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Paisaje con comisario y nieve

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Antonio Manzini

Un nuevo policial spaghetti que se las trae. 

Un nuevo investigador recorre Europa. Así parece suceder en estos días, tras la aparición del subjefe (comisario) Rocco Schiavone, un individuo tosco y malhumorado que ha caído en desgracia dentro de la policía italiana, y que ha sido trasladado desde Roma al valle de Aosta, una estación de esquí cercana a Turín, visitada por cientos de turistas y cercada por un puñado de pueblitos donde todos sus habitantes parecen guardar algún parentesco entre sí.

En su nuevo destino, a Schiavone le han tocado en suerte dos agentes incapaces, otro joven y brillante, y una mujer policía que se encarga del trabajo administrativo. No ha demorado en conseguir una amante, se supone que vive con su esposa, y viste ropa que no le ayuda a protegerse del frío de la montaña. Una buena noche es sacado de una de las camas que visita, tras ser informado del hallazgo de un cadáver en un camino próximo a las pistas de deslizamiento. En realidad, el cuerpo, que estaba enterrado bajo una capa de nieve, fue encontrado por uno de los empleados de la estación deportiva tras pasarle por encima sin darse cuenta con una máquina pisanieves. Y entonces comienza la recolección de pruebas, el proceso deductivo, las primeras conclusiones y el descubrimiento del homicida.

Todo ello sucede en Pista negra, la primera novela traducida al castellano de Antonio Manzini (Roma, 1964) y la primera de una serie de tres ya publicadas en su idioma (la completan La costola di Adamo, 2014, y Non è stagione, 2015), en las que participa el nuevo comisario. Manzini, también actor y director de cine y teatro, había dado a conocer otras novelas y algunos relatos, dos de ellos escritos junto al narrador Niccolò Ammaniti, pero es con la aparición de Schiavone que sus libros se empezaron a vender por miles y a ser publicados fuera de su país.

La historia se desarrolla con fluidez basada fundamentalmente en rápidos diálogos sobre los que se estructura la trama. Desde esa misma estrategia, todo se ajusta según los requerimientos del género y sin la menor novedad, con la única excepción de un episodio que nos revela el monto de corrupción que acumula el propio protagonista, involucrándose en un robo para provecho personal. Manzini se juega a mostrarnos el lado oscuro de Schiavone sin provocar la antipatía del lector, aunque el resultado termine siendo bastante peregrino. En la novela los demás personajes parecen demasiado provincianos para las expectativas de un individuo que fue expulsado de una gran ciudad, aunque al menos casi todas las mujeres son bonitas y apetitosas.

En un reportaje ofrecido el pasado febrero a la periodista española Paula Corroto en ocasión de presentar su libro en Madrid, Manzini, trazando cierto paralelismo entre el mundo del comisario y la situación que atraviesa su país, dijo que se trata de “un modelo que viene de la conexión entre la política y la mafia, la derecha y las logias de masones, que han marcado la siguiente directriz: cuanta menos cultura, mejor los puedes manipular. De hecho, es un concepto que la Iglesia lleva aplicando desde hace dos mil años. Esto es lo que ocurrió con Berlusconi y el modelo que impuso en la televisión: tetas y poca cultura. (…) Grecia tocó fondo y por eso ahora está en un momento de ilusión, pero Italia es como la Iglesia: nunca toca fondo, siempre está ahí como flotando y siempre sobrevive”.

PISTA NEGRA, de Antonio Manzini. Salamandra, 2015. Barcelona, 251 págs. Distribuye Gussi.

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