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El espía inglés merecía otra cosa

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Carlos Orlando

Punta del Este y un caso abierto

La novela de Carlos Orlando, La muerte del espía inglés, entierra la verdadera historia de manera poco verosímil.

En literatura —la buena literatura, digamos— el mezclar una ficción con hechos históricos es una tarea compleja, intrincada; para el escritor resulta un reto muchas veces desgastante. Resulta inevitable, entonces, que a veces los intentos terminen en libros de poca monta. Es el caso de La muerte del espía inglés, del uruguayo Carlos Orlando.

Por un lado están los episodios reales, que datan del viernes 7 de marzo de 1958, y que sacudieron a la interna policial uruguaya. Fue un incidente confuso, con un joven tipógrafo herido de bala. Esto fue por la Laguna del Diario, a la entrada de Punta del Este. Mientras los investigadores rastrillaban el lugar, se toparon con una sorpresa mayor: el cadáver de Victor La Brooy Johnson, un espía inglés que había luchado junto a los maquis en Francia resistiendo la ocupación nazi. Ya retirado del oficio se instaló en Uruguay, dedicándose a la actividad comercial. Sin embargo guarda un oscuro pasado por el que alguien le descerrajó un tiro. El expediente del caso se archivó en 1963, si bien hubo una pareja bajo la mira a la cual nunca se la pudo inculpar.

Ahora la ficción. Orlando trae a colación este caso, que fue el más sonado de toda la historia en el departamento fernandino. Pero lo trae no desde el momento de los hechos, sino a través de la mirada de un hombre grande, ya pasando los setenta años, y que, a partir del requerimiento de una funcionaria británica, se pone a escarbar el pasado. Un hombre que primero recuerda cuando de niño pasó por la Laguna del Diario el mismo día del asesinato de La Brooy. Años más tarde el niño es un joven adulto y decide recuperar un tesoro que le dejó un padrino; pero ese tesoro habría pertenecido al espía inglés. Esto lo cuenta el narrador Pedro Sellanes en primera persona y desde una perspectiva muy actual, pero que a su vez se mezcla con los diálogos que recuerda haber tenido.

El señor Sellanes guarda el tesoro toda la vida, hasta que un buen día le sale al cruce un competidor que dice ser el dueño legítimo del botín: una herencia de familia. Empieza entonces la trama verdadera, muy distinta a la muerte del espía inglés: el misterio del oro nazi, disputado por muchos y por extraños comandos sionistas y comunistas.

El resultado es un relato anacrónico, tan confuso como la cronología (la pluma, algo tosca, no ayuda).

LA MUERTE DEL ESPÍA INGLÉS, de Carlos Orlando. Fin de Siglo, 2021. Montevideo, 318 págs.

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