Retorno con nueva novela

Si uno escucha por ahí el nombre Barcelona, o el de Cataluña, seguramente lo asocie a lugares comunes como los movimientos independentistas, Messi, Suárez, el Barça, Las Ramblas, Gaudí, el Tibidabo o el Montjuic. Esta es la parte más linda y amigable de Barcelona (o Cataluña, da igual); la que todos conocen. Pero también está la otra Barcelona, la ciudad sórdida, la de maleantes y traficantes, la de prostitutas y cafiolos. Empezar a conocerla es una de las buenas razones por las que adentrarse en la Terra Alta (Premio Planeta 2019) del español Javier Cercas. Español, sí, pero muy de Cataluña, región a la que marchó de niño y que ya no iba a dejar.

Terra Alta es una pequeña comarca al oeste de Cataluña, a ciento ochenta kilómetros de la gigante Barcelona. Y es el lugar donde en la ficción empieza todo: el extraño asesinato de los Adell, una pareja de ancianos muy ricos; junto a ellos también aparece sin vida la empleada doméstica, una inmigrante ecuatoriana.

A partir de esta tragedia, la Policía entra en alerta; más que la Policía, los mossos d’esquadra para ser más precisos (todo lo auténticamente catalán emerge a lo largo de la obra, lo que revela una evidente inquietud del autor). Si bien aparecen por ahí un montón de nombres y de hombres, se hace foco en el memorable Melchor Marín, un joven arrojadizo, idealista y lector voraz, poseedor de un oscuro pasado de cuyas garras se va soltando a pura perseverancia y tesón.

Cercas narra las dos historias con tacto de maestro: la del asesinato de los Adell y la vida anterior de Melchor. La primera en tiempo presente y la segunda en pasado, una osadía literaria que exige la atención permanente del lector. Por entre esas peripecias se cuenta lo ya dicho, la Cataluña sórdida y marginal, y también algunos hechos reales que ayudan a dar contexto al relato: los atentados de Barcelona de agosto de 2017, el héroe de Cambrills que mató a los terroristas de la Yihad.

Hasta acá todo bien.

El problema viene al final. Porque los malos, los supuestos asesinos, aparentemente no son tan malos, hay algo que los justifica —algo del pasado, la Guerra Civil, cuentas pendientes, quién sabe—, y ni siquiera el narrador, con todas sus vueltas, parece muy seguro de poder distinguir entre el bien y el mal. Entonces es el lector el que, con tamaña responsabilidad encima, deberá poner las cartas sobre la mesa y decidir de qué lado estar.

TERRA ALTA, de Javier Cercas. Planeta, 2019. Barcelona, 374 págs.