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Luces y sombras

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PEDRO DA CRUZ

GEORGES Seurat creó una obra de gran significado para su época. Y ello a pesar de que su carrera fue muy corta, de apenas 11 años. Nacido en París en 1859, murió en 1891, a los 31 años, a consecuencia de una infección respiratoria que le quitó la vida en tres días.

En 1886, cuando tenía 25 años, había pintado Un domingo en La Grande Jatte, un referente obligado del arte de fines del siglo XIX. Una tela de gran formato (2 x 3 metros) con un tema cotidiano: el ocio dominguero de los parisinos en una isla del Sena. Nada controversial. Pero lo que en cambio dejó atónitos a sus contemporáneos fue su técnica. En vez de usar la pincelada tradicional, pintó miles y miles de pequeñas manchas de color, técnica que sería denominada pointillisme (del francés point, punto) o Divisionismo.

En la exposición Georges Seurat: The Drawings, realizada en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, se mostraron 138 de sus dibujos. En el cuidado catálogo se reproducen los dibujos junto a varios textos de autores versados en el uso que Seurat hizo de distintos materiales y técnicas.

UN SIGLO ILUMINADO. La época de Seurat estuvo marcada por un extraordinario desarrollo de la sociedad industrial, lo que resultó en un gran interés por los avances científicos y técnicos. Especialmente importante para el terreno de las artes fue el estudio de la percepción, los fenómenos ópticos, y el rápido avance de las técnicas de la fotografía.

Los escritos del crítico de arte Charles Blanc fueron importantes para que Seurat y muchos de sus contemporáneos se interesaran en nuevas ideas que iban a revolucionar el mundo del arte. Blanc escribió por ejemplo sobre la teoría de la expresión de Humbert de Superville, y las teorías del color de Ogden Rood y Michel Eugène Chevreul. Éste último era químico, director de la Fábrica de Gobelinos, y en su trabajo comprobó que cada color no tenía un valor en sí, sino que se lo percibía de acuerdo a los colores en su cercanía. Escribió Los principios de la armonía y el contraste de los colores y su aplicación a las artes (1839). Estableció el principio de los tres colores primarios (rojo, amarillo y azul), y los tres secundarios (anaranjado, verde y violeta) que resultan de la mezcla de los primeros.

Cuando pintores como Edgar Degas, Édouard Manet, Claude Monet, Auguste Renoir y Camille Pissarro, los llamados impresionistas, salieron de las penumbras de los talleres para pintar al aire libre, establecieron nuevos principios para imitar los efectos de la luz. Especialmente notables fueron las variaciones de la luz del sol y las sombras sobre las figuras ubicadas bajo el follaje, usando el recurso de "manchar" las superficies.

El idilio de las señoras con sombrilla a la orilla del mar y las niñas rozagantes duró poco. Una nueva generación de artistas, a la que pertenecieron Seurat, Vincent van Gogh, Paul Gauguin, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Signac y Paul Cézanne, irrumpió en la escena. No fueron artistas que actuaran en grupo como los impresionistas, y se los conoció, a falta de un nombre que definiera un estilo común, como los posimpresionistas. Lo que en cambio compartieron fueron destinos marcados por la tragedia. Es de todos conocido que van Gogh se cortó una oreja antes de suicidarse en 1890, a los 36 años. Gauguin dejó atrás la civilización occidental para retirarse a una vida de "salvaje" en Polinesia. Toulouse-Lautrec también murió joven. Y el solitario Cézanne dejó París, y pasó el resto de sus días en Aix-en-Provence pintando vistas de la montaña Sainte-Victoire.

Seurat era muy reflexivo, de carácter reservado e introvertido. Según algunos de sus colegas no hablaba más de lo necesario, en general sólo cuando se dirigían a él directamente. Hijo de una familia acomodada, vivió discretamente con Madeleine Knobloch, con la que tuvo a su hijo Pierre en 1890, un año antes de morir prematuramente.

