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Asunción Piñeyrúa: la fotógrafa de los caballos de los jeques y la reina

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Asunción Piñeyrúa

POR EL MUNDO

La uruguaya retrata a purasangres que valen más de US$ 250 millones. Su vida transcurre entre los haras de Uruguay, Estados Unidos, Irlanda y Francia.

El pasado 19 de julio el mundo del turf se vio sacudido por la pérdida de Galileo, un purasangre que valía US$ 250 millones (más que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo juntos) y que le reportaba a sus propietarios US$ 700.000 cada vez que “servía” a una yegua. Este caballo sin igual dejó 2.306 descendientes que han corrido en hipódromos de 45 países y ganancias de US$ 1.000 millones como semental. La noticia de su muerte, rimbombante para cualquier mortal por estas cifras, fue ilustrada en muchos portales del mundo con fotografías tomadas por una uruguaya: Asunción Piñeyrúa.

Asunción tiene 40 años y desde hace 20 se dedica a trabajar en los haras o a fotografiar caballos de carrera en todo el mundo, por lo que se ha mantenido viviendo entre Uruguay, Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda y Francia. Su cámara celeste retrató a los purasangre de la reina de Inglaterra Isabel II (firmó un compromiso de confidencialidad que le impide dar detalles por un tema de seguridad para la monarca y sus animales) y a los de la realeza de Qatar y Arabia Saudita.

Sus padres la subieron a un caballo por primera vez cuando tenía tres años, por lo que su aproximación al mundo de la hípica no fue a través de la fotografía, sino por el amor a los animales. En cierta forma, lo suyo era genético: su tatarabuelo, Pedro Piñeyrúa, fue uno de los fundadores del Jockey Club de Montevideo y su primer presidente.

De niña montó a caballo para pastorear ganado y en su adolescencia para experimentar con el salto hípico, una de las disciplinas más populares entre los deportes ecuestres. Cuando terminó la Secundaria, se fue a cursar estudios terciarios y a trabajar en un famoso haras de Estados Unidos. Y después viajó a Argentina, donde comenzó a capturar con su cámara a los purasangres, simplemente como un pasatiempo, sin haber estudiado nunca fotografía.

La semana pasada, Asunción estuvo haciendo fotografías en el Ashford Stud de Estados Unidos (Coolmore América), cuna de los dos únicos caballos triple coronados que existen en el mundo: Justify (que se retiró invicto de la carreras en 2018) y American Pharoah (el primer ganador del USA Grand Slam, un título que a la Triple Corona suma la exigente Breeders Cup Classic).

Este haras ubicado en Kentucky pertenece al Coolmore Stud, una compañía irlandesa que también tiene filial en Australia y que es considerada la más importante del mundo en su área. “En 2002 me vine a estudiar a la universidad y a trabajar en el haras. Todo surgió acá, en el Ashford Stud. Al principio limpiaba boxes. Y más adelante me encargué de un área en la que están las yeguas madres, trabajando en una parte más comercial”, explica Asunción, desde Estados Unidos, a Revista Domingo.

Durante la última década, ha fotografiado individualmente a más de 2.000 equinos, principalmente para los haras, sus dueños o campañas publicitarias globales, pero también para varios proyectos personales que tienen que ver más con la libertad de los animales que con su encierro en lo studs. “Retratar caballos es una forma de tenerlos cerca de mi corazón, haciéndome sentir como en casa en cualquier parte del mundo donde esté”, sostiene la mujer que ha buscado paisajes como la aurora boreal para darle un marco único a su trabajo.

Galileo caballo
Galileo, el caballo que cobraba US$ 700.000 por "servicio". Foto: A. Piñeyrúa.

Suerte en Argentina

En su viaje desde Estados Unidos a Argentina se compró una cámara con la que comenzó a retratar caballos de carreras. “Me fui a aplicar mis conocimientos de ventas en una empresa que era justamente la que recibía a los padrillos de Ashford, cuyos dueños son estadounidenses. Todos los caballos exitosos hacen temporada en el hemisferio norte de enero a junio y en el hemisferio sur de julio a diciembre, lo cual puede abarcar Argentina, Chile, Brasil y en algún caso Uruguay. También Australia, Nueva Zelanda… está todo muy conectado”, explica Asunción.

