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Poesía LXV

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Saúl Ibargoyen

Con Saúl Ibargoyen

Morir en Medellín

                                  (al uruguayo Carlos Gardel,
                                                  65 años después)

Todavía en Medellín
el cielo reconstruye
sus hojas de espuma
sus fibras de agua verde.
Al cielo se agregan
los ladrillos bermejos
las torres coloradas
las tejas de sustancia enrojecida
el óxido de la sangre cotidiana
el púrpura enredándose
en las lluvias que se mezclan
con un aire de violento metal.
En ese cielo menos alto
que la noche
polvo de aviones triturados abrazándose
cenizas de ropas y uñas guitarreras
harina de sombreros y lenguas cantadoras
pies enmuñonados de negro
todavía no reposan.
Y escamas de un pasaporte
con apellido y nombre destintados
con fechas revueltas
por el absurdo fuego
no dejan de flotar.
Un apellido solo casi
de extranjera madre duplicada
y un nombre extraído de hombre semental
que negara bautismos y registros
que ofendiera enaguas y entrepiernas
se escuchan en cada gota sonora
del cielo en Medellín.
Una avenida con ese usado nombre
y con ese inventado apellido ayuntándose
y una repetida figura como estatua
con la raíz de sus zapatos enredada
en un sedimento de flores populares
de esquelas suplicantes
de músicas mágicas
simplemente permanecen sobre el asfalto
-tan encendido tan mujerizado
tan varonizado tan entreterrestre-
del otro este otro
cielo en Medellín.

                        (tomado de Antología primera, 2008)

El autor.

Saúl Ibargoyen Islas nació en Montevideo en 1930. Es poeta, narrador, periodista cultural, docente, y coordinador de talleres literarios. Vivió mucho tiempo en Rivera, por lo que ha introducido el portuñol a su narrativa. Reside en México desde hace décadas y es ciudadano mexicano desde 2001 sin perder contacto con Uruguay.
Entre sus libros publicados destacan, en narrativa, Fronteras de Joaquín Coluna (cuentos, 1975), La sangre interminable (novela, 1982), Noche de espadas (novela 1987), Soñar la muerte (novela, 1993) y Llorar pa’delante (novela, 2013). En poesía, a su vez, cabe señalar El otoño de piedra (1958, Premio Municipal), De este mundo (1963, Premio del Ministerio de Educación y Cultura), Viento del mundo (1971), Patria perdida (1973), Exilios (1978), Erótica mía: escribiré en tu espalda (1982), Basura y más poemas (1991), El escriba de pie (Premio Nacional Carlos Pellicer, México, 2002) y Tango negro (2011). 

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