LA LÍNEA Y LA MANCHA. Seurat tuvo una formación académica. En 1876 comenzó a estudiar dibujo con el escultor Justin Lequien en la Escuela Municipal de Escultura y Dibujo. Dos años después ingresó a la Escuela de Bellas Artes, donde estudió con Henri Lehmann. De ésta época son La mano de Poussin, según Ingres (1877) y Desnudo masculino, perfil (1878), ejercicios académicos que muestran un seguro dominio del dibujo.

Interrumpió los estudios cuando fue llamado a realizar el servicio militar. Fue destinado a Brest, en Bretaña, y en su tiempo libre se dedicó a realizar dibujos del natural. Se liberó de la disciplina académica, y dibujó según sus propias observaciones, lo que parece haber sido decisivo para su futuro como artista. Se enfrentó entonces a una disyuntiva que tenía origen en la rivalidad de dos corrientes artísticas del siglo XIX: la tendencia neoclásica y la romántica. La primera se caracterizó por el dominio del dibujo, como en la obra de Jean Auguste Dominique Ingres, paradigma de lo académico, ejemplo para los estudiantes de arte de varias generaciones. Mientras que en la segunda tendencia dominó la expresión por el color, por ejemplo en la obras de Eugène Delacroix y William Turner. Pero Seurat se fue apartando de la tendencia clasicista. Basado en el uso del color, creó algo inédito para su época.

Una vez que, hacia 1890, comenzó una carrera artística independiente, se caracterizó por hacer un uso muy personal de los materiales, lo que daría una particularidad muy especial a sus obras. Eligió usar un tipo de papel llamado Michallet, hecho a mano, de grano grueso, y con una evidente estructura de marcas de agua verticales y horizontales (resultado del proceso de fabricación en un marco de madera y finas varillas de metal). Como medio usó crayon conté -compuesto de grafito, arcilla y carbón- de calidad muy homogénea, un tipo de crayola que permite una gran variación en su aplicación.

En dibujos realizados en 1881, como Hombre acostado en un parapeto, La pareja, o Mujer sentada, Seurat usó, aunque ya de forma muy libre, los recursos del contorno y del sombreado conseguido por medio del trazado de líneas paralelas. Pero pronto dejó de trabajar de esa forma. Comenzó a componer sus dibujos con masas oscuras y vacíos.

EL PUNTILLISMO. Utilizó al máximo las cualidades del papel, variando la densidad del pigmento, de lo casi traslúcido a una oscuridad compacta, según la presión con que lo aplicó. Logró un juego magistral de luces y sombras. En algunos casos las formas son masas oscuras de carácter geométrico, tratadas en contraluz, lo que es especialmente notable en las figuras humanas sin rasgos faciales.

En las zonas de luz, donde aligeró la presión del crayón, consiguió un efecto notable: los granos del papel, en el mismo tono que el fondo, son visibles en medio de las partes oscuras, logrando a la vez un efecto de luz y transparencia. Es como si el fondo penetrara las formas. Este efecto se aprecia en dibujos como Mujer joven y Mujer sentada con parasol, ambos de 1885. El efecto logrado en los dibujos le daría para siempre a Seurat, y en menor medida a su colega y amigo Paul Signac, un lugar en la historia del arte, y el desarrollo de una técnica, el pointillisme o puntillismo.

Hay una correspondencia entre el efecto de los puntos del dibujo y el de las pequeñas manchas de color de los óleos. El principio del pointillisme era el llamado mélange optique (mezcla óptica), mezcla de colores realizada por el ojo del espectador y no por la paleta del artista. Por ejemplo un conjunto de pequeñas manchas rojas y amarillas se perciben a la distancia como color anaranjado. Y éste procedimiento fue repetido por Seurat en todas las figuras -con una gran variación de colores- y en el resto de la totalidad de la superficie de la obra. Algunos autores han establecido un paralelismo entre el sistema puntillista y la forma contemporánea de reproducir formas y colores por medios electrónicos (basados en los pequeños puntos denominados pixeles).

