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Angustias de diciembre

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Navidad. Foto: Shutterstock

Comportamiento

Las fiestas se acercan y para muchos son días de felicidad, pero otros experimentan sentimientos opuestos: la melancolía, la tristeza y la ansiedad asoman. ¿Es posible hacerles frente?

Navidad. Foto: Shutterstock
Navidad. Foto: Shutterstock

Noche de paz, de amor, de alegría, de risas, de familia, de amigos y de reencuentros. Esta es la época del año donde aparentemente todos estamos obligados a estar bien, a tener espíritu festivo y transmitir lo mejor a los otros. ¿El problema? Imposible que todos se sientan así de festivos. Para algunos, Navidad y Fin de Año asoman como un abismo emocional y allá en el fondo están la melancolía, el estrés, la ansiedad y angustia. ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que hace que algunas personas no puedan sentirse felices en las fiestas? ¿Es algo sobre lo que hay que preocuparse? ¿Se puede solucionar?

El Blues de Navidad

No es un trastorno y tampoco es un término formal. Más bien, el “blues de navidad” o “depresión blanca” es un coloquialismo que algunos especialistas usan para un estado de ánimo negativo que se caracteriza por ser temporal y estar estrechamente vinculado a estímulos externos que, por estas fechas, se dan en exceso entre las luces de colores, los chirimbolos, el arbolito y los aromas que ayudan a despertar emociones que a lo largo del año no están o están camufladas.

El doctor argentino Fernando Torrente, director del Departamento de Psicoterapia Cognitiva del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), aclaró a Domingo que existen “muchos mitos sobre el tema y muy poca información científica”, pero que el ánimo negativo no es una regla general, aunque puede afectar de ese modo a las personas más vulnerables desde un punto de vista bio-psico-social. Tanto Torrente como Juan Fernández Romar, del Instituto de Psicología Social de la Universidad de la República y también consultado por Domingo, coinciden en que son situaciones más propensas del hemisferio norte, donde la Navidad es en invierno. “Esto es lo que se llama un confundidor en la explicación de un fenómeno: lo atribuimos a las fiestas, pero en realidad se debe a la estación del año”, sostuvo Torrente.

Además

Fin de año tampoco es de gran ayuda

Sumado a las emociones y al estrés que genera específicamente la Navidad y sus connotaciones, está el final del año. Diciembre es un mes de cierre. Terminan las clases y para muchos culmina el plazo de planes ideados en enero. Además, están las despedidas, agendas de fines de semanas llenas para dedicar un rato a cada grupo de amigos y a los compañeros de trabajo. También hay que ir calculando los gastos en comida y bebida, y pensando en los regalos. Para que el estrés no se apodere de nosotros, es importante hacer aquello que cada uno tenga verdaderamente ganas de hacer, ver a quien se tenga ganas de ver. Para que esto sea posible, hay que dejar de lado la culpa,decía la psicóloga Verónica Orrico a Domingo el año pasado. En cuanto a los balances, hay que dejar de lado las expectativas que, muchas veces, son poco realistas.

Igualmente, Fernández Romar reconoció que en la Navidad sureña también hay malestar, pero “se verifica especialmente en las personas en situación de soledad, como en los jóvenes que no viven con su familia y en las personas mayores que han perdido a la mayoría de sus coetáneos”.

En una entrevista con el diario Perfil de Argentina, el neurocientífico Facundo Manes, presidente de Fundación INECO, expresó que el “Blues de Navidad” es más fácil de explicar en aquellas personas que pasaron por un año difícil: sufrieron la pérdida de un ser querido, atravesaron algún problema de salud, están enfrentando una separación, problemas económicos o que -ni más ni menos- están solas. También puede ser un duelo, o un mal recuerdo de tiempo atrás que se arrastre inconscientemente. También está la nostalgia que genera esta época, sobre todo porque la Navidad está asociada a la infancia y a esos tiempos en los que el calor del hogar tenían otra dimensión en la vida, donde los problemas eran otros, dijo el psicólogo Carlos Baeza a El País de España.

Las presiones

La presión está en todo. Por un lado, en lo económico, que no se equilibra bien con el consumismo que, se sabe, avasalla a fin de año, porque hay que decorar, hay que comer mucho y hay que hacer de Papá Noel. Por otro, la presión social de compartir tiempo con la familia. Las peleas familiares que resurgen en las reuniones, los entredichos, los roces. Los vínculos conflictivos contrastan con el mensaje de la época y -según Fernández Romar- se instala un ideal navideño que se cree difícil de alcanzar.

