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Una fotógrafa tras el blanco absoluto

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Antártida negra, de Adriana Lestido (detalle)

Diarios de Adriana Lestido en la Antártida

La legendaria artista argentina buscó eso pero, en su lugar, encontró el negro absoluto.

La fotógrafa Adriana Lestido (n. 1955) es una exploradora que, como ha declarado, no busca fotografiar lo que vio. u201cLo que quiero ver es lo que no vio mi ojo. Lo que percibo pero no llego a veru201d. Por casualidad conoció a una bióloga que iba a la Antártida y allí quiso ir. No era una decisión arbitraria. Lestido trabajó siempre la fotografía en blanco y negro. Dice que soñamos así porque tras despertarnos no nos acordamos del color, y lo que queda es imagen sin color. La Antártida le ofrecía un camino para ir un poco más allá en esa exploración: la búsqueda del blanco absoluto.

Tras un accidentado viaje que no llegó al destino previsto (la base antártica de Bahía Esperanza) se instaló en Isla Decepción, un sitio volcánico de tierra caliente donde la nieve se derrite y queda la roca oscura. El blanco entonces dio paso al negro. Una inversión poética que Lestido plasmó en un breve e intenso diario de viaje titulado Antártida negra, acompañado también por una exposición de fotos en la Fundación Fortabat y un catálogo publicado por Capital Intelectual.

El diario llega a los lectores en la colección Rara Avis de Tusquets, y es un relato de viaje directo, llano, sin pretensiones. En isla Decepción debe luchar contra la misma decepción por la ausencia del objeto, pero también con los peligros, el frío, las limitaciones de una base antártica poco equipada, la humedad que invade las lentes de sus cámaras, y sus viejas tormentas emocionales que allí, en ese extremo radical del mundo, parecen aflorar con una intensidad insospechada. Quiere irse pero, poco a poco, no. Sale cuando puede (o cuando la dejan) en busca de la luz, que es esquiva porque los cambios en el clima son sorpresivos. Lestido corre contra el tiempo para captar esas fugacidades, eso que percibe pero no ve. Son paisajes casi oníricos que conjura con su cámara analógica (película) o digital, mientras corre por su vida para escapar, por ejemplo, de una foca furiosa que la persigue.

Resulta omnipresente Werner Herzog. Son constantes las referencias a sus documentales pero también a sus diarios de rodaje como el de Fitzcarraldo (titulado Conquista de lo inútil y que aún se consigue en edición de Entropía). Lestido siente que ve lo que el cineasta alemán vio en su intento por comprender el mundo, o la forma cómo las mujeres y los hombres se relacionan con esa naturaleza que apenas comprenden. Lo lee de noche y se deslumbra con la radicalidad de algún viejo documental (dice estar a full con Lecciones en la oscuridad, sobre la devastación que dejó en Kuwait la primera guerra del golfo: u201cmuy bella, siento algo familiar con sus imágenesu201d). Entonces alguien le sugiere que Herzog debería prologar la edición de estos diarios. Ella dice que no. u201cMucho pretender. Va por otro lado su presenciau201d.

El libro-diario Antártida negra es una confesión emocional y creativa que provoca y conmueve. Trata de una artista y su búsqueda, que no es intransigente a la hora de revisar sus viejos senderos. Sobre el final dice estar cansada del blanco y del negro y ansía tener una cámara digital Leica para registrar el color. La bipolaridad blanco/negro, que allá en los extremos asumió un valor absoluto, dispara nuevos rumbos y, cabe esperar, nuevos diarios.

ANTÁRTIDA NEGRA, LOS DIARIOS, de Adriana Lestido. Tusquets, 2017. Buenos Aires, 120 págs. Distribuye Planeta. Con un pliego de fotografías blanco y negro, y color.

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