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Novela rusa recuperada

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Vladimir Nabokov. Foto Jerry Bauer

Vladimir NABOKOV INÉDITO EN ESPAÑOL

Del autor de Lolita, llega una obra de su primera etapa.

Publicada originalmente en 1932, Gloria integra la serie de nueve novelas que Vladimir Nabokov escribió en lengua rusa y mucho más tarde tradujo al inglés con la ayuda de su hijo Dimitri. Esta primera edición en español incluye el prólogo que Nabokov escribió para su publicación en inglés en 1971, donde abunda sobre los orígenes y la intención de su relato, más alguna información sobre el carácter real o ficticio de distintos personajes. Como la mayoría de los prólogos se lee mejor después de concluida la novela, cuando todas las alusiones, nombres y precisiones han cobrado un sentido, y más en el caso de esta historia cargada de episodios y perspectivas que remiten a experiencias del autor.

La novela gira alrededor de Martin Edelweiss, un muchacho de apellido suizo pero nacido en Rusia, especialmente curioso por el mundo de la naturaleza y por las mujeres, confiado en sí mismo hasta el exceso, hábil para mentir y en busca de la plenitud donde quiera que las circunstancias le permitan poner a prueba su vitalidad. La revolución bolchevique lo ha encontrado de vacaciones en Crimea con su madre (el padre murió poco tiempo después de la separación del matrimonio), y ambos se refugian en Suiza, en casa de un primo de la familia paterna, pero ninguna circunstancia, por grave que sea, parece capaz de mellar el carácter intrépido ni la vitalidad de las ansiedades de Martin. La trama, sinuosa, lo acompaña por sus experiencias en Crimea, el viaje a los Alpes suizos, los años de estudio en la universidad de Cambridge, sus aventuras en la Provenza francesa y en el Berlín de entreguerras, apenas concentrada en la frustrada conquista del corazón de una muchacha rusa, también exiliada con su familia en Londres, y más tarde en Alemania. La chica lleva el mismo nombre que la madre de Martin, Sonia, tiene una inteligencia mordaz, y según pide Nabokov en el prólogo, "debería ser aclamada por los expertos en seducción y saber popular como la más extrañamente atractiva de todas mis jovencitas, siendo a un tiempo, como es obvio, una coqueta tornadiza y despiadada". Pero la chica luce más seductora para el personaje que para el lector.

Es en los detalles y las descripciones, en los caracteres de distintos personajes, en la economía y la precisión verbal, donde la novela se hace más disfrutable. Un ejemplo particularmente exquisito del arte de callar es la presentación de un profesor de Cambridge: "Se decía que lo único que aquel inglés amaba en el mundo era Rusia. Mucha gente no entendía por qué no se había quedado en ese país, y Moon, a preguntas de ese tenor, respondía invariablemente: Pregúntele a Robertson (el orientalista) por qué no se quedó en Babilonia. La objeción perfectamente razonable que suscitaba esta respuesta era que Babilonia ya no existía. Moon asentía con una taimada y silente sonrisa".

La idea de que la Revolución de Octubre terminó con la identidad de Rusia late en los extremos de la novela, pero su recorrido no es político sino existencial, y el argumento es demasiado caprichoso y suelto para centrar un tema; ni siquiera genera un crescendo de la tensión narrativa. Parece apenas el pretexto que permite a Nabokov narrar el espíritu romántico de su personaje, su nervioso gusto por la vida, y dos o tres episodios en los que asoma esa esfera oculta de los conflictos que se expresan no por su comprensión sino por sus consecuencias, en circunstancias desfasadas del momento y las personas que los originaron. Son esos discretos hiatos los que sostienen la profundidad novelística de Nabokov. Dos o tres silencios en medio de las melodías, locuaces y ligeras, de todas las apariencias.

GLORIA, de Vladimir Nabokov. Anagrama, 2017. Barcelona, 262 págs. Distribuye Gussi.

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