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Entre mucho o poco Boom: un dilema que pesa

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Sergio Ramírez

Cuentos de Sergio Ramírez

Una selección que confirma el oficio del gran escritor, aunque lleva una mochila pesada.

A partir de los años 80 comenzó a darse en las letras latinoamericanas una revisión del llamado Boom latinoamericano (García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes, entre otros), que derivó en la década siguiente en una lisa y llana postura de rechazo de parte de la nueva generación. Ejemplos como la antología McOndo, realizada por el chileno Alberto Fuguet en 1996, marcaban una postura crítica y una idea clara de parricidio. Pero quien crea que todo se dio en términos de blancos y negros comete un grave error. Ni la estética McOndo fue la única forma en que los nuevos enfrentaron a sus padres literarios, ni todos los nuevos se opusieron a ese pasado. Y entre esa mole (que tampoco fue tan homogénea como se suele creer) que fue el Boom, y las nuevas narrativas, los matices fueron múltiples, acentuados aún más por los parricidios locales y contextos históricos de cada país. Dentro de los matices, hubo autores que eligieron tomar la posta de lo que el Boom había generado, para intentar darle un nuevo giro. Uno de estos escritores es, a pesar de que la diferencia de edad no sea tanta, el nicaragüense premio Cervantes 2017, Sergio Ramírez, y el volumen de cuentos La suerte es como el viento, publicado recién por Banda Oriental, da cuenta de ello.

RECURSO DEL PERIODISMO NARRATIVO

Los relatos reunidos en este libro muestran a un escritor con una prosa precisa y fluida, y con un gran oficio para saltar entre géneros, recursos y distintos registros narrativos sin que el cambio se note forzado. Uno de sus mayores logros es la forma en que los hechos históricos de importancia y gran trascendencia a nivel global afectan, a pesar de las enormes distancias, los espacios íntimos de las personas, estén vinculadas directamente al hecho o no, cargando a los relatos de un juego de perspectivas y enfoques selectivos que nutre a la narrativa de dinamismo. El foco está en algo o alguien, pero cuando se logra determinar a dónde hay que mirar, a qué se le debe prestar atención, es cuando el foco cambia. En la narrativa de Ramírez el lector no puede permanecer pasivo, lo cual obliga a una lectura dispuesta a moverse y tomar decisiones. Este recurso ha sido empleado comúnmente en el llamado periodismo narrativo latinoamericano. Muy presente ya en las primeras crónicas de García Márquez y otros integrantes del Boom que practicaban el periodismo, es una herramienta usada para la elaboración de perfiles, ya que permite decir sobre hechos ya conocidos, de los que parecería no puede decirse nada nuevo, algo diferente. Un claro ejemplo de esto es el relato “Catalina y Catalina”, quizás lo más destacable del conjunto, pero también uno de los más breves y de la primera etapa del autor, igual que “El estudiante”.

En relación a la tradición, es importante la marcada influencia que estos relatos tienen de la obra de Juan Rulfo. Ramírez parece tomar una de las tantas virtudes del mexicano para usarla a su favor, lo fuertemente elíptica y escurridiza que es su narrativa. En Ramírez, como en Rulfo, los mejores momentos de su prosa son cuando evita decir las cosas directamente (lección que los escritores del Boom tomaron al pie de la letra de cierta narrativa norteamericana y que muchas veces los llevó a la precisión y la potencia narrativa, y otras a la obviedad y redundancia), o cuando las dice directamente pero el subtexto, o lo que subyace a eso dicho, a esa acción o descripción, es otro relato más complejo e inquietante. Esto que muchas veces hizo que no se pudiera atrapar la obra de Rulfo para compartimentarla junto a la del Boom —que dotó a su obra de complejidad y belleza—también brinda atributos a los relatos de Ramírez cuando toman esa energía.

Quizás sea la estrecha relación con el Boom más tradicional lo que por momentos conspire en contra de los relatos de este volumen. Aunque muchas veces se quiera negar, y por más que los integrantes del Boom tengan obras distintas, es posible establecer algunos rasgos en común que tienen no sólo los escritores del movimiento sino sus seguidores más fieles. Cierta retórica, ciertos juegos de temporalidades y fragmentaciones, predilección por personajes que respondían a determinado estereotipo latinoamericano, interés en las clases populares, con un toque exotista que muchas veces terminaba, quizás sin proponérselo, romantizando desigualdades y violencias graves. Hay un tono, una impronta Boom que cuando la reproducen, los relatos de Ramírez se vuelven más tibios y por momentos tediosos. El problema es que muchos de los juegos y recursos que necesitaban de sorpresa para resultar efectivos, son ya conocidos por los lectores. Los finales sorpresivos y las vueltas de tuerca por ejemplo, se ven venir desde antes y eso es un problema.

AUTOBIOGRAFÍA

Los relatos de la segunda mitad se apartan de la influencia del Boom y en ellos se puede ver un autor más audaz, que asume otro tipo de riesgos. Uno de ellos “Terrible simetría”, sobre un tigre que aparece en un departamento de un edificio marginal en Nueva York, es de los más interesantes, pues escapa a la racionalidad de la tradición literaria latinoamericana, que hasta en su variante de realismo mágico pecaba muchas veces de un excesivo racionalismo lógico. Aquí se permite una prosa lúdica, ilógica y delirante.

Otro de los aspectos más destacables, presente en relatos como “Volver”, o “No me vayan a haber dejado solo”, es la utilización de recursos que podrían acercarse a lo autobiográfico, o a conceptos en boga en las últimas décadas como literatura del yo o autoficción, siendo distintos cualquiera de los tres. En estos relatos el autor usa su propia vida, sus propios datos biográficos y familiares para jugar entre lo “real” y lo “ficcional”, con una escritura que al ser siempre tendiente a lo documental, termina siendo verosímil, y en el pacto de ficción, aceptada como cierta. Con esto el narrador logra impregnar a su ficción la potencia que sólo lo “real” tiene, algo que si bien no fue llevado al extremo, fue utilizado por escritores del Boom como García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes, principalmente en lo relacionado a la ficción histórica.

La recopilación, si bien permite reencontrarse con un escritor de gran oficio, y con una obra a la que todavía se le puede seguir descubriendo atractivos, deja un sabor agridulce que en términos generales ubica a Ramírez demasiado pegado a la tradición del Boom. Un movimiento que casi sesenta años después de las primeras obras se presenta bastante gastado y lejano en relación con otras estéticas. Los cuentos del final demuestran que hay otro Ramírez, más imperfecto, menos efectivo, es cierto, pero más audaz, más impredecible, que es necesario sacar a la luz, más allá del aura que puede dar su trayectoria y prestigio.

LA SUERTE ES COMO EL VIENTO Y OTROS CUENTOS, de Sergio Ramírez. Banda Oriental, 2019. Montevideo, 141 págs. Selección y prólogo de Alejandro Ferrari.

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