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Destreza literaria

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Martín Lasalt

Una buena noticia para las letras uruguayas.

Es el segundo libro de Martín Lasalt (Montevideo, 1977). Comparte ciertas características con La entrada al paraíso, su ópera prima, que el año pasado fuera nominada al Bartolomé Hidalgo de narrativa y que le valiera al autor, merecidamente, el Premio Revelación. Los dos libros son breves y potentes, en ambos hay la presencia de cierta religiosidad o misticismo alucinado, ambos tienen como protagonista a una pareja de pocos o nulos recursos económicos atravesando momentos extremos, y ambos están situados en Montevideo. Hasta aquí las semejanzas.

Mientras que en la primera novela había una trama clara que se desarrollaba alrededor de una intriga y un drama intensos —la desaparición misteriosa de un hijo en el seno de una familia jovencísima—, Pichis muestra una estructura episódica, suelta, y se presenta, ya desde el título y desde la frase con que abre ("Dos pichis que se llamaban el Cholo y la Chola encontraron una cabeza en un contenedor de basura.") cargada de humor y de ironía. Si en la primera al lector podía caberle la sospecha de que el autor pudiera tener un conocimiento íntimo de la realidad que retrataba, desde la vida en el extrarradio de nuestra capital hasta las formas de creencia y actuación de los Testigos de Jehová, en el caso de Pichis resulta evidente que se trata de un acercamiento puramente imaginativo, si cabe la expresión, a la vida del linyera, figura harto cotidiana en nuestra capital. Lasalt se adentra, entonces, en un terreno difícil. ¿Cómo se escribe sobre una población que no tiene voz, que es prácticamente invisible, sobre la que la clase media no sabe pensar sin culpa ni condescendencia ni desprecio? El libro no hace demasiado hincapié sobre este asunto, pero no lo precisa. Va demostrando, con cada párrafo, que la mejor estrategia para hablar de cualquier cosa es haciendo buena literatura.

La destreza de Lasalt es amplia: construye cada escena con paciencia y agilidad, es claro y sorprendente en la narración de secuencias y en el retrato de sus personajes, puede ir del realismo más sucio a la fantasía más desbocada y puede abarcar un amplio registro emocional: puede ser gracioso y triste, grave y leve, y luego está su trabajo con el lenguaje, que de página en página nos puede conmocionar con joyas como ésta: "El Cholo brillaba. Estaba sentado en el suelo, con los ojos de santo de los hambrientos, que le destellaban ya desde antes del brillo sobrenatural que le empezó a manar de la piel y que hizo escapar a las cucarachas y mandó a dormir a las mariposas nocturnas. Un rayo salió por el ventanuco de la celda y cruzó el cielo brumoso de Montevideo, atravesó la estratósfera, pasó al lado de la luna y siguió para atravesar el sistema solar sin tocar nada y sin cimbrarse por la masa de ningún astro, hasta clavarse en la noche de altamar de la galaxia. Se acercaron los pájaros al ventanuco, los sapos y las ranas, y entraron al calabozo, y también las langostas, las cotorras, las alimañas y animales diurnos que despertaban para el acontecimiento. Todos, en una paz milagrosa, rodearon al Cholo sin que él lo supiera, ni la Chola, ni ninguno de los policías. Del prodigio solo se enteraban los bichos y el corazón del universo, al que nadie tenía acceso y sin embargo regía sobre todas las cosas."

PICHIS, de Martín Lasalt. Montevideo, 2016. Fin de Siglo, 98 págs.

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