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Cierra la trilogía bíblica de J.M. Coetzee

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J.M. Coetzee

"La muerte de Jesús"

El escritor y Premio Nobel sudafricano da por finalizada la saga de Jesucristo.

En 2013 el premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee (1940) dio a conocer la novela La infancia de Jesús, primera parte de una trilogía que continuaría con Los días de Jesús en la escuela (2017) y que se cierra ahora con La muerte de Jesús, dando fin a una de las obras más polémicas del autor de títulos notables como Desgracia o Vida y época de Michael K. La historia se centra en tres personajes: David, un niño huérfano que a los cinco años llega a una extraña tierra, Novilla, donde solo se habla español; Simón, un cuarentón atribulado que lo adopta y decide buscar a la madre del niño; e Inés, una mujer joven y solitaria que acepta ese improvisado rol.

Ese mundo y esas circunstancias en las que transcurrían las primeras páginas de la trilogía tenían las características de una distopía de ominoso futuro: en Novilla todos han olvidado sus pasados personales y sus antiguos afectos, y deben adaptarse a una sociedad donde todo está resuelto y nadie siente deseos ni sufre necesidades. En la segunda parte, el trío se traslada a la cercana localidad de Estrella, ya que David, quien ha aprendido el español leyendo una versión ilustrada del Quijote, no está dispuesto a una educación formal y se inscribe en una extraña academia de danza donde ocurren algunos hechos inclasificables, como el asesinato de su directora a manos de un conserje, Dmitri.

Ahora, y ya con diez años de edad, David se ha convertido en un excelente bailarín y en un habilidoso jugador de fútbol. Ello lo lleva a unirse a un equipo de huérfanos y a mudarse con ellos al orfanato, repudiando de este modo a Simón y a Inés. Pero un día se descubre víctima de una enigmática enfermedad que los médicos diagnostican como síndrome de Saporta, un cuadro degenerativo que le provoca intensos dolores en las articulaciones y le obliga a permanecer internado durante semanas en un hospital.

En la novela todos hablan por parábolas, incluso el Quijote que David trasmite a sus amigos; todos usan y abusan de un léxico bíblico que, debe suponer el lector, es el mejor camino para acercarse a las alegorías que la obra quiere plantear. Sin embargo, las páginas se suceden en largos diálogos de contenido retórico, en los que lo conceptual se difumina y evanesce, y reverberan algunos temas ahora liderados por el temor a la muerte. En este cierre la distopía se ha debilitado, la irreverencia de David ha desaparecido en beneficio de lo profético, y la devoción hacia el niño de algunos personajes adyacentes (entre ellos el funesto Dmitri) no va más allá de lo expositivo. Solo el lenguaje, la fuerza de la forma, mantienen el sello Coetzee; acaso no sea poco, pero es insuficiente.

LA MUERTE DE JESÚS, de J.M. Coetzee. El hilo de Ariadna/Literatura Random House, 2019. Barcelona, 189 págs. Traducción de Elena Marengo.

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