En ese momento comenzó a tomar fotos a los padrillos del haras para el que sigue trabajando en la actualidad. Y a enviarlas hacia Estados Unidos, donde -según sus palabras- le “encantaron” al gerente de la empresa. Justo se acababa de retirar el mejor fotógrafo de caballos de la época, Tony Leonard, famoso entre otras cosas por haber trabajado junto a la reina Isabel II durante sus visitas a Kentucky. “Me dijeron: ‘Venite y probamos’”, recuerda Asunción, quien considera al Ashford Stud como su segundo hogar (de hecho, le dan allí una casa completamente equipada que nadie ocupa en su ausencia). “Vine a Estados Unidos y el trabajo salió genial. Oficialmente arranqué con las fotografías de los padrillos en 2009. Y al año siguiente me mandaron a Irlanda, donde está la sede de la empresa, para hacer todas las fotos desde cero”, agrega.

En este nuevo viaje, decidió expandirse por su cuenta. Le escribió a los studs más grandes de Europa y la mayoría le dijeron que estaban interesados en sus servicios. De un momento a otro se encontró sacando fotos para los haras más grandes, entre ellos Aga Khan, Juddmonte Farms, Entreharm y Al Shaqab, del jeque Hamid bin Joaan Al Thani. “Principalmente me expandí por Irlanda, Inglaterra y Francia, que son los países más fuertes en la industria. Hacía unos cinco haras por país en cada temporada. Era una locura; pero planeo no hacerlo más, lo cual es muy difícil, porque fotografiar a los principales padrillos del mundo es una satisfacción muy grande. Durante todos mis treinta y una parte de mis veinte, viajé muchísimo para cubrir las necesidades de todos los haras. Y durante muchísimos años hice giras que arrancaban en mayo en Estados Unidos, seguían por Europa y terminaban en agosto cuando llegaba a Uruguay. He llegado a sacar en un solo viaje 10.000 fotos para un mismo cliente en cuestión de 10 días, las cuales edito yo sola, sin ayuda”, explica.

Aga Khan aras
Aga Khan, uno de los haras más importantes de Francia. Foto: A. Piñeyrúa.

Una forma de hacer foco

Si bien Asunción hace las típicas fotos promocionales, también tiene una libertad “casi absoluta” para poner su impronta en las tareas que le son encomendadas. Y para desarrollar una profesión que construyó sola. Pero es claro que un caballo que vale US$ 250 millones no puede ser llevado a cualquier sitio para hacerlo posar frente a una cámara. “Yo tomo mi trabajo con mucha naturalidad. Me podés poner al campeón más campeón de mundo al frente y no se me mueve un pelo, no me pongo nerviosa ni siento presión de nada. Lo que quiero es que las fotos queden lo mejor posible. Y me enfoco en eso”, sostiene la fotógrafa, quien se confiesa amante de la naturaleza y la meditación.

Asunción asegura que puede llevar el tren de vida que lleva por no tener hijos o una pareja. “Me enriqueció muchísimo tener este estilo de vida. Y me habré perdido algún que otro casamiento de alguna amiga o de gente muy allegada en el que me hubiese encantado estar. Pero más allá de eso, siempre pasé muchos meses en Uruguay. Antes viajaba nueve meses, después bajé a cinco… Y la pandemia me cambió mucho”, anota.

En esa forma de hacer foco, siempre buscando atmósferas diferentes, Asunción destaca lo que más le gusta: “También tengo mis proyectos personales que son muy libres, en los que he sacado fotos a los caballos sueltos en la playa en Islandia (en este caso con un colega amigo), a los Mustang salvajes de Estados Unidos y a los tordillos camargueses de pelaje blanco en la costa sur de Francia. En los potreros tengo limitada la creatividad a la hora de trabajar. No puedo llevar los caballos a donde me gustaría porque son muy valiosos. Y es todo muy controlado. Por eso, desde hace algunos años siento la necesidad de retratar otras cosas. Y me fui al otro extremo”.

Ashford Stud
Ashford Stud, filial en EE.UU. de la empresa irlandesa Coolmore. Foto: A. Piñeyrúa.

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