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Eduardo Milán: Uruguay siempre entre dos aguas

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Eduardo Milán

POÉTICAS DESDE MEXICO

Los problemas cuando se pierde la noción del arte como valor de uso.

Eduardo Milán

Uno es un extranjero que hizo lo que pudo y todavía hace lo que puede para sobrevivir después de haber salido de Uruguay. Yo escribo poesía y creo en su valor de uso. Cuando Hegel dice: “Bajo todos estos aspectos el arte, por lo que se refiere a su destino supremo, es y sigue siendo para nosotros cosa del pasado…”. Y luego, como un campanazo abierto al campo futuro, al verde victoriano de las campiñas más lisas y limpias que el campo uruguayo, levemente ondulado como un gran poema de Appratto : “Por eso, el arte como ciencia es más necesario en nuestro tiempo que cuando el arte producía ya una satisfacción plena”. No está mal, dicho en 1828. Entre las otras cosas que está lamentando Hegel —nombre de la calle donde se sitúa el Consulado de Uruguay en la Ciudad de México, la misma a la que el taxista alude cuando pregunta “¿Ejel y cuál otra?”, ¡ay Uruguay siempre entre dos aguas que vienen a ser en la ciudad entre dos calles!— es la pérdida de la noción del arte como valor de uso. Cosa que restableció Duchamp con su mingitorio total. Colocalo en un museo al lado de un Pollock y de Las señoritas de Avignon de Picasso y vas a ver las migraciones —por el aire, sin pateras de sirios por el Mediterráneo cayendo a la misma agua que pisó con su famoso talón Aquiles— que se trasladan invisibles del campo de aura de la obra de arte al campo desauratizado del objeto común que sirve para que orines sin tener que tomarte un café antes o una Coca Cola. “Reservado para clientes” es lo mismo que “Sacralizado para clientes” porque un sacerdote (de “sacer: restringido, reservado”) es el que administra lo sagrado. Orinar es de creyentes o esto es una especie condenada. Volviendo —no a Montevideo, la más cara de América Latina, la máscara de la carnavalización de la economía en estas manos legas— la poesía como valor de uso o nada. Quiere decir gratis. O también quiere decir no sirve para nada. Es lo mejor que tiene. Sólo sirve para poesar.

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