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La isla de las chicas buceadoras

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Lisa See

Novela en Japón

Lisa See escribió una novela que se ambienta en Jeju, una isla japonesa muy particular.

Lisa See (n. 1955), nacida en París, de familia china y criada en Estados Unidos, tenía siete obras publicadas —algunas con su nombre, otras con seudónimo y en colaboración con su madre y padrastro— cuando en 2005 saltó a la fama. El motivo: un correctísimo best seller titulado en español El abanico de seda, ambientado en el siglo XIX en China y que trataba sobre la amistad, traición y reconciliación de dos esforzadas mujeres en medio de complejos cambios históricos. Quince años después See repite la fórmula pero la ubica en Corea del Sur y en el siglo XX, entre 1938 y 2008.

La isla de las mujeres del mar se ambienta en Jeju, isla volcánica de menos de dos mil metros cuadrados, reconocida por albergar tres “tesoros”: viento, rocas y a las haenyeo, mujeres buceadoras con una particular forma de vida y organización familiar que consiste en que ellas bucean (sin equipo, a pulmón), traen el alimento a la casa, y los maridos cuidan a los niños y filosofan entre ellos. Con información histórica, trabajo de campo y entrevistas visitando el lugar, See tenía sobrados elementos para elaborar una crónica seductora. Eligió hacer una novela.

Young-sook y Mi-ja son amigas adolescentes que aprenden juntas el arte de bucear. Vienen de entornos diferentes y caen sobre ellas infinidad de contrariedades (orfandad, pobreza, violencia familiar, muerte de cónyuge e hijos) pero se juramentan amistad eterna hasta que un incidente las separa y enemista. Falta el abanico de seda, pero en su lugar las protagonistas tienen unas hojas donde calcan acontecimientos de sus vidas, y ese será el puente entre ellas. See es informativa: le cuenta al lector cómo es la vida de una haenyeo y en qué consiste su trabajo diario, cuánto sufrió la población en la Segunda Guerra Mundial, cómo fue el reparto de poderes de la Guerra Fría y la Guerra de Corea, en qué consistió la llegada del “progreso”, etc., y en ese sentido la estructura de la novela, con idas y venidas en el tiempo, parece darle agilidad a la trama. De hecho, se lee sin esfuerzo. Pero todo es demasiado y demasiado poco. Acumulación de desgracias y golpes de efecto continuos narrados con la misma temperatura, diálogos armados para vehiculizar información y previsibilidad de teleteatro en cada escena. El resultado: personajes planos detrás de su pretendida complejidad, mensajes enaltecedores a demanda y un final de sororidad a destiempo señalando que siempre fuimos buenas, que el amor triunfa, etc. Como para visitar Jeju, destino turístico.

LA ISLA DE LAS MUJERES DEL MAR, de Lisa See. Salamandra, 2020. Trad. de Gemma Rovira Ortega. Montevideo, 425 págs.

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