Las publicidades y los villancicos, los mensajes de paz, amor y armonía y los buenos deseos parecen implicar directamente algo: es una época para agradecer, trazar nuevas metas y estar, sentirnos, felices. Se quiere imponer a la felicidad. “En esta época, la gente sufre un bombardeo publicitario y se ve constreñida a mostrar un estado de felicidad que no tiene por qué coincidir con su situación familiar y social”, detalló Fernández Romar.

El problema está en que -como creemos que ese espíritu es necesario- tratamos de esconder el malestar. Se reprimen los sentimientos de melancolía, tristeza y ansiedad. La misión de fin de año parece ser estar felices a como de lugar, aunque eso cueste bienestar. “Percibimos como inadecuado algo que es normal. Por cierto, no hay obligación de pasarla bien en esa época, porque no somos todos iguales. No todos nos divertimos de la misma forma ni le damos importancia a lo mismo”, explicó el doctor Torrente.

Navidad. Foto: Shutterstock
Hay diversos factores que intensifican las emociones negativas en las fiestas, el desequilibrio en las cuentas es uno de esos.. Foto: Shutterstock

Torrente habló también sobre los “estresores”: factores del contexto que intensifican las emociones negativas. Además de las ya enumeradas, vinculadas a las reuniones familiares que reavivan conflictos preexistentes, los duelos, los gastos y el sentimiento de soledad, el experto argentino agregó a esa lista los “balances del año y la necesidad de ‘cerrar’ asuntos pendientes; el cansancio y la fatiga acumulados y el desorden en hábitos” (sueños, alimentación y consumo de alcohol).

Una celebración especial

 “Nuestros esquemas culturales hacen que en estos períodos demos mucha importancia a nuestros vínculos afectivos. Cuando estos no están en un buen momento o son escasos, puede ser contraproducente un contexto que “nos obliga” a reunirnos con otros o compartir momentos”, expresó Torrente. Pero tanto él como Fernández Romar están de acuerdo en que un punto fundamental para hacer de esta época un momento más grato es evitar la soledad. En la entrevista con Perfil, Facundo Manes -que en sus estudios pone énfasis en el cerebro como órgano social- recomendó “planificar” estar acompañados. Para Fernández Romar está la posibilidad de buscar “formas de socialización a nivel comunitario.”

Por otra parte, una buena idea puede ser hacer la celebración de Navidad a la manera de cada uno. Para eso, es importante no idealizarla. Ocurre muchas veces que comparamos la festividad con la de épocas en las que se la vivió con otro estado de ánimo o cuando estaban seres queridos que ya no están. También, como mencionó Fernández Romar, está la comparación con el estándar navideño de las publicidades y de las películas temáticas que abundan en estos días. Nada de eso. Lo mejor es hacer una tradición propia, incluso hay quienes recomiendan planear actividades que no sean parte del ritual navideño. Pero lo más importante ante la “angustia navideña” es reconocerla: no pasarla por alto, ni reprimirla o sentir culpa. Y entender que es normal estar mal, incluso en épocas de chirimbolos, luces y música navideña.

Algunos “estresores” navideños

El doctor Fernando Torrente, de Fundación INECO, mencionó a Domingo los “estresores” que aumentan la negatividad: los balances y los asuntos pendientes; las reuniones familiares que reavivan conflictos; los duelos; los gastos y organizar los festejos; la soledad -están más expuestos aquellos “sin red social”-; el cansancio acumulado; el desorden en la alimentación, el alcohol y el sueño. Sobre esto, basado en su experiencia clínica, el psicólogo Fernández Romar añadió que, sobre todo el alcohol “empeora” la coyuntura del ritual navideño.

Navidad. Foto: Shutterstock
Tener unas fiestas en compañía y armonía, es importante. Foto: Shutterstock

Consejos para unas fiestas felices

El primer consejo es que si se siente mal, no lo esconda. Hay que hacer frente a las emociones y “aceptar los sentimientos de tristeza u otros estados afectivos displacenteros como normales”, respondió el psicólogo argentino Torrente; y añadió otras sugerencias para unas fiestas más llevaderas: bajar las expectativas y exigencias; no tratar de resolver en este período todo lo pendiente; tratar de evitar el aislamiento; gastar dentro de las posibilidades; cuidar los hábitos; y en personas vulnerables a trastornos afectivos, consultar al terapeuta.

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