ARTES PLASTICAS
Un talentoso que, en pocos años, produjo una obra que todavía ilumina, y que puede disfrutarse en un nuevo catálogo.
Una comunidad crece con la obra de sus creadores. Suele ser un proceso largo. En artes visuales, por ejemplo, sucede cuando cualquier ciudadano mira y vuelve a mirar una obra sin prejuicios, se deja llevar por el trazo del pincel, la mano que talló o el gesto que eligió determinados objetos para poner en marco. De ese diálogo entre observador y obra, difícil de racionalizar, se sale con una conjura. Y esa conjura determina el olvido o el recuerdo, el rechazo revulsivo o la permanencia —con mayor o menor intensidad— en el imaginario propio y, por deriva, en el de la comunidad.
Es así como volvemos a mirar la obra de Ulises Beisso (1958-1996). Fallecido muy joven a los 38 años, en plena explosión creativa, recibe muchos años después de aquella inolvidable última muestra en el Cabildo de Montevideo el recuerdo de un libro catálogo, publicación que permite recorrer todo su periplo creativo, en excelentes reproducciones a color. Está la obra primera, la de los años 70 cuando estudió con Pepe Montes y con Jorge Damiani, y la obra de los años 80, cuando estudia en el taller de Guillermo Fernández. A partir de allí están los premios, los reconocimientos, los viajes y la enfermedad que lo cercó en apenas nueve meses. Aun así encontró fuerzas para llevar adelante esa última muestra en el Cabildo.
El libro ofrece muchas puertas para ingresar en la creación de Beisso. La intuitiva, que implica una mirada comprometida, atenta, desprejuiciada, quizá sea la más conveniente. El artista se expone y nos dejamos envolver para amar, o simplemente esperar y percibir cómo esas imágenes se instalan en nuestro inconsciente, o no. En ese viaje sin retorno importa también la opinión del que ha visto un poco más, que por eso no sabe tanto, sino sólo interpreta la experiencia de su viaje apoyado en sus otros viajes. Ocurre con el texto introductorio del hermano del pintor, Francisco Beisso Quijano, o con el extenso ensayo de Pablo Thiago Rocca titulado “Ulises Beisso y su ‘Fábrica de objetos varios’”, o la reproducción en páginas finales del texto de Jorge Abbondanza que llevó el catálogo original de la muestra del Cabildo, titulado “2+2son5”. Allí, en todas esas líneas está el viaje del artista, sus maestros, sus amistades, las provocaciones vitales, o el apoyo de incondicionales como Nancy Bacelo.
En una muestra póstuma realizada en Dodecá, Thiago Rocca escribía: “El artista, que murió muy joven, cristalizó el difícil encanto de la juventud, cuando la asimilación de las influencias externas se conecta con búsquedas personales y produce una obra diáfana, sin rastros de ambición. Cómo pudo convenir tantas vertientes disímiles en un lenguaje propio es una pregunta que sólo puede responder la contemplación in situ de las obras”. Lo del comienzo. Observar, mirar atento, dejarse llevar, y si hay vértigo mejor. Por ahí, quizá, logremos llegar a su poesía.
ULISES BEISSO. Montevideo, julio de 2019. 48 páginas.