Seurat era muy sistemático, y preparó sus grandes pinturas puntillistas con mucho cuidado. Dibujó series de bocetos, tanto de la composición final de las pinturas como de figuras particulares de las mismas. Varios de los dibujos mostrados en el MoMA son bocetos de figuras de Un domingo en La Grande Jatte, de Mujer joven y Mujer sentada con parasol, así como Mujer pescando y Mujer caminando con sombrilla, ambos de 1884. Incluso bocetos de animales que aparecen en el cuadro, como Perro negro y Mono sentado, también de 1884.

Uno de los bocetos que corresponde a la composición final de una pintura es El puente en Courbevoie (1886), dibujo en que Seurat se basó cuando pintó la obra del mismo título en 1887. El tema es un puente sobre el Sena, que une la localidad de Courbevoie a la isla Grande Jatte. Un árbol en primer plano, una pequeña figura humana, un muelle, algunos botes, y el puente al fondo. Las figuras van aparentando una mayor transparencia cuanto más lejos están de quien mira el paisaje, un efecto de perspectiva aérea. El tronco del árbol está dibujado con capas masivas de crayón, pero en los delgados mástiles de los botes es notable el efecto de penetración de los tonos circundantes. El puente es apenas visible.

La composición de la pintura es casi exactamente la misma. Agregó dos pequeñas figuras humanas, una vela de bote, y bajó la línea del horizonte. Y aplicó miles de pequeñas manchas de color según la técnica puntillista, logrando efectos similares de transparencia y lejanía por medio de la mezcla óptica.

EL DIBUJO COMO OBRA. Un aspecto destacable de los dibujos de Seurat, es que un gran número de ellos fueron realizados como obras independientes. Y expuestos como tales, lo que no era costumbre en esa época. Un ejemplo es Aman-Jean (1883), retrato del amigo y colega con quien Seurat compartía taller desde 1880. El formato del papel (una hoja entera en vez de la cuarta parte que acostumbraba usar para sus dibujos), indica que el dibujo fue creado como obra independiente. También que lo haya enviado al Salón oficial de 1883, donde fue expuesto con éxito de crítica.

Durante los primeros años de la década de 1880 Seurat usó varias técnicas simultáneas, combinando masas y líneas, buscando distintas formas de expresión. En algunos casos sólo insinuó las figuras con luces y sombras, como en Mujer leyendo (1882) o Bordado. La madre del artista (1883). En otros dibujos las masas oscuras fueron compuestas por un gran número de líneas entrecruzadas. En Hombre cenando. El padre del artista (1884) los objetos (el plato, la cuchara, incluso la mano del hombre) no tienen contorno, sino que están representados por líneas que se repiten paralelamente, dando incluso una idea de movimiento, principio que usarían los futuristas italianos unas décadas más tarde.

A veces las líneas parecen tener vida propia, ocupando todo el espacio. Líneas sin aparente orden, en todas direcciones, trazadas sobre fondos y figuras, crean un efecto muy particular. La figura de El velo (1884), una enigmática mujer con el rostro semioculto, surge de una masa de líneas rectas y curvas entrecruzadas, mientras que el fondo queda reducido a un soporte de líneas, un plano sin ilusión de profundidad.

Unos años más tarde dibujó una serie de escenas de teatro y cabaret, la mayoría con una composición similar: una cantante en una escena, y figuras en contraste en la parte inferior. Reforzó el efecto de las zonas de luz, evocando la iluminación de los escenarios, con trazos blancos de gouache o tiza. Es el caso de las cantantes de En el Concierto Europeo o En el Concierto Parisién, ambos de 1888.

Si su vida no hubiera sido prematuramente truncada por la enfermedad, Georges Seurat hubiera sido, junto a Matisse y Picasso, uno de los grandes maestros del siglo XX.

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