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El arte de armar una playlist

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Nunca fue tan fácil armar listas de reproducción. Pero no es soplar y hacer botellas. Hay que conocer mucho, saber lo que se quiere y tener “buen” gusto.

Podríamos decir “lista de reproducción”, pero playlist es más corto y práctico. Desde la llegada de Internet y sus infinitos nichos, la elección de canciones para hacer una playlist se ha convertido en un saber específico, lo cual puede llevar a vivir de eso.

En la plataforma Spotify, por ejemplo, la publicación especializada en temas de la industria discográfica Gemtracks publicó que se puede ganar entre US$ 20.000 y US$ 40.000 al año por hacer playlists de manera profesional. También se afirma que hay curadores (así se les llama en la jerga) que pueden percibir aún más.

Las tareas de un curador o curadora consisten, según ese mismo artículo, en escuchar cientos y cientos de canciones, clasificarlas según una serie de criterios (género, tempo, si canta un hombre o una mujer y los instrumentos usados, entre varios) y, a partir de eso, armar una lista de reproducción para que los melómanoso fanáticos de tal o cual género se suscriban a ella. Por ejemplo, en lo que hace al rap o hip hop, Spotify tiene varias listas así. Una de ellas, llamada Rap Caviar, tiene casi 15 millones de suscriptores. Eso es plata contante y sonante (bueno, está bien: dinero digital) para la empresa fundada en Suecia.

Pero también es una herramienta de difusión (e ingresos) para los creadores e intérpretes de esas canciones. Ergo, muchos quieren figurar en esas listas. La esperanza es que en una playlist que puede abarcar 50 canciones, justo esa se destaque, sobresalga. Un corazoncito acá, otro allá y así hasta acumular interacciones y reproducciones contadas en millones. Eso no será mucho dinero en sí (las plataformas musicales son famosas por pagar muy poco por cada reproducción), pero es un argumento de peso cuando se negocian contratos.

En Uruguay, dado nuestro tamaño, no hay grandes sumas de dinero en juego. Acá, las playlists corporativas (como la de sellos discográficos) son una muestra, un “sample”, de lo que ese sello o empresa tiene para ofrecerle al público. Siguiendo en el mundo empresarial, estas listas empiezan a ser consideradas como una herramienta de comunicación interna y, como tal, una vía para aumentar la productividad y/o un estado de ánimo armonioso o cordial en el lugar de trabajo.

Una consultora empresarial independiente le dijo a Domingo que “durante la pandemia varias empresas que tuvieron que instrumentar teletrabajo, aguzaron el ingenio para hallar herramientas creativas que ayudara a mantener la idea de equipo de trabajo, por más que no se compartiera el espacio físico. Una de esas herramientas fueron las listas de reproducción colaborativas, donde quienes quieren pueden agregar canciones que consideren apropiadas para escuchar mientras se trabaja”.

La consultora agregó que “desde el punto de vista del liderazgo, cualquier herramienta que sirva para generar puentes es de recibo, pero requiere sistematización y que sea sostenible en el tiempo y no solo un impulso esporádico”.

Pero más allá del mundo corporativo, las playlists tienen un componente creativo y personal que seduce a muchos y muchas. Y no es antojadiza la elección del verbo “seducir”. “Sí, eso de las playlists para una cita yo también lo hecho”, dice la productora, gestora cultural y DJ Mayra Jaimes, sobre preparar una hilera de canciones para un encuentro tórrido. Eso fue lo que hizo Fernando, un hombre de 43 años que sabía que, una vez que entrara a la casa de su nueva pareja, también iba a concretar el primer encuentro sexual. “Estuve un día entero preparando dos listas. Una más ‘pum para arriba’, que yo esperaba que fuera apropiada para la primera parte de la cita, mientras estuviéramos conversando y tirándonos flores. Y otra más ‘soft’, que pensaba sería perfecta para cuando ya hubiésemos hecho el amor y estuviéramos acostados y abrazados”.

¿Fueron así, perfectas, las listas? “La verdad, ni las registró. No le interesó en lo más mínimo. Resultó que su melomanía era algo más de palabra que sentida. Lo cual no me molestó. Porque me di cuenta que, en algún momento, la canción o la lista ‘perfecta’ para una cita es aquella que no se interpone entre dos personas que se desean”.

