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La Bolocco, reina sin corona

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Bolocco, una solitaria diva que continúa seduciendo a muchos.

DE PORTADA

Tiene fama, fortuna y poder, pero sus relaciones de pareja han naufragado una y otra vez. Los vaivenes amorosos de una diva solitaria que sedujo a muchos.

"Soy la mejor Miss Universo que haya existido", dijo Cecilia Carolina Bolocco Fonck al concluir su mandato, iniciado el 26 de mayo de 1987 en Singapur, enfundada en un estupendo diseño de Rubén Campos, el modisto top de la aristocracia chilena. Nació diva. Y se percibió reina sin esperar que nadie le colocara la corona. Está claro que la modestia nunca fue su fuerte.

"Recién coronada, el general Augusto Pinochet la recibió con discreta pompa en La Moneda y le impuso la condecoración de la medalla que recuerda a los héroes de la Concepción, una mortandad horrible de la Guerra del Pacífico. A cambio, ella se desprendió de un bien muy preciado: la medalla de Miss Universo", afirma la aguda periodista chilena Mili Rodríguez Villouta en su libro Cecilia Querida. Ese hecho la define.

La reina sin corona de Chile se construyó a sí misma. Se hizo periodista sin serlo. Y estrella de la televisión sin haber sentido jamás empatía como televidente con ese medio. Si bien es un personaje masivo en su país natal, no lo es solo por apego del público sino por lo controversial de su figura. Saborea el coqueteo con el poder y el relacionarse con los personajes que le pueden aportar un plus a su nombre para agigantar ese imperio del que es dueña y señora. Una marca que construyó, paso a paso, a fuerza de glamour, misterio, exposición pública calculada y, como toda diva que se precie de tal, romances y matrimonios no siempre sostenidos en la pasión y tamizados con algún aquelarre.

Con varios de sus hombres no la unió el amor. Quizás tampoco el espanto. Sabe calcular cada uno de sus pasos profesionales. Y aunque se ha esforzado por tener igual éxito en lo personal, la soledad ha minado su vida. Aunque siempre se mostró ganadora, la soberana sabe lo que es llorar puertas adentro del palacio.

pasado

Primer error

Su infancia y juventud no estuvieron atravesadas por la dinámica normal de toda chica. Sus primeros años de princesa la apartaron del contacto con lo cotidiano, aunque disfrutaba de sus clases de ballet junto al resto de sus compañeras y con los escarceos naif con algún amigo de la secundaria hoy devenido en empresario. Poco experimentada en estas lides, el primer flechazo llegó de la mano de un joven productor de la televisión norteamericana: Michael Young. En 1989 hablaron por primera vez y en marzo de 1990 se juraron amor hasta que la muerte los separe en la coqueta iglesia de la Recoleta Dominica de Santiago .

El matrimonio se mudó a Miami, algo que él no terminó de digerir nunca. Las desavenencias fueron constantes. Cuando Cecilia quiso ser madre, él no aceptó. Cuando Michael se decidió, ella se negó. El 10 de abril de 1996 la pareja firmó el divorcio ante la Corte de Miami. Fue de común acuerdo.

Viva el lunes fue uno de los programas más exitosos de la televisión chilena. La gran reina era su conductora estelar junto a uno de los animadores más populares del país: Kike Morandé.

La química con Kike fue inmediata. Él pertenecía a la aristocracia, al igual que ella, aunque tenía un tono más popular y campechano. La empatía trascendió lo laboral para convertirlos en grandes amigos. Si bien los rumores de romance corrían por todo el país, nunca se los veía juntos más allá de todo lo relacionado con Viva el lunes. Luego de tres años, el buen diálogo se desmoronó.

Ya sin compartir la amistad con Kike, ni el trabajo frente a cámaras, la reina pudo dedicarse al nacimiento de La noche de Cecilia, su ciclo estelar que conquistaría a todo un continente y gracias al cual conoció a Carlos Saúl Menem, por entonces transitando los últimos tiempos de su mandato presidencial.

flechazo

"Dulcito"

Así lo llamaba ella, "Dulcito". Y él se dejaba llamar. El flechazo fue instantáneo. La Bolocco viajó a La Rioja para entrevistar a Menem durante tres días para su show, que se emitía por Canal 13 de Chile. La fecha milagrosa fue el 12 de septiembre de 1999.

El 26 de mayo de 2001, exactamente 14 años después de su consagración como Miss Universo, Cecilia Bolocco y Carlos Saúl Menem contrajeron enlace en La Rioja. "Es el día más feliz de mi vida. Ahora espero una sorpresa de Carlos para la luna de miel", dijo "Chechi".

El embelesamiento duró poco. En 2003, nació Máximo Saúl Menem Bolocco, el primer hijo de Cecilia. Sin embargo, la criatura no logró salvar una pareja que venía en declive. Cuando, en 2007, se difundieron, en Chile, fotos de la reina latinoamericana en topless junto a un empresario italiano, las grietas se convirtieron en trizas.

Ese mismo año, Bolocco y Menem comenzaron a transitar el divorcio legal. Ella continuó su camino sola en Las Condes y en Miami. Si bien nunca hablaron mal el uno del otro en público, ella dio indicios de educar a Máximo sola. El chico, nacido en Santiago, se cría en Chile junto a su familia materna.

Hace tiempo que Bolocco no se muestra en pareja. Vive sola con su hijo y bajo un estricto perfil bajo. La reina sin corona sabe que el amor sigue siendo una cuenta pendiente. Lo tuvo todo: fortuna, fama internacional y poder, pero aún no pudo formar la anhelada familia. 

primera dama

Cuando quiso ser Evita

Su sueño era convertirse en la primera dama argentina. Anhelaba conquistar a las clases populares del país a partir de una potencial tarea social emulando el modelo de Eva Perón. La Bolocco quería ser Evita. Pero el pueblo argentino no terminó jamás de comprar su personaje glamoroso. Y hasta la televisión le fue esquiva. "Ustedes tienen a Susana Giménez que es irremplazable y conoce el sentir de la gente", decían los periodistas de chimentos de la televisión chilena.

Intentando seducir y caer bien, en una tapa de la revista Para Ti se enfundó en la bandera argentina y se peinó al estilo de Eva Duarte. No cayó nada bien. En aquella edición, confesaba que no le disgustaría ser primera dama y elogiaba la figura de Eva y su rol social en defensa de la mujer. No fue suficiente.

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