay manera. Cuando nos presentan a alguien, de forma instintiva reparamos en la ropa que viste, en si su teléfono es de gama alta o si su reloj o su bolsa son caros. Y, si nos acercamos lo suficiente, incluso nos fijamos en cómo huelen. Todo, hasta nuestro olor corporal, es un asunto de clase”, aseguró Bong.

El cineasta se confiesa como un obsesivo de su trabajo que comienza con la escritura del guion. “Lo peor es que nunca me quedo contento con el resultado”, reconoció en una entrevista. Bong comenta, además, que cada vez que ve su última película, por ejemplo, siempre encuentra escenas que pudo haber rodado de otra manera distinta. “Soy muy cruel con mis películas”, dice.

El cineasta ha recibido numerosos e importantes galardones.
El cineasta ha recibido numerosos e importantes galardones.

Una fábula de ricos y pobres

La trama de Parásitos, la última película de Bong Joon-ho, es muy simple. Dos familias entrecruzan sus caminos, una es muy adinerada, la otra muy pobre. Sus interacciones muestran las diferencias sociales y dejan en evidencia problemas como el clasismo.

Los pobres se las ingeniarán de mil maneras para sobrevivir; la principal es lograr que la familia opulenta contrate a todos los miembros de la familia sin saber que los une un vínculo sanguíneo. Claro que este detalle es el que disparará todo el motor de la comedia negra que es, en el fondo, esta película del director surcoreano. Algunos críticos calificaron la película como “elegante y escabrosa”, una mezcla en apariencia irresistible.

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