Distinto es el caso de, por ejemplo, una reunión de amigos. Ahí, una playlist bien hecha puede potenciar los estados de ánimos positivos y contribuir a un clima armonioso. A veces, tal o cual canción puede provocar memorias o anécdotas. Otras, causar la aprobación de alguno o algunos cuando reconocen una canción que, por una razón u otra, está de moda y dar pie para una charla sobre un artista o un estilo musical.

Tips

Bobby Carter es uno de los productores de la serie de recitales en vivo Tiny Desk -realizados por la radio pública estadounidense- y redactó el año pasado un artículo con piques para aspirantes a curadores.

“Pregúntate qué quieres lograr. Si haces una playlist solo para ti, hazte estas preguntas: ¿Cómo me siento? ¿Qué me está pasando? ¿Quiero potenciar mi estado de ánimo o quiero dejar de sentirme como lo hago?”

“Ojo con las listas para seducir o conquistar. A veces pensamos que una canción comunica algo y tal vez loque está comunicando es otra cosa”.
“Arma la playlist como si fuera un viaje en avión. Generalmente, un avión despega, se mantiene en el aire un rato y aterriza suavemente. Esa es una estructura interesante”.

“‘Nuevo’ no quiere decir recién salido del horno. Puede tratarse de una canción que es más o menos vieja, pero puede ser recontextualizada entre otras canciones que incluyas”.

Pues bien, ¿cómo se arma una playlist? Domingo consultó a algunos especialistas en la materia. Jaimes, por ejemplo, puede estar varios días “colgada” armando listas. “Lo primero que tengo en cuenta es el concepto o la energía que quiero transmitir con esa playlist. Puede ser una línea temporal o histórica o centrada en un artista. O un estado de ánimo. ‘Voy a arrancar con esto’ y luego voy pensando a qué estado quiero llegar, como si fuera una cadena, en la que voy de una energía a otra. Como si las canciones fueran fichas de dominó”, cuenta.

El músico y DJ Leonard Mattioli, de la banda latejapride, dice que hay que saber qué es lo que uno quiere decir con esa playlist. “¿Para qué hago la playlist? ¿Qué quiero decir? ¿Para qué ocasión es? ¿Cómo se van a sentir los que la escuchan? Una vez que tengo eso, que vendría a ser como el ‘marco teórico’, empiezo a construirla. En ese camino, no necesariamente la hago respetando los mismos géneros musicales. Puede ir desviándose en ese sentido”. Lo que Mattioli sí pretende a menudo es cierta continuidad en los tempos musicales, aunque tampoco ahí hay dogmas. El músico dice que puede romper esa continuidad para volver luego a ella o también puede ir sumando canciones que van en tal o cual dirección de tempo musical.

Leonard Mattioli
Leonard Mattioli. Foto: Marcelo Bonjour

En esos procesos dependerá -como dice Mattioli- de qué es lo que se quiere decir. Fernando quería que las canciones lo ayudaran a predisponer positivamente a la mujer que iba a ver. Mediante preguntas y otras indagaciones, había averiguado algo sobre los gustos musicales de su cita e incluyó algunas de las canciones que a ella le gustaban. Un gesto demagógico, claro. Pero, como dicen que decía el inglés John Lyly: “Todo vale en la guerra y el amor”.

No todos son tan demagogos. “Si a mí no me gusta la canción, no entra en la lista”, sentencia el encargado de las bandejas de latejapride. Pan es DJ e integrante de la banda Buenos Modales y realiza streamings musicales cada dos jueves en el canal de YouTube Pure Class Music. Pan dice algo similar a Mattioli, en el sentido de que no se aparta de sus gustos cuando arma sus playlists. “Es una manera de difundir mi filosofía musical. Con la pandemia, cuando muchos músicos no podían tocar, armar una playlist y compartirla era una manera de seguir activos”.

Buenos Modales
Buenos Modales. Foto: Caetano López.

Pan no transa ni siquiera cuando arma listas para terceros, como empresas o eventos. Y tiene un argumento contundente a su favor: si lo van a buscar es porque ya existe un interés en lo que él tenga para decir a través de una playlist (a quienes les interese, Pan tiene un perfil de Spotify donde sube listas bajo su nombre de cédula de identidad: Santiago De Souza).

Antes, en la prehistoria (o sea, antes de Internet), armar una playlist era una tarea engorrosa. Hoy, con apenas unos clics y unos drag and drop, todos podemos ser nuestros propios curadores musicales.

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