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Entre patanes y corruptos

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Donald Trump

Cada idioma implica una manera diferente de pensar y de insultar. Aaron James estudia el caso de la política norteamericana en torno a Donald Trump, y elabora algunas clasificaciones.

EL INSULTO suele ser una grosería por debajo de todo intento de comprensión razonable. Pero a veces, dependiendo del talento de quien lo profiere, se eleva a la categoría de arte, por la agudeza y profundidad mentales que requiere comprenderlo en todos sus matices y consecuencias. Tal el caso de este libro en que Aaron James, Doctor en Filosofía y docente universitario, explica por qué cree que Donald Trump es un caso paradigmático de imbecilidad y lo hace con rigor académico, sencillez de exposición y humor ácido. Es un tema en el que el autor ya ha incursionado con Assholes: A Theory (Imbéciles: una teoría), de 2012.

Pero cada idioma implica una manera diferente de pensar, y de insultar. Cada hablante tiene su propio escalafón personal de insultos. La palabra asshole significa literalmente "agujero del culo", y en inglés coloquial es sinónimo de imbécil, tarado, estúpido, etc. Tiene una serie de matices de vergüenza física, por alusión a lo fecal, de la que sus posibles traducciones castellanas carecen. Por otra parte, cada cual tiene su propio y caprichoso criterio para saber por qué a tal lo trata de estúpido y a cuál, de imbécil.

James define tres categorías: el asshole, el jerk y el ass-clown. El primero es el patán prepotente, poco inteligente y menos culto aún que, en virtud de su fuerza, apostura o riqueza se cree con derecho a despreciar, además de la moral y las buenas maneras, las opiniones y el honor de sus prójimos siempre que le convenga, porque se siente superior. El segundo, en cambio, es aquel que como Homero Simpson se sabe estúpido, lo reconoce y hasta llega a usar su estupidez como humilde y reiterada disculpa. Ass-clown podría traducirse como payaso bobo. El autor caracteriza al hoy Presidente electo de Estados Unidos como una mezcla de los tipos uno y tres.

Este libro fue escrito con temor y esperanza cuando Donald Trump era aún la sorprendente estrella en ascenso de la carrera por la nominación presidencial en el Partido Republicano. Ha perdido hoy su valor prospectivo, porque ocurrió lo que este libro militante pretendía ayudar a evitar; pero sigue teniendo interés, en primer lugar por el brío y buen tino con que el autor defiende sus convicciones democráticas y liberales, y porque a poco que lo piense el lector occidental podrá identificar en la política de Europa y América Latina a muchas figuras que manejan su arrogancia y su capacidad de dar un espectáculo "políticamente incorrecto" como una ventaja en términos electorales, cuando hace pocas décadas ello hubiera sido un lastre. Son "hombres espectáculo" en una sociedad del espectáculo, y muchas veces del espectáculo burdo y chabacano.

Debe prestarse especial atención a las causas por las que James entiende que se llegó al estado de cosas en el que dos imbéciles Ted Cruz, pero mucho más Donald Trump pudieron llegar a disputar la candidatura presidencial de un gran partido político. En una sociedad en la que en el imaginario popular los políticos se han vuelto patanes y corruptos, el elector promedio puede acariciar la idea de que un gran patán y gran corrupto pueda intimidar y poner en vereda a sus congéneres. La vieja idea del hombre fuerte providencial, adecuada a la época de los medios masivos de comunicación.

TRUMP: ENSAYO SOBRE LA IMBECILIDAD, de Aaron James. Malpaso, 2016. Barcelona, 128 págs. Distribuye Océano.

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