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A la búsqueda del Mar Blanco, paraíso personal de Malcolm Lowry

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Malcolm Lowry

NOVELA PERDIDA

Llega un inédito en español de Lowry, para leer con espíritu crítico.

En una carta a su agente Harold Matson, que acababa de informarle que doce editoriales habían respondido que no les interesaba su novela Bajo el volcán, Malcolm Lowry exhibe la alta opinión que tenía de su obra con una llaneza que a muchos les resulta chocante: “Y te lo vuelvo a asegurar honestamente, Hal: con este libro tienes la oportunidad de encargarte de una obra que no es simplemente un «buen libro», o ni siquiera un libro de primera categoría, sino que hay que pensar que es un clásico, tanto como Moby Dick u obras similares, un hito, si lo prefieres”.

Finalmente el editor Jonathan Cape aceptó la novela, pero le pidió una revisión radical. En una carta memorable, que terminó por convencer al editor de que publicara la novela tal como estaba, Lowry explica el plan de una obra muy ambiciosa: “Entre 1940 y 1941 reescribí también The Last Address, y le di a ese relato el título de Piedra infernal, y concebí la idea de una trilogía titulada “El viaje que nunca termina” para su editorial (sólo una trilogía podía satisfacerme), con el Volcán como una infernal primera parte; Piedra infernal, ampliada, sería la segunda, es decir, la parte del Purgatorio, y una extensa novela en la que trabajaba también entonces, Rumbo al Mar Blanco (que perdí en el incendio de mi casa, como creo haberle dicho), sería una tercera parte paradisíaca; el conjunto se refería a la lucha del espíritu humano (indudablemente extralimitándose) en su ascenso hacia su verdadero propósito. A finales de 1941 dejé a un lado Rumbo… —de la que ya entonces existían unas mil páginas de excentricidades lingüísticas— y decidí agarrar por los cuernos esa fantasmagoría inspirada por el mezcal, el Volcán, y hacer realmente algo con ella, ya que para entonces se había convertido en un proyecto de carácter espiritual”.

MANUSCRITO HALLADO

En 2000, la primera esposa de Lowry, Jan Gabrial, publicó un libro de memorias (Inside the Volcano), en el que informaba que era dueña de una copia al carbón del manuscrito perdido de la novela que habría podido ser la tercera de la trilogía dantesca de Lowry. El manuscrito nunca fue visto por nadie, pero después de la muerte de Gabrial se pudo acceder a una copia mecanografiada, escrita por ella, de aquel manuscrito, además de una serie de notas, libretas manuscritas por Lowry y otros indicios que permiten confiar en que la copia mecanografiada es suficientemente fiel al manuscrito original. Esta es la fuente para la edición en español que publica Malpaso con el título Rumbo al Mar Blanco.

El libro adolece de las mismas cualidades que el editor de Bajo el volcán achacaba a aquella novela, es decir, tedio, desmesura, diálogos excesivamente centrados en sí mismos, falta de acción. Sobre todo “excentricidades lingüísticas”, según su autor. Su principal dificultad es que resulta esencialmente incomprensible si no se dispone de la ayuda de centenares de notas al pie, que la edición de Malpaso ofrece con generosidad.

El rasgo dominante de Rumbo al Mar Blanco es su enorme densidad de alusiones. En cada párrafo hay referencias a obras clásicas, modernas, de alta calidad u ocasionales lecturas de Lowry, casi nunca por su título sino a través de frases, a veces entrecomilladas y otras veces insertas en la línea narrativa.

En toda obra literaria hay alusiones. No se puede escribir sin hacer alusiones, muchas de ellas opacas hasta para su autor (si uno cree a los psicoanalistas). La lectura inocente no hace sino perder múltiples sentidos inevitablemente presentes en todo texto. Algunos autores, conscientes de que es inevitable escribir con o a través de alusiones, se sienten obligados a ser respetuosos con las obras a las que aluden, y por eso en muchas ocasiones, cuando se descubren pensando en términos parecidos a los de un autor que han leído, prefieren traer las palabras originales. El problema es que Lowry ha leído mucho, de modo que pocos lectores pueden captar todas las alusiones, porque ni todos hemos leído lo mismo que él, ni, si lo hemos hecho, tenemos la misma clase de memoria. Los autores clásicos frecuentaron la cita, aunque en tiempos en que escribían para una comunidad lectora con una formación bastante homogénea, capaz de captar los sentidos y las asociaciones de manera muy parecida a los autores, asunto que a lo largo del siglo XX fue cambiando hasta llegar a la situación actual de diversidad extrema de las formaciones culturales de los lectores. El horrible miedo a no ser original, inexistente en el pasado, obligó a muchos autores cercanos o herederos de las vanguardias, paradójicamente, a atiborrar sus obras de referencias.

El motor de la acción principal tiene mucho que ver con el uso intensivo de las alusiones: el protagonista, Sigbjørn, ha escrito un libro, y luego descubrió que un autor noruego había escrito algo parecido: “Descubrir que tu libro ya lo había escrito mejor otra persona es una experiencia siniestra incluso para quien carece de talento”. Luego de intentar comunicarse por carta son ese autor, William Erikson, decide ir a visitarlo personalmente, de camino a una meta superior que se ha impuesto: navegar por el Mar Blanco, su paraíso personal.

La historia de Rumbo al Mar Blanco es muy simple: Sigbjørn está enamorado de Nina, que es amante de su hermano Tor. El padre de ambos, dueño de una flota naviera, es sospechado de fraude debido a dos naufragios recientes, y en medio de todo esto Tor se suicida. Sigbjørn quiere conocer a Erikson, y se pone como meta Arcángel, el puerto ruso del Mar Blanco más septentrional libre de hielos todo el año (para aludir a algo que no alude Lowry: Arcángel es la ciudad hacia la que huye la criatura de Frankenstein).

DENSIDAD DE ASOCIACIONES

La materia prima de los libros de Lowry es su propia vida, que se componía de libros y en buena medida de actos originados en libros (como embarcarse al igual que Melville, su autor tutelar —o Ismael— para conocer “la parte acuosa del mundo” y acumular, así, material para un libro). El suicidio de Tor, por ejemplo, está tomado del suicidio de un compañero de Cambridge de Lowry, hecho en el cual el escritor tuvo alguna participación que lo atormentó de culpa el resto de su vida.

La prosa de Lowry es característicamente poética, no por la forma (por el ritmo y la musicalidad, o en general por sus rasgos prosódicos) sino en tanto cargada de densidad de asociaciones, a veces alineadas fuertemente con la trama y el sentido, a veces juguetonas y ocasionales.

Hay que leer Rumbo al Mar Blanco con tiempo por delante. Cada una de sus palabras está henchida de otras palabras, como una caldera de locomotora sometida a altísima presión; el maquinista prudente hará marchar el convoy del sentido con lentitud, para no correr el riesgo de descarrilar.

RUMBO AL MAR BLANCO, de Malcolm Lowry. Malpaso, 2017. Barcelona, 384 págs.

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