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Horacio Quiroga, S. Fragoso Lima y las malas novelas

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Horacio Quiroga

Escribir por necesidad económica

Quiroga publicó seis bajo el seudónimo S. Fragoso Lima, que ahora llegan juntas en un set.

Horacio Quiroga escribió entre 1908 y 1913 seis novelas bajo el seudónimo (o heterónimo) S. Fragoso Lima, que acaban de ser reeditadas. El primer tomo, de los siete que integran la caja estuche, sirve como introducción y presentación a las novelas y se titula “Estudios sobre los folletines de Horacio Quiroga”. Allí comparecen, en primer lugar, las palabras de los editores, que dan a conocer sus propósitos y la justificación del proyecto, para luego dar paso a tres artículos académicos (de factura bastante dispar), a cargo de los estudiosos Amalia Cardona Leites, Matei Chihaia y Ksenija Bilbija. Estos textos abordan el género del folletín, su contexto histórico en Buenos Aires, los valores literarios en juego y qué lugar ocupan los textos de S. Fragoso Lima en dicho escenario (Cardona Leites); también los aspectos antropológicos o psicoanalíticos respecto al uso del pseudónimo y al estatuto autoral de Horacio Quiroga versus S. Fragoso Lima (Chihaia); y por último se ofrece una lectura crítica de El hombre artificial en clave homoerótica (Bilbija). Se agrega al final una sintética nota biográfica sobre Quiroga.

En cuanto a los seis volúmenes restantes, cada uno recoge una novela respetando el orden de su publicación original. Así están Las fieras cómplices (1908), El mono que asesinó (1909), El hombre artificial (1910), El devorador de hombres (1911), El remate del imperio romano (1912), y Una cacería humana en África (de 1913, aunque en esta reedición se consigna erróneamente en 1912). Se publicaron en revistas de Buenos Aires de consumo masivo, las cinco primeras en Caras y Caretas, y la útima en Fray Mocho.

Ilustraciones

Las novelas de S. Fragoso Lima ya habían sido reunidas en varias oportunidades. Por ejemplo, en los dos primeros tomos de las Obras inéditas y desconocidas de Horacio Quiroga (Arca, 1967), como parte del ambicioso plan general que dirigió Ángel Rama. Más tarde vieron la luz en 1979 mediante una edición de rutina a cargo de Ediciones Atlántico. Casi 20 años después fueron todas reunidas en el volumen Novelas completas (Losada, 1998), preparado por Pablo Rocca y Jorge Lafforgue, con prólogo del segundo. Luego volvieron a juntarse de manera definitiva en la Obra completa del autor salteño, anotada y compilada en 2009 por Leonardo Garet. Es decir, la presente reedición no implica una exhumación textual nueva, tampoco una novedad literaria (diferente sería si fueran ediciones comentadas o comparadas con borradores encontrados o versiones no contempladas por el autor, pero no es el caso), sino que desde el punto de vista formal se trata de una repetición.

El verdadero aporte de este esforzado proyecto radica en la inclusión de las ilustraciones que originalmente acompañaban las entregas de los folletines. Gracias a eso es posible ver los trabajos de José Friedrich y Eugenio Álvarez Dupont junto a otras piezas que no tienen firma, pero que han sido atribuidas a Juan Hohmann y Juan Peláez, reconocidos dibujantes que pulularon por las revistas bonaerenses Caras y Caretas y Fray Mocho.

Analizar desde el punto de vista literario este regreso es difícil. Más allá de la simpatía que casi siempre han despertado los textos de Quiroga, existe un consenso en la crítica especializada en que la calidad de estas nouvelles no se corresponde con la que nos tuvo acostumbrados el escritor salteño durante tantas décadas. Ni que hablar en comparación con aquellas que defendió colocando sus verdaderas iniciales debajo. Muchos de los textos consagrados se publicaron en paralelo al surgimiento de estas novelas cortas que, sin el menor temor en decirlo, son malas y algunas hasta muy malas. Lo sabía muy bien Quiroga, aunque probablemente no lo pensara en estos términos, sino en comparación a otras facetas de su praxis literaria o incluso a los tiempos de ejecución.

Que estas novelas cortas habrían sido escritas más por necesidad económica que por interés literario, a juzgar por la calidad, es algo fácil de percibir leyendo las cartas del autor en esa época, o bien, acercándonos a la valiosa retrospectiva crítica que de su propio trabajo realiza en el artículo La profesión literaria (El Hogar, 1924). Pero el de estas novelas no es el único ejemplo donde calidad y necesidad operan de manera esquiva, dado que lo mismo le ocurrió más tarde con otro proyecto llamado “Los heroísmos” (o “Biografías ejemplares”), título bajo el cual publicó una serie de veinte artículos de variedades en 1927, no menos olvidados que estas novelas cortas. Sin embargo, allí están.

Es justo argumentar, por otro lado, que las novelas de S. Fragoso Lima pueden no haber sido estudiadas rigurosamente a través del tiempo y acaso esta reedición intente subsanar eso, dado que la operación de análisis textual y ponderación literaria ha priorizado el abordaje de novelas mejor acabadas, como Historia de un amor turbio (1908) o Pasado amor (1929) —lejos de ser este el género que mejor trabajó el escritor uruguayo—, o de otros folletines, como Un peón (1918) o Miss Dorothy Phillips, mi esposa (1919). Este último incluso le sirvió como base de operaciones para catapultar a otro pseudónimo (El esposo de D. Ph.) del cual sí parecía sentirse orgulloso, dado que lo utilizó para escribir 32 artículos sobre cine de manera casi puntual, entre diciembre de 1919 y julio de 1920, también en Caras y Caretas.

Problemas

Fuera de esto, la lectura de los volúmenes aquí presentados es un tanto incómoda, más tomando en cuenta la muy buena intención de presentar imágenes. Pero la diagramación quita lugar por doquier al introducir una celda del lado izquierdo, restando espacio en los márgenes para un libro que ya de por sí es de bolsillo. A su vez, los lomos no tienen descripciones, de manera que cuando están dentro de la caja no se sabe qué tomo corresponde con qué novela y no resulta práctico guardarlos allí para consulta rápida, sino como reposo final. Por otra parte, la caja carece de gracia en cuanto al diseño y la tipografía utilizada en los títulos de los libros; cabe cuestionar las decisiones estéticas ejercidas en toda la operación. De hablar del famoso concepto de libro-objeto, en este caso solo queda la parte del libro, ya que faltó creatividad para presentar mejor al objeto.
Cuando hablamos de obras literarias el silencio también es una forma de señalar cosas, para bien o para mal. Por algo los trabajos de S. Fragoso Lima han permanecido donde estaban, siendo tantas veces reunidos y habitando con tranquilidad ese silencio. Tal vez sea momento de aceptar su destino y dejarlos allí. Salvo para pensar algo nuevo al respecto.

S. FRAGOSO LIMA. Novelas breves de Horacio Quiroga, edición de Martín Bentancor y Alejandro Ferrari. Ministerio de Educación y Cultura/Fondo Concursable para la Cultura, 2019. Montevideo, 497 págs.

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