Hay que leer a Julian Barnes

Novela para el No. 1.000 de las Narrativas de Anagrama.

Porque se trata de Barnes y porque Anagrama elige este título para su Panorama de Narrativas No. 1000, y conviene que lo celebre bien. Un libro que comienza con una historia de amor despareja (¿no lo son todas, acaso?): un chico soltero de diecinueve años que oficia de narrador y una mujer casada de cuarenta y pico, con hijas grandes y un esposo apático. Todo empieza en el territorio del más puro clisé, pero Barnes consigue sacarlo de ahí —más que a fuerza de estrategia narrativa, que la usa con gran solvencia técnica— gracias a un poder de reflexión sincero y doloroso sobre la fuerza sísmica del amor y su no menos sísmico trasfondo oportunista y falso. Ejemplo claro de las varias historias que subyacen a esa “única historia”. (Anagrama/Gussi)