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De pasados y olvidos

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José Eduardo Agualusa

DOS NOVELAS DE JOSÉ EDUARDO AGUALUSA

Sobre portugueses en Angola que huyen del pasado

José Eduardo Agualusa

Fernando Pessoa escribió que su patria era la lengua portuguesa. Lo mismo puede decirse del novelista angoleño José Eduardo Agualusa (1960). Exitoso en Portugal, puerta de entrada a su popularidad en toda Europa, domina los clásicos portugueses, ha colaborado con escritores de Mozambique y es gran conocedor de la literatura del Brasil, donde tiene familiares. El lector uruguayo le hallará sutiles puntos de contacto con el mejor Jorge Amado, influencia que Agualusa reconoce: "…leyendo a Jorge Amado en la adolescencia descubrí que soy brasileño".

Pero Angola está ahí. En el paisaje, visto con el amor del que ha vivido en su patria pero también en el exilio, y sin pintoresquismos baratos. En el respeto por las costumbres y creencias de las etnias negras del país. Y en cuarenta años de violencia política, injusticia social y corrupción que marcan la historia reciente angoleña. Violencia y corrupción que son centrales, no mero telón de fondo, en estas dos novelas, El vendedor de pasados y Teoría general del olvido, ambas recién publicadas en Uruguay.

CAMBIOS Y PERMANENCIAS.

La "Revolución de los claveles" de 1974 marcó la vuelta de Portugal a la democracia, tras casi medio siglo de dictadura. Tras ella siguió la independencia de las colonias portuguesas en África. En Angola tomó el poder en 1975 el Movimiento Popular para la Liberación de Angola, movimiento marxistaleninista apoyado por la URSS y Cuba. Siguió la guerra civil entre distintos movimientos que, unidos contra la dominación portuguesa, sostenían diferentes modelos de país. Sudáfrica intervino en el conflicto. Muchos revolucionarios idealistas se volvieron represores de disidentes. La paz llegó en 2002. Atrás quedaron los ideales socialistas: muchos aguerridos revolucionarios se volvieron empresarios o políticos prósperos (y corruptos).

Ambas novelas tratan acerca de huir del pasado, y de la imposibilidad de lograrlo del todo. En El vendedor de pasados, Félix Ventura el nombre es irónico, pues su vida no es feliz ni venturosa es un albino de Luanda, la capital de Angola, que les fabrica biografías y árboles genealógicos falsos a quienes, encaramados al poder político y/o económico, no pueden exhibir su turbio pasado real. Algunas veces un pasado ficticio puede ser mil veces mejor que el pasado real que se carga a cuestas. Tanto que uno de los personajes se obsesiona y trata de volver verdadera la historia que le ha fraguado Ventura. Sin embargo, termina reencontrándose con su pasado de violencia. La vida es ir cambiando, pero sin nunca dejar de ser lo que fuimos, o al menos no del todo.

Ludovica, la protagonista de Teoría general del olvido, es una portuguesa que vive en Luanda y que, por miedo a la violencia de la revolución, alza una pared ante la puerta de su apartamento y vive allí enclaustrada casi tres décadas. Huye de algo más lejano: en su juventud fue violada, no por un negro, sino por otro portugués. Aunque Ludovica, y lo que crece en su encierro, son el centro de la novela, el relato está construido de manera coral, lo que permite al autor mostrar el proceso de Angola con personajes como Magno Monte, un torturador de la policía política, con pasado rebelde e idealista, y tiernamente enamorado de su esposa, o "Carrasco" que en portugués significa "verdugo" que aunque se avergüenza de su pasado de mercenario elige no olvidar, para no traicionarse.

