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Los dramas de una civilización

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Denis Johnson. Foto Marion Ettlinger

Breve y majestuosa estampa del crecimiento y muerte de una forma de vida, la estadounidense.

De una canción de Lou Reed que dice "Cuando estoy corriendo mi carrera me siento como el hijo de Jesús", tomó Denis Johnson el título para su primer, exitoso y hasta ahora único libro de cuentos, Hijo de Jesús (1992), que contiene una pieza que algunos traducen como "Urgencias" y otros como "Emergencias" y que se ha convertido en una guía de excelencia para casi todos los talleres y cursos de escritura creativa que se dictan en Estados Unidos.

Johnson, nacido por casualidad en Múnich en 1949 y residente en una perdida población de Idaho, continuador de esa rara estirpe de fóbicos a lo mediático como J.D. Salinger, Thomas Pynchon y Cormac McCarthy, ha escrito también abundante teatro y poesía, y algunas novelas que, al mejor estilo de un E.L. Doctorow o un Norman Mailer, van dando cuenta de algunos episodios clave de la moderna historia norteamericana. Así el Vietnam secreto de Árbol de humo (2007, ganador del National Book Award), una novela polifónica y siniestra que recuerda en más de un sentido a El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad; así Ángeles derrotados (1983), una suerte de thriller protagonizado por una pareja de delincuentes semejantes pero sin su oscuro glamour a los legendarios Bonnie y Clyde; así El nombre del mundo (2000), una narración centrada en esa fábula norteña que es la cotidianidad en los campus universitarios; así la recién traducida Sueños de trenes, publicada primero en la revista The Paris Review en 2002 y en libro en 2011, una breve y majestuosa estampa del crecimiento y muerte de una forma de vida (en definitiva, de toda una época) con la que los estadounidenses nutren sus equívocas mitologías.

"En el verano de 1917 Robert Grainier participó en el intento de matar a un jornalero chino al que habían pillado robando, o al menos lo acusaban de haber robado, en los almacenes de la compañía ferroviaria Spokane International...". Así, con este lacónico párrafo, se abre la historia de este hombre, un vulgar leñador, obrero en el tendido de rieles y puentes, y finalmente dueño de un carromato con el que realiza viajes y mudanzas. La historia va desde su nacimiento en 1886 hasta su muerte en 1968, y parece estar marcada por dos episodios que también pueden ser leídos como alegorías de un tiempo: en su juventud la persecución al desgraciado chino, y en su madurez el avistamiento de Elvis Presley de paso en su vagón privado por alguna remota estación de Idaho. Poco y nada fuera de lo común registran los días de Grainier. Pero como sucede con los narradores de primera clase, estos datos sirven a Johnson para escribir un relato que en poco más de cien páginas celebra el nacimiento, la decadencia y la muerte de una nación.

Sueños de trenes vuelve a decir que es posible construir una magnífica novela con un ligero puñado de emociones, con un hombre pequeño y solo, con una peripecia en apariencia menor pero que sin embargo encierra los dramas de toda una civilización. Para ello se requiere una especial sensibilidad y un enorme talento. Y Johnson los tiene.

SUEÑOS DE TRENES, de Denis Johnson. Literatura Random House, 2016. Buenos Aires, 137 págs. Distribuye Penguin Random House.

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Denis Johnson. Foto Marion Ettlinger

novela de denis johnsonHugo Fontana

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