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Fin de semana sangriento

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Jon Voight en La violencia está entre nosotros (1972)

Llega la novela que dio origen a la película La violencia está entre nosotros.

James Dickey nació en Atlanta en 1923 y falleció en Columbia en 1997. A lo largo de su vida fue considerado uno de los mejores poetas estadounidenses del siglo XX, laureado por la Biblioteca del Congreso, ganador del National Book Awards y el segundo poeta en la historia de su país en ser invitado a escribir el poema inaugural de la asunción de un Presidente, el demócrata Jimmy Carter (Robert Frost había sido el primero, en la asunción de John F. Kennedy). Además de ello fue un publicista exitoso y, empleado de la firma McCann Erickson, creativo encargado de campañas de empresas como Coca Cola. Pero sería la publicación de su primera novela, Deliverance, en 1970, lo que lo haría famoso y colocaría su nombre entre aquellos elegidos por la a veces amable y por lo general impiadosa posteridad.

La fama de Dickey se multiplicaría dos años después, cuando el director inglés John Boorman realizó la adaptación cinematográfica de la novela (bajo guión del propio Dickey) y dirigió un elenco compuesto por Jon Voight (Ed), Burt Reynolds (Lewis), Ronny Cox (Drew) y Ned Beatty (Bobby), los cuatro amigos que deciden ir de pesca un fin de semana al ficticio río Cahulawasee ubicado en Georgia, lleno de rápidos y saltos y condenado a convertirse en un pantano al terminar los trabajos de construcción de una enorme represa. En Uruguay la película se conoció como La violencia está en nosotros, y el título es bastante más expresivo y justo que el de la traducción literal (“liberación”, “salvación” o incluso “veredicto”).

La historia está narrada en primera persona, y el encargado de ello es Ed, un publicista y diseñador cuarentón, casado, padre de un niño y poco afecto a las aventuras, quien tiene una relación especial con Lewis, un individuo seguro de sí mismo, resolutivo, atlético y llamado a ser un líder en cualquier circunstancia. Drew, por su parte, es el soñador del grupo, guitarrista melancólico y bueno, en tanto que Bobby, pusilánime por excelencia, parece estar condenado a no llamar la atención por ningún motivo. La expedición los llevará, desde la ciudad a un territorio en donde habitan los prototipos más primitivos del Deep south: campesinos pobres y sin cultura, destiladores ilegales, cazadores furtivos. Un reino desconocido y ajeno.

Tres grandes capítulos estructuran la novela, y son los tres días que van del 14 al 16 de setiembre en que trascurren los incidentes que cambiarán para siempre las vidas de estos cuatro hombres. El arribo al río es apacible, la primera jornada es de una previsible y bucólica serenidad, pero a partir del segundo día, tras la violación sufrida por Bobby a manos de un par de individuos de quienes nunca se conocerá su condición, todo estallará sin control. El resto del trayecto que los llevará por el impredecible río estará cargado de violencia y por una serie de revelaciones que van desde la cobardía al heroísmo, desde la solidaridad al homicidio, desde la mentira hasta la más abyecta capitulación.

Ed es el primero en preguntarse desde un comienzo por qué había decidido acompañar a sus amigos en un viaje para el que no estaba ni física ni psicológicamente preparado, pero a medida que las páginas avanzan se convertirá en el encargado de salvar lo que queda del maltrecho grupo, descubriéndose potencialidades, desde la destreza a la saña, que hasta entonces le habían resultado insospechadas. El viaje pondrá también al desnudo prejuicios (“Me aparté del colorado rostro de Bobby. No tenía ninguna culpa por lo que le había ocurrido, pero se me aparecía como manchado”) y lealtades, como la que les permite urdir la trama de un supuesto accidente una vez que deban enfrentarse a la policía (en el filme el propio Dickey interpreta a un sheriff).

El poeta se cuela una y otra vez en la escritura del novelista, pero nunca interfiere en su notable vigor narrativo, como en el siguiente párrafo que cuenta la presencia de un búho sobre la carpa donde duermen la primera jornada: “Durante toda la noche el búho volvió a cazar desde el techo de la carpa. No solo veía sus patas cuando llegaba por encima de nosotros; también me imaginé lo que hacía mientras estaba ausente y flotaba por entre los árboles, viéndolo todo. Ahí, en mi ingravidez, cacé con él lo mejor que pude. Los bosques me ardían en la cabeza. Hacia el amanecer pude, irguiéndome, tocarle la garra sin encender la linterna”.

LA VIOLENCIA ESTÁ ENTRE NOSOTROS, de James Dickey
La bestia equilátera, 2015. Buenos Aires, 276 páginas. Distribuye Gussi

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