Largos tramos de El vendedor de pasados son narrados por Eulalio, una lagartija que vive en la casa del protagonista. El bicho recuerda su anterior encarnación, como humano, forma que vuelve a asumir en sueños para tener largas conversaciones con el dueño de casa. Este recurso fantástico se hace comprensible si se tiene en cuenta que, en Angola, se hace difícil no estar influido por el animismo de las creencias populares. Pero estas conversaciones oníricas, lo mismo que las opiniones de la lagartija en estado de vigilia, son de una rotunda sensatez, una entrañable humanidad y un interesante sentido del humor. No es un planteo realista, pero lo que analiza, con lucidez, no es otra cosa que la realidad.

A la inversa, la decisión de Ludovica en Teoría general del olvido parece cuento, pero el personaje es real: se llamó Ludovica Fernandes Mano y el autor consultó sus diarios para escribir la novela. En estos textos, y en toda la narrativa de Agualusa, se aprecia que el realismo y la fantasía no tienen por qué estar divorciados. Podría decirse que Agualusa hace algo muy parecido al "realismo mágico" latinoamericano. De hecho, Gabriel García Márquez es otra de las influencias que este autor reconoce con total honestidad.

LA BELLEZA.

Ambas son novelas violentas, de fondo durísimo, aunque atemperadas por un humor melancólico. Agualusa, que también es poeta (ha publicado un libro de poesía, Corazón de los bosques) logra captar y trasmitir belleza. Las nubes de tormenta sobre Luanda, que Ludovica logra espiar a escondidas en la terraza, o los variados matices y texturas de luz que capta Ángela Lucía, la amada de Félix, dan pie a pinceladas líricas que crean climas emotivos sin frenar la acción.

Hay en las dos novelas algunos personajes que son un canto a la esperanza. Como Félix Ventura, no por su oficio de vender pasados falsos, sino por su búsqueda terca del amor verdadero. O como el Pequeño Soba, de Teoría general del olvido, que tras haber sido un militante marxista se hace millonario casi por casualidad, pero es de lo más generoso con su dinero. O Madalena, la enfermera que en la misma novela, asqueada de la violencia, la corrupción y la miseria se dedica a esconder a perseguidos del régimen y a alimentar niños hambrientos (dirá, con criterio, lo que todo revolucionario debería asumir, "…sólo me interesan las revoluciones que comienzan por sentar al pueblo a la mesa."). En El vendedor de pasados hay un personaje menor, la criada de Ventura, Esperanza Job Sapalalo, cuyo nombre es un amoroso homenaje de Agualusa a los humildes de Angola: sufridos y dignos que conservan, vaya a saber Dios por qué, un fondo de esperanza.

Y a veces llega el amor. A la terraza de Ludovica, huyendo, llega Sabalu, un niño que comenzará a rescatarla para el mundo humano. En la vida de Ventura aparece Ángela Lucía, que lo cambia para siempre.

DOS LIBROS (O CUATRO).

A veces, en Uruguay, cuesta conseguir libros de tal o cual autor extranjero de interés. No es un gran mercado librero, por lo que los empresarios del libro tienen que ser cuidadosos en sus importaciones, sin hablar de lo caro y riesgoso que resulta editar en el país. Como rara casualidad, estas dos novelas circulan en Uruguay en ediciones simultáneas, una argentina de EDHASA y otra uruguaya de Ediciones de la Banda Oriental. Son ediciones casi idénticas. En ambos casos coinciden las traductoras (la argentina Claudia Solans para Teoría general del olvido y la uruguaya Rosario Peyrou para El vendedor de pasados), quienes logran traducciones fieles y en un castellano neutro pero bastante amigable al oído rioplatense. La única diferencia son los prólogos, útiles para acercarse a este escritor.

EL VENDEDOR DE PASADOS, de José Eduardo Agualusa (traducción de Rosario Peyrou). EDHASA, 2017. Buenos Aires, 200 págs. y Banda Oriental, 2016, Montevideo, 144 págs.

TEORÍA GENERAL DEL OLVIDO, de José Eduardo Agualusa (traducción de Claudia Solans). Banda Oriental, 2017. Montevideo, 152 págs. y EDHASA, 2017. Buenos Aires, 184 págs.

En todos los casos distribuidos por Gussi.

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