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Tributos en cómic al pintor de la no-pipa

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Sekulic-Struja

Magritte en historieta

Seis historietistas europeos interpretan y reinventan el mundo alucinante de René Magritte.

Los primeros cómics o historietas, cuando todavía no se llamaban así, eran el soporte gráfico que acompañaba a los textos que se cantaban en las iglesias. De ahí que las primeras viñetas con imágenes en secuencia eran llamadas “aleluyas” en la España del siglo XVIII. El arte visual, la literatura, la arquitectura y la música son los primeros grandes espacios que se vieron favorecidos por los intercambios cruzados a partir del interés de sus autores.

Por ejemplo, no es inusual ni desconocida la utilización de temas literarios por parte de algunos músicos para la producción de sus obras, así como tampoco son novedosas las referencias puntuales a pinturas célebres recreadas por el cine. “Representar”, “adaptar” e “ilustrar”, por lo tanto, son verbos distintos que comparten algunos significados bajo el pliegue de sus acciones: “volver a presentar” una obra literaria, pictórica o cinematográfica en otro formato.

La adaptación de una obra literaria o cinematográfica en historieta tiene una robusta tradición en Uruguay. Entre otros artistas, Renzo Vayra llevó Las Hortensias, de Felisberto Hernández y Las aventuras de Juan El Zorro, de Serafín J. García, a este género gráfico. Por su parte, la crítica de arte Emma Sanguinetti publicó una serie de libros cuyo fin era el de adaptar las obras pictóricas de artistas nacionales consagrados (Pedro Figari, Petrona Viera, Juan M. Blanes, Rafael Barradas) a los ojos de los infantes. Una propuesta didáctica que es promovida de igual forma en varios países del mundo por diferentes editoriales e instituciones museísticas.

El Centro Pompidou, en París, hospeda una colección de cómics publicados por Éditions du Centre Pompidou, y que es dirigida por Jeanne Alechinsky. René Magritte en cómic, tal el título de este libro-objeto, es un estuche que contiene dos libros-acordeón, dos libros-póster y un libro en formato convencional. Esta publicación fue posible gracias a esa colección parisina y Actes Sud BD, una antología de cómics dirigida por los editores franceses Thomas Gabison y Michel Parfenov.

Libro para provocar

René Magritte en cómic también apunta a un público, si no infantil, por lo menos aficionado a la historieta, lo cual no quiere decir que el género sea de exclusivo disfrute para una franja etaria específica. Su valor reside por lo tanto en el intento de acercar el arte a un público para el cual las artes plásticas despiertan un interés escaso. Es indudable que el arte no escapa a su condición de consumo elitista y que los museos siguen siendo vistos como depósitos anacrónicos. Sin embargo, habrá que ver si ese intento de acercamiento logra su cometido o, por el contrario, construye un involuntario muro que podría llegar a perjudicar la aprehensión genuina ante una obra de arte.

Las pretensiones de algunos intermediarios para edulcorar, pasteurizar y “acercar” el arte a un público mayor sobrellevan, ocasionalmente, el pulso de una derrota. En cualquier caso, René Magritte en cómic es un trabajo realizado con el rigor y la consideración que merece uno de los ineludibles referentes del movimiento surrealista mediante un diálogo conducido por un puñado de refinados historietistas europeos.

A medio camino entre el realismo fantástico, el realismo mágico y el surrealismo, el estilo de René Magritte (1898-1967) es absolutamente reconocible. Aunque mantenía ciertos vínculos con André Breton y los demás integrantes del movimiento, Magritte siempre fue muy independiente, manteniendo sus ideas y principios estéticos por encima de modas o intereses grupales. Entre 1928 y 1929 pintó una de sus célebres obras: “Ceci n’est pas une pipe” (“Esto no es una pipa”), una reproducción del citado objeto debajo del cual introdujo la frase del título con el propósito de contradecir el alcance de representación de la imagen.

La edición de este título está compuesta por cinco trabajos independientes de seis autores que rinden tributo a la obra del pintor belga. La historietista italiana Gabriella Giandelli reinterpretó una decena de obras del pintor, distribuidas a modo de relato gráfico en un póster de doble faz. El delicado registro de su trabajo, titulado “Nací en lunes”, se comparece con la característica pincelada de la pintura magritteana: un trazo continuo y ligeramente fibroso.

El ilustrador e historietista belga Brecht Vandenbroucke es el autor del segundo póster, titulado “Los días gigantescos”. Está compuesto por una secuencia de treinta y cinco imágenes en las que una mujer y un hombre comparten vivencias oníricas. Aunque era esperable que una de esas imágenes evocara el beso de los amantes detrás de sus cabezas cubiertas por una sábana (“Los amantes”, 1928), el relato, desprovisto de texto, es generoso y consistente.

A esas láminas se le suman dos libros-acordeón. Uno de ellos está a cargo del historietista francés David Beauchard y el belga Éric Lambé. La temporada de la vendimia se titula este cómic cuyo personaje es un pintor que alude a la famosa pipa de Magritte “negando” su profesión: “Yo no soy un pintor. Para empezar, no tengo estudio, pinto en el comedor de mi casa.” El otro desplegable fue producido por el ilustrador croata Miroslav Sekulic-Struja, para el cual utilizó el formato rectangular a modo de friso en el que se van alternando distintas estampas extraídas del universo del pintor: nubes, ojos, lluvia de personas, espejos falsos, velones, instrumentos en llamas y objetos que desafían las leyes de la física. “La luna, la nieve, el techo” es el título de esta obra. El mismo Magritte había trabajado en obras rectangulares (“Reino encantado”, 1953) cuyo extendido metraje le permitía generar una suerte de secuencia narrativa similar a una historieta, aunque sin particiones intermedias ni textos auxiliares.

Por último, el estuche contiene un libro de treinta y dos páginas cuyo autor, el ilustrador belga François Olislaeger (autor del libro Marcel Duchamp. Una partida entre mí y yo, 2015), descifra e interpreta cuarenta y ocho obras del artista revisitado bajo un guión que documenta su trayectoria y su pensamiento. La puesta en escena y el relato remiten a la serie “Para principiantes”, libros en los que se cruzan el cómic y el ensayo didáctico.

Justa reivindicación

A lo largo de su trayectoria artística, Magritte intentó poner en conflicto la palabra y la imagen; dos conceptos que son caros a la historia del arte y que se reivindican en las páginas de este material.

Quizá de forma premonitoria, el reconocido artista belga expresó: “Mi pintura no tiene ningún interés real, excepto para aquellos que viven en el presente. En el futuro, solo tendrá un valor histórico.”

RENÉ MAGRITTE EN CÓMIC, de AA.VV. Ed. Turner, 2017. Madrid. Distribuye Océano.

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