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Cómo sobreviven los papas a la posmodernidad

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Francisco y Benedicto

Un análisis crítico apto para creyentes y no creyentes.

Escrito por un agnóstico nada complaciente con el clero, el libro Francisco y Benedicto, El Vaticano ante la crisis global será provechoso para quienes, creyentes o no, quieran pensar el posible papel positivo de la Iglesia ante la crisis que enfrenta la humanidad.

José Fernández Vega (Buenos Aires, 1965), Doctor en Filosofía, investigador y docente, analiza las relaciones entre el papado y la sociedad posmoderna. Explora las continuidades y rupturas entre ambos pontificados, así como también con el de Juan Pablo II, y el relacionamiento de ambos pontífices con las distintas corrientes en debate dentro de la Iglesia. Es un libro complejo, con abundantes referencias a la filosofía política, pero el esfuerzo de leerlo vale la pena.

Es una ventaja que el autor sea argentino. Sobre todo para hacer el balance y bosquejar las perspectivas del presente pontificado. Es importante el estudio de las influencias del peronismo y de la Teología del Pueblo –una respuesta de corte nacionalista popular a la Teología de la Liberación– en el actual sucesor de Pedro. Un detalle de interés local: entre las influencias intelectuales de Bergoglio, el autor destaca la del pensador uruguayo Alberto Methol Ferré (1929–2009).

Estos dos papas poseen personalidades y trayectos muy diferentes. Fernández Vega presenta a un Ratzinger que evoluciona de teólogo aperturista, en el Concilio Vaticano II, hacia posturas más conservadoras como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo Juan Pablo II. Intelectual brillante, el Cardenal Ratzinger polemizó con pensadores no cristianos de primer orden como Jurgen Habermas. Como pontífice mostró poca “cintura política” a la hora de gobernar y declarar, en contraste con el talento diplomático de Juan Pablo II. El autor sostiene que la propuesta de Benedicto XVI ante la actual crisis de valores fue fortalecer a la Iglesia en su fe y claridad doctrinal, a modo de repliegue, para que ese núcleo militante -convencido y coherente- llegado el momento atrajese a las personas deseosas de guía hacia la Iglesia.

Francisco I, a diferencia de su predecesor, es un pastor de su grey, más que un teólogo. Su nombramiento no era esperado para la opinión pública. Ha instado a una “salida” de la Iglesia, con fuerte énfasis en que sea signo de la misericordia de Dios. A su vez, su lenguaje y gestualidad, propios más de un párroco que de un pontífice, ha irritado a algunos de sus detractores en filas del catolicismo, que destacan ese aspecto de forma irónica.

Lo sorprendente es el cambio de Bergoglio. Hoy es apoyado por partidarios de la Teología de la Liberación, sus críticos de antaño. Él también fue duro en sus juicios a esa corriente. Según Fernández, la razón del cambio es la presencia de un enemigo común: el neoliberalismo, una idolatría que aleja a la humanidad de los valores cristianos. Las diferencias entre aquel Bergoglio y este Francisco desconciertan a muchos. Les resulta casi increíble que el Vaticano sea foco de un discurso progresista, ecológico y crítico de la desigualdad social.

Todavía no queda claro cómo este progresismo va a concretar sus ideas en acciones políticas hacia el cambio. La simpatía masiva hacia el Papa no se tradujo en una vuelta masiva de la gente a las parroquias. Pero este discurso Papal, incluso leído desde una posición crítica a la Iglesia y a Bergoglio, es, en palabras del autor, una flecha que “logró hacer blanco en el corazón del presente”.

FRANCISCO Y BENEDICTO: EL VATICANO ANTE LA CRISIS GLOBAL, de José Fernández Vega. Fondo de Cultura Económica, 2016. Buenos Aires, 189 págs. Distribuye Gussi.

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