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El juego de la memoria

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A. B. Yehoshua

Los derroteros de una familia y una nación, Israel, en los diálogos y recuerdos de una familia a lo largo de seis generaciones.

De origen sefaradí, Abraham B. Yehoshua nació en Jerusalén en 1936. Altamente considerado por la crítica mundial (Harold Bloom ha llegado a decir de él que se trata del "Faulkner de Jerusalén"), integra junto a Amos Oz y David Grossman una de las más brillantes generaciones literarias del Israel contemporáneo. Sus libros se han traducido a casi treinta idiomas y muchas de sus novelas han sido publicadas en castellano, entre ellas Una mujer en Jerusalén, La novia liberada, Viaje al fin del milenio, El cantar del fuego y El amante. Miembro de agrupaciones que luchan por la paz en Medio Oriente y severo crítico de las políticas expansionistas de Netanyahu, vive en el Carmelo, el monte sobre el que se asienta parte de la ciudad de Haifa, en cuya Universidad fue durante muchos años docente de Literatura Comparada.

Muchos son los señores Mani de esta novela, integrantes de seis generaciones diseminadas durante los siglos XIX y XX a lo largo y ancho de Europa y Palestina; muchas las vicisitudes que cada uno de ellos protagoniza; muchos los testimonios que van dejando, a modo de generosa alegoría, a propósito de los derroteros de una familia y de una nación. Si bien el procedimiento narrativo no es novedoso, Yehoshua estructura la historia en base a cinco conversaciones que van teniendo sendas parejas de dialogantes, desde 1848 hasta 1982, en las que el lector solo accede (o escucha) a las palabras de uno de los participantes, quien narra y va contestando a las eventuales preguntas o reparos de su (silencioso) interlocutor. Pero no solo a ello se remite esta apuesta, sino que el autor despliega esos encuentros en orden cronológico inverso y abre la saga en momentos en que Israel ataca posiciones en el sur del Líbano (década del 80 del siglo XX), y la cierra en Atenas a mediados del siglo XIX, tiempo de tensiones religiosas y nacionalistas en una Europa convulsa y atenta a grandes cambios políticos. Los interlocutores rememoran episodios que los han tenido como protagonistas, ya gracias a una relación de pareja, ya por encontrarlos inmersos en algún acontecimiento bélico, ya por formar parte de lo más destacado del Tercer Congreso Sionista de 1899 en Basilea, ya por asuntos concernientes a una boda y a un asesinato. Tanto personajes como episodios tienen como escenario simbólico o real a la ciudad de Jerusalén.

La narrativa de Yehoshua no economiza en detalles introspectivos, y suele adentrarse con particular sabiduría en la intimidad más profunda de sus criaturas. Esto ocurre en El señor Mani, aunque por momentos de forma excesiva. La estrategia dialogal suele excederse en coloquialismos y reiteradas explicaciones que abruman al lector y limitan la potencia de las historias narradas.

Publicada por primera vez en 1990, El señor Mani no alcanza las excelencias de El cantar del fuego (2007), acaso el mejor título de Yehoshua traducido hasta el momento. Igual merece atención.

EL SEÑOR MANI, de A.B. Yehoshua. Duomo Nefelibata, 2015. Barcelona, 401 págs. Distribuye Océano.

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