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Michael Jackson y sus niños-víctima

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Wade Robson

Sobre el documental "Leaving Neverland"

Cómo lidiar con el abuso infantil y sus consecuencias

El documental Leaving Neverland (HBO, 2019, dir. Dan Reed) es, en realidad, un relato sobre las víctimas de la estrella, y también un trabajo sensible y meditado sobre el abuso sexual de niños, y el fracaso de los padres y otros familiares que debían protegerlos para que nadie les robara la infancia.

Presentado en dos bloques de dos horas cada uno, los protagonistas son dos adultos, Wade Robson y Jimmy Safechuck, que de niños participaron de la intimidad del artista. También están las demás víctimas, los integrantes de sus familias cuando niños, o sus esposas actuales, todo lo cual conforma un relato coral que va del amor al rechazo, pasando por momentos de intensa fuerza emocional. Los videos de época de Jackson con los niños, de baja calidad, contrastan con la filmación en alta definición, luz bien trabajada y el buen sonido de los reportajes actuales. Todo suma para separar aquel sueño de ricos y famosos de Hollywood —una escenografía cautivante que envolvió a tantos incautos— del desastre emocional actual.

Otro de los aspectos que aflora con fuerza son las estrategias de manipulación que el músico desplegó para dar al cuadro —muy público, por cierto— un aire de “normalidad”. La presencia de niños en torno al artista fue constante, no solo en escena. Si había mucho bizarro en el planteo —los uniformes y demás parafernalia, el kitsch de la propia Neverland, los cambios físicos, el amor confeso hacia los niños mientras realizaba coreografías con fuerte carga erótica— todos miraron para el costado. Los padres lo tomaron como normal. A los fans no nos importó. Eso es lo que Leaving Neverland instala: la incomodidad, pone en palabras lo innombrable, la pregunta ¿cómo no lo vimos?. Era la presencia del mal en nuestras narices al acecho de la infancia, el bien más preciado como comunidad, pues allí residen todas las esperanzas de renovación y sobrevivencia.

Otro aspecto a destacar es la puesta en valor de la técnica del reportaje en la larga duración. Wade y Safechuck repasan todo el proceso evidenciando la cadena de paradojas acumuladas, manifiestan su amor genuino hacia el artista, la descripción al detalle de los actos sexuales, el conflicto de tener que mentir para proteger a su ídolo, hasta el punto de quiebre en la segunda parte del documental. La polémica, hoy desatada, busca sobre todo desacreditar estos dos testimonios en base a la falta de coherencia. Quienes han vivido experiencias extremas como la tortura o el abuso sexual se enfrentan, a la hora de recrear los hechos, con cargas emocionales abrumadoras (el término overwhelming, abrumador, se repite en boca de todos los reporteados; fue overwhelming cuando Jackson los subió a su vida de sueños, es overwhelming hoy porque no entienden qué sucedió). Todo atenta contra la posibilidad de recrear lo sucedido. Pero Wade y Safechuck lo logran.

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